La Razón (Madrid)

«Desregular no es la ley de la selva, sino quitar la soga que impide al talento crear otro Inditex»

«El Estado es el mayor especulado­r y no lo critico. Sin especulaci­ón no hay progreso», afirma. «¿Nota al Gobierno? Un dos, muy deficiente. Aumentar el gasto y cerrar los ojos es un error»

- H. Montero. Daniel Lacalle Economista

NiNi mago ni gurú. Hacemos «la prueba del 8» con uno de los economista­s de cabecera españoles, profesor, columnista, inversor y autor de «Haz crecer tu dinero», el libro de Deusto (Editorial Planeta) convertido en el Santo Grial de quienes pretenden sacar del barbecho inflaciona­rio sus ahorros. ¿Qué prueba? Junto al cuartel general de las oficinas de la banca privada Tressis, en pleno corazón del madrileño El Viso y donde opera Lacalle junto a una legión de analistas, hay un edificio semiabando­nado. Un caramelo en una de las zonas del mundo donde cada pulgada es oro. Enfrascado en su móvil, le pregunto por el solar vecino para ver qué perímetro abarca su periscopio inversor: «Es de una familia pudiente que no llegan a un acuerdo... ». Radio: 360 grados.

¿Sin indiscreci­ones, cuánto ha hecho crecer su dinero?

Todo el mundo sabe que tengo un patrimonio más que holgado fruto de muchos años de trabajo muy duro y de inversión.

A veces, el hecho de que los ges tores de fondos hablen de recetas para ganar dinero suena como a las videntes de la tele... ¿por qué siguen trabajando?

No podemos vender ideas mágicas o sistemas infalibles. Es precisamen­te lo que digo en este libro, que es imposible una receta que diga «te vas a forrar». El eslogan es muy atractivo, pero no funciona así. La inmensa mayoría de quienes escriben y hablan sobre inversión son quienes alertan de los riesgos porque, si no, todos seríamos ricos. Es importante entender que no hay fórmula perfecta porque cada uno tenemos un horizonte temporal distinto, proyectos y capacidad de asumir riesgos distintos. Y la inmensa mayoría de los que hablan de inversión te reconocen que hay que aprender de los errores, que es uno de los mensajes principale­s de este libro.

Voy a abusar un poco y a pedirle dos consejos gratuitos para el lector: tengo 60 años y 100.000 euros. ¿Qué hago?

Preservar capital. Por tanto, el perfil tiene que ser conservado­r. Segundo, tiene que ser consciente de que los bonos soberanos le van a dar rentabilid­ad negativa real, incluso nominal. Tercero, es muy importante orientar su cartera a batir la inflación, que es lo que más le importa como inversor. Y luego, asesorarse muy bien con un horizonte temporal claro y valorando si se va a necesitar generar algún ingreso anual porque de eso depende si se va a orientar a empresas con altos dividendos o no.

Y si tengo 45 años y ese mismo capital inversor, ¿me la juego directamen­te en camiones eléctricos, criptomone­das...?

No es una cuestión de edad sino de tolerancia a la volatilida­d. Si estas dispuesto a perder ese capital, lo mejor es tomarlo en renta variable de empresas disruptiva­s tecnológic­as que tengan muchísimo potencial de cambiar el mundo. Hay que mirar hacia fuera y hacia el futuro. Y no hacia España y hacia el pasado, que es el canto de sirena al que te llevan...

Suena dramático que, para mirar al futuro, haya que hacerlo fuera de España.

No por definición. ¿Qué es lo que va a ocurrir en los próximos 30-40 años en el mundo? Una explosión espectacul­ar de innovación, tecnología... Hay que ser consciente­s de que España representa el 1% del PIB global. Tenemos muchísimas más opciones en el resto del mundo y los líderes tecnológic­os están en EE UU. Lo que tienes que hacer es centrarlo en esa realidad. No es algo negativo.

¿La receta mágica es no vender a pérdidas?

Es no mantener pesos muertos. Valores o activos que no dan rentabilid­ad eternament­e. A lo mejor ese peso muerto lo vas a vender a pérdidas porque todos nos equi

vocamos, pero te abre miles de nuevas oportunida­des. La gente tiende a invertir en grandes conglomera­dos porque creen que son muy sólidos y no necesariam­ente. De hecho, son los más cíclicos y muchas veces se convierten en pesos muertos que cuando sube la bolsa no lo hacen al mismo nivel y cuando cae, lo hacen igual o más.

Mañana le dan los mandos del Ministerio de Economía. ¿Qué es lo primero que hace?

La primera, a corto plazo, una revisión profunda del gasto público para reducir el déficit estructura­l, que se ha duplicado en un entorno de récord de ingresos. Eso es muy peligroso porque cualquier bache va a originar un déficit muchísimo mayor. Lo segundo, es una reducción de impuestos que genere mayor incentivo a la inversión, a la creación de empleo y al ahorro. Y, muy importante, llevar a cabo una profunda revisión junto a las comunidade­s autónomas para reducir las trabas burocrátic­as para los fondos europeos, los préstamos ICO y la actividad económica en general. Esos son los tres pilares. Luego, hay que hacer una profunda mejora de la Seguridad Social y del mercado laboral, que facilite la contrataci­ón y recupere los autónomos. Hay que rescatar el crecimient­o del empleo tendencial, porque lo que está ocurriendo es que rebotamos.

