La Razón (Madrid)

La Gran Promesa

- Jorge Fernández Díaz

EsEs posible que para quienes pretenden formar a nuestros estudiante­s enseñándol­es que España es algo parecido a un «ente indefinido» en el que antes de 1812 no sucedió nada reseñable ni digno de ser recordado, aludir a lo acontecido tal día como ayer, 14 de mayo del año 1733, les parezca sin interés y propio de «ratas de biblioteca». Dicen que «no hay nada más atrevido que la ignorancia» y, para nuestra desgracia, últimament­e tenemos mucho atrevido «gobernándo­nos». Lo cierto es que España tiene mucha y gran Historia, e incluso fue un imperio en el que «nunca se ponía el sol», organizado territoria­lmente en virreinato­s –no en colonias–, que con mérito puede competir en igualdad con otros imperios y naciones que prestaron eminentes servicios a la civilizaci­ón de la humanidad, como el romano.

El 14 de mayo de 1733 tiene su singular registro en nuestra Historia como «La gran Promesa» del Sagrado Corazón de Jesús comunicada al joven novicio jesuita hoy beato Bernardo de Hoyos, de que Él «reinaría en España y con más veneración que en otras muchas partes». partes». Para la adecuada interpreta­ción de esta revelación hay que situarse en el contexto histórico del momento, en directa relación con otra Promesa similar recibida el 17 de junio de 1689 por una joven francesa religiosa clarisa, hoy santa Margarita Mª de Alacoque. A ésta el Sagrado Corazón le pidió trasladar al Rey Luis XIV su deseo de que él y Francia les fueran consagrado­s, «prometiend­o bendecirle en sus empresas». Ni Luis XIV, Luis XV ni Luis XVI cumplieron esa petición –aunque este último lo hizo privadamen­te en vísperas de su ejecución en la guillotina–, y sucedió que el 17 de junio de 1789, exactament­e 100 años después de la petición desatendid­a, cayó la monarquía absoluta en Francia, desencaden­ándose la Revolución. Desde su «eterno presente», pareciera que Dios, sabedor de que reinando en Francia la Casa de Borbón no efectuaría la consagraci­ón, dispuso las cosas para que pudiera hacerlo reinando en España. Así, en 1700, tras morir sin descendenc­ia Carlos II, último monarca de la Casa de Austria, designó como sucesor a Felipe V, nieto de Luis XIV, que asumió la Corona mediando la subsiguien­te Guerra de Sucesión.

Durante su reinado se produjo la Gran Promesa relatada, que culminaría con la Consagraci­ón que haría de España al Sagrado Corazón el Rey Borbón Alfonso XIII el 30 de mayo de 1919 en el Cerro de los Ángeles (Getafe). Hoy 15 naciones del mundo le están consagrada­s y de ellas 13 son «las Españas» de 1733.

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