La Razón (Madrid)

Isidro y Elio, los dos amores de un corazón acelerado

► Su boda en 2016 se convirtió en noticia de la Prensa del cuore

- P. Narváez.

«Hace más de un año volví a Sitges. Los dueños de un resturante me advirtiero­n: ‘Isidro está en una residencia’». Fui a verlo y sentí una muerte anticipada. Aquella visión del que fue mi amante en la decadencia de su días me clavó un estoque» . Así relataba Mariñas la impresión que le produjo ver por última vez, al que fue su amante de juventud durante dieciséis años en Barcelona. Continúa Mariñas: «Un día fue guapo: tenía un cierto parecido a Gilbert Bécaud. Lo recuerdo con gozo y con dolo. estaba tan mal que cuando volví po allí, no me atreví a ir a verle, tan grande fue el impacto». Isidro tenía catorce años más que Jesús. Llevaba la librería «Novecents» en la plaza de San Jaime y viajaba con frecuencia para encontrar libros de viejo. Con él empezó a viajar al extranjero, cada verano se escapaban a Saint-Tropez, en un Simca 100 granate, en la época en la que en la Costa Azul se podían encontrar con Jeanne Moureau, Roman Polanski o Brigitte Bardot. No llegaron a vivir juntos. Jesús solo compartió techo con Elio al que conoció una noche en la Gran Vía mientras paseaba precisamen­te con Isidro que había ido a Madrid a la Feria del Libro Antiguo en Recoletos. Casualidad­es de la vida. El antiguo amante y el que sería el nuevo se llegan a conocer. «Con Isidro recordaba Mariñas-era yo el joven que se comía el mundo y ahora me había convertido en el hombre que toma el relevo para pasárselo a Elio, como si así estuviera escrito».

Orden y desorden

Sin Elio no podría entenderse la trayectori­a última de Mariñas, fue su gran apoyo y el mejor guardián de sus secretos. Elio venía de Venezuela y al final encontró en Madrid su destino. Lo contaba con tanta gracia, como casi todo lo que relata, que a veces uno no sabe si es la realidad la que habla con acento vaporoso o vamos de hipérbole en hipérbole. En aquellos días había saltado el escándalo de Marta Chávarri, que fue fotografia­da sin ropa interior, y Jesús trabajaba en la Cope, donde Elio conoció a Federico Jiménez Losantos. Desde entonces se tienen admiración mutua.

Según Elio, Jesús era «tremedoooo», desaparecí­a de casa, le llegaban facturas o demandas y no se enteraba. Elio vino a poner orden y desorden a la vez en una relación poliamaoro­sa, que dicen ahora los cursis que inventan palabros «cool». Dos meses después de aquel encuentro en la Gran Vía empezaron a verse en el apartament­o donde vivía Jesús en la calle Castelló y desde allí hasta la casa de Ópera y la de Callao, sus últimas moradas, hasta hace unas semanas. Se casaron el 18 de julio de 2016. «Me he casado porque se lo debía a Elio», declaró Mariñas a «Diez minutos». Ha sido el hombre que le cuidó hasta el último minuto y que aguantó, sabiendo que no había vuelta atrás. Hasta la mesilla del hospital se llevó su figura de San Francisco Javier. Igual lo encontramo­s delgado, con barba luenga, de profeta en Goa, malmetiend­o con la jerarquía.

Mariñas conoció a Elio cuando paseaba por Gran Vía junto a Isidro, que había sido su pareja

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ARCHIVO JESÚS MARIÑAS Jesús Mariñas junto a Isidro en una imagen de los años setenta
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El periodista junto a su viudo, Elio Valderrama

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