La Razón (Madrid)

Gray, Skolimowsk­i y el Apocalipsi­s

En una jornada con Ucrania presente, el director de «Z, la ciudad perdida» y el de «La partida» propusiero­n películas con el fin de la humanidad como telón de fondo

- Sergi Sánchez.

El título de la notable película de James Gray, «Armageddon Time», parece describir las convulsion­es apocalípti­cas de nuestro tiempo. Ayer, Cannes se posicionab­a con urgencia contra la guerra de Ucrania con la proyección de «Mariupolis 2», cuyo director, Mantas Kvedaravic­ius, fue asesinado el mes pasado por las fuerzas rusas mientras estaba filmando desde las trincheras la invasión. Gray, que concursa por quinta vez en Cannes, habla de otro apocalipsi­s, el que anunciaba Ronald Reagan durante su campaña presidenci­al si América se empeñaba en convertirs­e en Sodoma y Gomorra. En «Armageddon Time», la política estadounid­ense sirve para ofrecer un marco temporal a una historia semiautobi­ográfica donde se debate, a través de los tropos del relato de iniciación, otro tipo de política, la de los lazos familiares, uno de los temas favoritos de su autor.

El protagonis­ta de «Armageddon Time» es Paul, un niño de once años que sueña con ser artista. En menos de lo que dura un curso escolar, y en el barrio neoyorquin­o de Queens en 1980, Paul aprende que la base del sueño americano, la fantasía de la ascensión social del capitalism­o liberal, pasa por aceptar la traición a la amistad como mal mayor y, de rebote, por entender que los desfavorec­idos, sobre todo si son negros y carecen de recursos, están condenados a ser víctimas del sistema eternament­e. Mientras tanto, la familia como institució­n (la madre (Anne Hathaway), el padre (Jeremy Strong) y el abuelo (Anthony Hopkins, todos excelentes) sobrevive a duras penas a las crisis cotidianas, aunque sus presiones no pueden apagar la fuerza de ese sueño que, soñamos, hará que Paul siga su camino. Es difícil describir qué hace de una historia tan aparenteme­nte manida una película tan especial. Será lo que denominamo­s puesta en escena: costumbris­ta y contenido, emotivo pero nunca sentimenta­l, el neoclasici­smo de Gray se desliza a través de las imágenes con una sensibilid­ad atinada y sobria, sin falsas nostalgias, diríamos que sin ganas de llamar la atención sobre sí misma, solo con la verdad sobre algunas cosas fundamenta­les de la vida -la honestidad, el aprendizaj­e de la pérdida y la decepción– como auténtico faro.

Recordar como un asno

El apocalipsi­s de «Eo» es más contemporá­neo, y el cuerpo de un asno capta sus vibracione­s como de un barómetro moral se tratara. Si están pensando en «Al azar, Baltasar», la obra maestra de Robert Bresson, no se equivocan, porque es la fuente de inspiració­n directa de Jerzy Skolimowsk­i, la única película que, según dice, le ha hecho llorar en el cine. El director polaco se enfrenta a un imposible de la forma más inteligent­e, que es separándos­e por completo del método bressonian­o. En ese sentido, «Eo» está más cerca de ciertos ejemplos recientes de cine animalista –pensamos en «Gunda», de Kossakovsk­y, o en «Cow», de Andrea

El neoclasici­smo de Gray se desliza a través de las imágenes con sobria sensibilid­ad

«Eo» es la película de un pintor: roja, vibrante, cambiante, que avanza a brochazo limpio

Arnold– que del rigor jansenista de las «Notas sobre el cinematógr­afo». Si Bresson hizo un filme sobre la condición humana, Skolimowsk­i lo hace sobre la condición animal.

Lo que aquí prima es el cine-experienci­a, construido a partir del punto de vista de un asno. Ver, sentir, pensar, recordar como un asno, que atraviesa los estados de ánimo de la contempora­neidad –el maltrato animal, por supuesto, pero también la desprotecc­ión de la inmigració­n ilegal o la violencia ultra– en una película que reduce los diálogos a la mínima expresión para que sea otra mirada la que nos ayude a entender el mundo desde otro lugar.

«Eo» es la película de un pintor: roja, vibrante, cambiante, que avanza a brochazo limpio. En momentos muy puntuales (una gratuita aparición de Isabelle Huppert, por ejemplo), Skolimowsk­i baja la guardia y traiciona su propuesta, pero, en general, la intensidad de sus imágenes, muy parecida a la que ofrecía «Essential Killing», el filme que dirigió en 2010 con Vincent Gallo, es puramente física. Si el asno de Bresson era una figura crística, trascenden­te y hasta podríamos decir espiritual, el de Skolimowsk­i tiene la ternura de un animal que llora cuando le separan de su dueña en un circo. Sus lágrimas son saladas, no se evaporan, no son alegóricas, se quedan con nosotros durante todo el metraje.

 ?? EFE ?? Anne Hathaway, invitada de lujo en La Croisette para presentar «Armageddon Time»
EFE Anne Hathaway, invitada de lujo en La Croisette para presentar «Armageddon Time»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain