Scotland Yard cierra con 126 multas el caso del «Partygate»
► Balón de oxígeno para Johnson que no afrontará nuevas sanciones por violar sus propias reglas del confinamiento
Boris Johnson ha conseguido cerrar, con relativo éxito, el primer episodio del escándalo del Partygate. Scotland Yard terminó ayer la investigación llevada a cabo sobre las fiestas celebradas en Downing Street y otras oficinas ministeriales en pleno confinamiento y determinó que ni el primer ministro ni su mujer, Carrie, afrontarán más multas. Ambos fueron ya sancionados el pasado mes de abril por su participación en la «fiesta» sorpresa que la «primera dama» organizó al líder tory por su cumpleaños en junio de 2020 en la sala de gabinete previa a una reunión de ministros. Johnson se convirtió así en el primer jefe de Gobierno en ser multado por Scotland Yard por violar la ley.
La Policía Metropolitana reveló ayer que su pesquisa, que empezó el pasado mes febrero, se ha saldado con un total de 126 multas y que 28 personas habían recibido más de una sanción. Del total de sancionados, 53 son hombres y 73 mujeres, pero al cierre de esta edición no habían trascendido nombres. Pese a que el escándalo del «Partygate» estuvo a punto de costarle el liderazgo al inquilino del Número 10 a principios de este año, los ánimos en las filas tories ahora se han calmado. El cierre de la pesquisa policial pasó ayer casi desapercibido en la agenda de Westminster. Johnson puede respirar aliviado. Pero la tregua dada por los rebeldes tan solo es temporal porque a la polémica de las fiestas en pleno confinamiento le queda aún largo recorrido y cada obstáculo puede acabar arrinconando al primer ministro.
Para la próxima semana, se espera la publicación del informe completo que realizó sobre la materia la alta funcionaria Sue Gray, quien ya adelantó a principios de este año que «hubo fallos de liderazgo y juicio». Y Johnson va a tener que dar explicaciones a la Cámara de los Comunes.
Una vez se haya publicado el informe de Gray comenzará además otra investigación en Westminster llevada a cabo por la Comisión de Privilegios para esclarecer si hubo desacato, es decir, si el «premier» mintió deliberadamente al Parlamento cuando afirmó en repetidas ocasiones que no se habían incumplido las normas durante el confinamiento. En caso de que se demuestre que no dijo la verdad, podría suponer motivo de dimisión. El líder tory insiste en que no fue consciente de que había violado las reglas que él mismo había impuesto. En definitiva, Johnson está de momento a salvo. Pero su puesto no está del todo garantizado. De hecho, hay varias voces dentro de su propio partido que piden su dimisión. El diputado «tory» Steve Baker es uno de los que ha dicho públicamente que «hace tiempo que se tendría que haber marchado». Uno de los factores claves que le mantiene aún en el poder es que los suyos no tienen un reemplazo. El ministro del Tesoro, Rishi Sunak, que durante tiempo fue visto como el gran favorito se ha quedado ahora sin ninguna posibilidad. Y no solo por el hecho de que también ha sido multado, sino porque su popularidad ha caído en picado por un escándalo de su mujer.