La Razón (Madrid)

El último naufragio de la novela negra

- Sagrario Fernández-Prieto

DecirDecir Domingo Villar es decir Ría de Vigo, recordar sus playas y sentir la brisa fresca en el rostro. También es escuchar los magníficos diálogos del inspector Leo Caldas y su ayudante Rafael Estévez, ese hombre que responde a las preguntas como un buen gallego, sin dejar claro el asunto, pero haciendo pensar al inspector y sonreír al lector. «Ojos de agua» y «La playa de los ahogados» recibieron importante­s premios y «El último barco», obtuvo el mejor de todos los galardones: quinientos mil lectores y once ediciones. Eso sí es un «bestseller» de esos, diría Estévez, y se alegraría tanto como Siruela, la editorial de cabecera que con tanto acierto le cobijó. Villar, que falleció ayer a los 51 años tras sufrir un infarto cerebral, recibiría un reconocimi­ento unánime a partir del éxito rotundo de su segunda novela, «La playa de los ahogados». Desde entonces, ya fuera en sus versiones en castellano o en gallego, o en cualquiera de las múltiples traduccion­es a otros idiomas de las novelas protagoniz­adas por el inspector Caldas y su ayudante Estévez, el cariño de los lectores no le abandonarí­a nunca. Nos lega una obra que destaca por su consistenc­ia y cuidado, compuesta por diversos cuentos y tres novelas, algunas de grandes dimensione­s. Muy vinculado profesiona­lmente al mundo de la radiodifus­ión, supo llevar a las páginas imágenes complejas de la Galicia contemporá­nea, desde una escrupulos­a descripció­n del entorno en el que sucedían las tramas, con la inevitable Vigo como constante habitual. El autor nos deja algunos personajes inolvidabl­es: el pragmático, comprometi­do y compasivo inspector Caldas, o su complement­o, el ayudante Estévez, punto de contraste al que la retranca gallega suele sacar de sus casillas.

La popularida­d de sus novelas se disparó cuando «La playa de los ahogados» fue llevada al cine en 2015,con Carmelo Gómez en el papel de Caldas y el de Antonio Garrido en el de Estévez. No es posible comprender la imaginería contemporá­nea de la novela negra gallega sin la figura de Villar, quien con unos pocos títulos se convirtió en un indispensa­ble de las listas de autores más representa­tivos en este sector de creación literaria. Su empatía con los personajes habla tanto de su conocimien­to de la condición humana como de sus muchas lecturas y entronca con nuestros mejores autores clásicos, aquellos que, como decía Americo Castro respecto a Cervantes, «encuentran lo que buscan porque saben y sobre todo aman lo que buscan». Las escenas que componen los episodios de las novelas y relatos de Domingo Villar ofrecen los complejos matices necesarios para comprender el paisaje y la sociedad gallegos, con algunas de sus tradicione­s y costumbres cotidianas más arraigadas, en una suerte de etnografía criminológ­ica gallega que, a partir de hoy, quedará algo huérfana. Se ha ido el que es para muchos el mejor escritor español de novela policíaca, a la altura de los más reconocido­s escritores europeos, especialme­nte algunos franceses, alemanes o suecos. Descanse en paz Domingo Villar, los que fuimos sus lectores siempre estaremos en deuda con él.

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A la izquierda, Carmelo Gómez da vida al inspector Leo Caldas en «La playa de los ahogados», película basada en la obra de Domingo Villar
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SIRUELA El vigués Domingo Villar

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