La Razón (Madrid)

Carlos y Camila inauguran las fiestas en Palacio

Los duques de Cornualles ejercen de anfitrione­s en los jardines de Buckingham con la notable ausencia de la reina Isabel II

- Celia Maza.

LasLas tradiciona­les fiestas de verano en el Palacio de Buckingham regresan a la agenda tras tres años canceladas por la pandemia. Todo un clásico que se remota a 1860 cuando los royals decidieron invitar a un té con scones a los miembros de la ciudadanía que había contribuid­o con sus acciones a la comunidad.

Tras anunciarse que la reina Isabel II, de 96 años, no participar­ía en ninguno de los eventos había gran expectació­n este año por saber quién actuaría como anfitrión. Las puertas se abrieron a las tres de la tarde para recibir a los más de 7.000 invitados. Pero hubo que esperar una hora a que sonara el himno nacional y resolver la incógnita. Y ahí es cuando hicieron su entrada triunfal el príncipe Carlos, eterno heredero al trono, y Camila.

No defraudaro­n. Llovía a cántaros, pero se plantaron sus mejores galas y hablaron animadamen­te con unos y otros. No hay nada que más guste a los plebeyos que vivir en primera persona toda la pompa y boato y plantarse un tocado. Él vestía un elegante chaqué y sombrero de copa. Ella un abrigo bordado en azul y blanco de Fiona Clare y un sombrero de Philip Treacey. Cuesta que creer que hace tan solo unos años la que se convertirá en reina consorte utilizara topes en sus cordones para evitar tener que atarse las zapatillas.

Todo un honor

A ambos se les ve cada vez más cómodos en su papel. Y es complicado. Porque aunque cada vez es más frecuente verles en representa­ción de la monarca, siempre hay un símbolo que les recuerda que aún no ha llegado su momento, como ocurrió el pasado martes en la apertura del Parlamento. El príncipe de Gales leyó por primera vez las propuestas legislativ­as del Gobierno. Pero no se sentó en el trono.

Las fiestas de verano son una ocasión única para que el pueblo entre en Palacio. Y representa todo un honor. Aunque tampoco se puede decir que tengan acceso directo a los royals. Les ven de más cerca o lejos, pero ellos están flanqueado­s por los Beefeters hasta que llegan a su carpa real. Es lo más parecido al Titanic. Todos van en el mismo barco, pero cada uno tiene su propio espacio.

En cualquier caso, funciona a la perfección dentro de la gran maquinaria de Buckingham. Garantiza a la Familia Real no solo ser vista, sino mostrarse de alguna manera accesible al pueblo.

Normalment­e, se celebran cuatro fiestas en verano cada año; tres tienen lugar en el Palacio de Buckingham y una en el Palacio de Holyroodho­use en Edimburgo. En cada fiesta se sirven alrededor de 27.000 tazas de té, 20.000 sándwiches sándwiches y 20.000 trozos de tarta. Los invitados vienen de todas las partes del país e incluyen desde militares y diplomátic­os hasta enfermeros de hospitales de las ciudades más recónditas. La reina Isabel II, de 96 años, se niega a abdicar. Pero la transición tranquila está ya más que completada. Y aunque no hay una regencia como tal, Carlos y Camila ya han tomado el papel protagonis­ta.

Aunque no hay una regencia como tal, ya han tomado el papel protagonis­ta

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AP Carlos de Inglaterrr­a y la condesa de Cornualles, en Buckingham

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