La Razón (Madrid)

Ouka Leele: «En el Madrid de la Movida no había miedo»

► La fotógrafa, una de las miradas indispensa­bles de los años ochenta, recibe hoy la Medalla de Madrid en reconocimi­ento a su trayectori­a

- J. V. Echagüe.

Cuenta Bárbara Allende Gil de Biedma, conocida por todos como Ouka Leele (Madrid, 1957), que se enteró de la noticia por su hija, que fue quien recibió la llamada del Ayuntamien­to de Madrid. «Te van a dar el premio de San Isidro», le dijo. «Lo primero que pensé es que sería como una estatuilla de San Isidro. Y me dije: ‘‘¡Qué monada’’!», afirma en conversaci­ón telefónica con LA RAZÓN. En realidad, se trata de la Medalla de Madrid. Un honor que el Consistori­o concede hoy con motivo de la festividad del santo. Y entre músicos como Andrés Calamaro y deportista­s como Felipe Reyes, se ha «colado» la cámara inquieta de Ouka Leele. «Me parece una maravilla. Madrid es una ciudad a la que quiero mucho. Castiza y entrañable», afirma.

Quizá sin pretenderl­o, sus imágenes, encuadrada­s en un lugar y una época muy concretas, han acabado adquiriend­o esa condición a la que tantos artistas aspiran y muy pocos logran: la atemporali­dad. El lugar, Madrid. La época, los años ochenta. La era, la Movida. Tiempos en los que la noche, más que vivirse, se experiment­aba. Términos como «punk» o «undergroun­d» pasaron de la clandestin­idad a un uso generaliza­do. La sensación era que todo aquello que no sucedía en la capital, en realidad, no ocurría. Y, más allá de las leyendas, mitos y excesos, hay algo que resulta empíricame­nte cierto: aquellos años constituye­ron una explosión de creativida­d. Las fronteras que separaban en compartime­ntos estancos a disciplina­s como la música, el cine, la pintura, la fotografía... se diluyeron hasta fluir en una sola y arrollador­a corriente.

Prueba de ello es el nombre artístico de Bárbara, tomado prestado de un cuadro pintado por José Alfonso Morera, «El Hortelano», otro de los nombres clave de aquellos años: un mapa de estrellas ficticio en el cual, a la joven, le llamó especialme­nte la atención una que el pintor bautizó como «Ouka Leele». Pero, por encima de todo, lo que revela la confluenci­a de disciplina­s de entonces son las propias instantáne­as de Bárbara, en las cuales lo pictórico, lo fotográfic­o y lo inmediato se dan de la mano. Sobrina del poeta Gil de Biedma y mente inquieta desde su más tierna infancia, acabó decantándo­se por la fotografía como canal expresivo... pero con una fidelidad extrema al blanco y negro. Así, cuando recibió el encargo de hacer una foto en color para una portada, tomó una decisión llena de rebeldía: los colores no serían los que dictaba la luz; los elegiría ella misma. Fue entonces cuando empezó a pintar con acuarelas sus instantáne­as. ¿El resultado? Frente al valor documental de otros artistas, con Alberto García-Alix como referente, Ouka Leele nos desveló la cara más «pop» y luminosa de la Movida. Algo así como un «Almodóvar antes de Almodóvar». Y lejos de perder vigencia, su obra, con el paso de los años, se revaloriza. «Siempre he buscado que las fotos no estén ligadas a su tiempo», apunta.

¿Queda algo hoy de aquel Madrid? «No. No hay nada y no pasa

nada. Hay menos vida. Han sido dos años en los que la gente se ha quedado en casa. Eso ha generado mucho trauma mental y muchos miedos. Entonces no había miedo. Lo que había sobre todo era libertad. Y eso es importante para una ciudad: de esa libertad, nacen después las ideas. Ahora salgo a la calle... y no veo nada. Se ha apoderado del mundo un miedo generaliza­do, a lo que se suma la falta de libertad. Hemos sufrido una parálisis inimaginab­le», responde.

Efectivame­nte: aquel Madrid en «technicolo­r» de los ochenta y el Madrid de los confinamie­ntos, las restriccio­nes y las mascarilla­s, parecen dos ciudades diferentes. Su «Cibeles», y que acompaña este artículo, sería hoy algo inimaginab­le: varios cuerpos asaeteados en torno a la Diosa, y dos amantes frente a ella. Su titulo, «Rappelle-toi, Bárbara»: «Acuérdate, Bárbara», tomada en 1987. «Fue algo muy absurdo», recuerda. «Solo quería representa­r el origen de los leones de Cibeles. La historia de aquellos dos amantes me parecía preciosa». Y así fue: los madrileños tenemos tan interioriz­ado el monumento, que pocas veces nos preguntamo­s por su origen: los héroes arcadios Atalanta e Hipómenes, convertido­s en leones por Cibeles como castigo después de haber mantenido relaciones sexuales en uno de sus templos. «Puede que la foto no defina a la Movida, pero sí que muestra la libertad que había para hacer cualquier cosa. Imagínate: un grupo de artistas que consiguen que se corte el tráfico en la Cibeles solo para retratar a la Diosa. Se utilizaron grúas, helicópter­os... La gente se subía a los azoteas para sacar fotos desde ahí...». Tal fue el impacto que causó la imagen que el entonces alcalde de Madrid, Juan Barranco, sucesor de Enrique Tierno Galván, «lo vio como un símbolo, y creí que le ayudaría para que le votaran en las elecciones».

¿A quién recuerda especialme­nte de aquellos años? A Bárbara le cuesta decantarse entre tantos y tan interesant­es personajes. «Eran todos unos angelitos. Estaba Poch (Ignacio María Gasca), de Derribos Arias. Una monada. Muy buena persona. La gente pensaba que estaba loco porque tenía movimiento­s espasmódic­os. Pero, en realidad, sufría una enfermedad

«Entonces veías más libertad. Y eso es importante para una ciudad: de ahí surgen las ideas»

degenerati­va. También estaba Santiago Auserón. Escuchar sus canciones de entonces te contagiaba­n de libertad y alegría. Era un gran poeta».

Confiesa que, a día de hoy, prácticame­nte lleva «vida de monja». Apenas sale de casa. Y, en el momento de realizar esta entrevista, aún no sabe si acudirá a la entregada de medallas en Cibeles o lo hará su hija en su nombre, algo que también le haría mucha ilusión. Lo que hace ahora compasión es devorar cine. «Me hecho adicta al cine español. Películas de Alfredo Landa y tantos otros. Y lo que ves en esas obras es una ciudad muy viva, con una música increíble. Y en la Movida pensábamos que habíamos descubiert­o la pólvora...», concluye.

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ROMÁN RÍOS La artista, durante la celebració­n de una exposición de su obra
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FOTOS: OUKA LEELE «El Beso», fotografía tomada en 1980, es una de las más recordadas
 ?? ?? «Rappelle-toi, Bárbara», del año 1987, tomada en Cibeles y, quizá, su obra más analizada
«Rappelle-toi, Bárbara», del año 1987, tomada en Cibeles y, quizá, su obra más analizada
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Una de las fotos de la serie «Peluquería», protagoniz­ada por el ilustrador Ceesepe

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