¿Ha sido un error esta reforma laboral que apunta ahora, según exigen los sindicatos, a encarecer o endurecer el despido?

Se vendió que la reforma laboral de 2012 era la panacea de la liberaliza­ción, pero no lo ha sido. Es un paso necesario, pero no suficiente. España sigue siendo uno de los países con mayor rigidez laboral de toda la OCDE. Se ha vendido la idea de que está reforma es un mal menor en el que se preservan los pilares básicos de la anterior, que es cierto. Sin embargo, se dan pasos atrás hacia el modelo de «flexisegur­idad» de los países líderes. Lo peor es que se llama reforma laboral a encorsetar aún más el modelo y a cambiar el nombre de los contratos temporales por fijos discontinu­os, que es como si me dedico a llamar a los parados«empleadosp­otenciales». Pura cosmética que no soluciona el problema de fondo.

Que es...

La economía sumergida, el pequeño tamaño empresaria­l y el elevadísim­o desempleo juvenil. Eso no se soluciona con más rigidez. Por eso, muchos jóvenes se ven obligados a emigrar a países con sistemas mucho más flexibles. Por eso no se van a Grecia o a Francia. Van a países donde está muchísimo más liberaliza­do el mercado de trabajo.

¿Tiene España más músculo del que dicen los datos?

Estamos muy por debajo de nuestro potencial. España tendría que crecer ahora mismo como Irlanda. Nos dicen que después de una caída del 10,8% se le llama crecimient­o a rebotar un 5%. Deberíamos de estar muy por encima de los niveles prepandemi­a y haber sido el primer país en recuperar el nivel de 2019 gracias al dinamismo exportador y el sector turístico, que lo ha hecho fantástico. Es muy triste que el consumo esté tan retraído por una política equivocada.

¿Por qué doblamos la inflación de Francia?

España tiene la mayor tasa de paro de la UE, más que Grecia. La mayor inflación y el menor crecimient­o. Países que tienen mucha más exposición al turismo, como Grecia y Portugal, lo están haciendo mejor. La diferencia son las políticas. España tiene capacidad de crecer en todos los sectores.

¿Qué sectores?

Con un país en el que el 90% son microempre­sas me parece alucinante que no veamos que tenemos capacidad de crecer en todos los sectores, pero no tiene que decidir el ministro A o B. Se tiene que facilitar el crecimient­o. ¿Qué es lo que retrae que las empresas crezcan? Una fiscalidad y una burocracia que las ahoga. En la época de Felipe González, se reunió a grandes expertos para determinar en qué sectores invertir. Lo que decidieron es que el sector en el que no había futuro era el textil. Y mira: Inditex, Mango... No estamos para decidir el futuro sino para facilitarl­o.

Desregular...

Es más bien quitar la soga. Se tiende a pensar que desregular es la ley de la selva. No. Hay que quitar los corsés que impiden que el talento de España genere otro Cellnex, otro Inditex, otro Acciona...

¿Hacia dónde nos conducen esas decisiones políticas?

A un aumento de la inflación subyacente porque todas las medidas que proponen el Gobierno y los sindicatos son inflacioni­stas. El riesgo no es coger una bola mágica y ver el futuro precio del gas o el petróleo sino que se están creando factores inflacioni­stas muy peligrosos que pueden mantener alta la inflación incluso si el gas y el petróleo bajan y eso, si dejas el dinero en depósitos, es un riesgo.

¿Trata el Gobierno de criminaliz­ar la inversión financiera con la etiqueta «especulati­va»?

El Estado es el mayor especulado­r porque es el que más se endeuda con los ingresos de los ciudadanos, especuland­o con que ese endeudamie­nto va a generar mayor bienestar. Eso es especular, apostar con los ingresos fiscales y la deuda. Pero no lo critico. Al contrario, lo pongo en valor porque sin especulaci­ón no habría progreso.

¿Por qué no se fía del BCE?

No es que no te puedas fiar sino que tiene una política extremadam­ente agresiva para una moneda que no es la divisa de reserva del mundo. Ir por detrás de la Reserva Federal debilita al euro, que es un éxito, y yo no quiero un euro débil. Los que criticamos al BCE no lo hacemos por maldad o antieurope­ísmo sino que quiero que el euro sea moneda de reserva.

España tiene capacidad de crecer en todos los sectores, El 90% del tejido son microempre­sas»

La reforma laboral es cosmética y trae más rigidez. Por eso los jóvenes emigran a países más flexibles»

¿Qué nota le pone a la política económica del Gobierno?

Aumentar el gasto y los impuestos es un error. Cerrar los ojos y fiarlo todo al apoyo eterno de la Unión Europea y de los fondos que llegan de Bruselas, otro. Le daría un dos raspado. Muy deficiente.

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DAVID JAR

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