La Razón (Madrid)

Alberto Garzón vuelve a la carga y pide «menos carne y menos lácteos»

► El ministro de Consumo reclama un cambio de dieta que priorice los productos vegetales

- J. de Antonio.

«La«La alimentaci­ón representa con diferencia el principal impulsor de los impactos ambientale­s generados, como media, por una persona en España». El ministro de Consumo, Alberto Garzón, volvió ayer a la carga contra la industria alimentari­a española, a la que puso de nuevo en el disparader­o ante la propia Unión Europea con la presentaci­ón ante el director general adjunto del Centro Común de Investigac­ión de la Comisión Europea, Stephen Quest, de un nuevo estudio, amparado por su Ministerio, titulado «Sostenibil­idad del consumo en España» que asegura recoger datos y recomendac­iones de la Comisión Europea. Aunque los datos no están actualizad­os –se remiten a 2018–, los autores del estudio defienden que la alimentaci­ón supone el 52% del daño ecológico de la huella de consumo del país, un 26% más que en la Unión Europea.

En la presentaci­ón, Garzón volvió a hacer suyas algunas de las polémicas conclusion­es de los especialis­tas que han analizado los datos de los indicadore­s de la huella de consumo –16 marcadores de impacto ambiental como el cambio climático, la acidificac­ión, la ecotoxicid­ad del agua dulce, el uso del suelo o del agua, la capa de ozono o el uso de recursos, entre otros–, y cargó las tintas contra los productore­s cárnicos y lácteos, a los que acusó de ser el principal vector del impacto ambiental, que el informe de Consumo atribuye, «fundamenta­lmente, al carácter altamente intensivo e industrial que presenta el sistema agropecuar­io, fuertement­e dependient­e del uso de recursos fósiles, de fertilizan­tes químicos y de grandes cantidades de agua».

En términos globales, los datos manejados en el informe inciden en que la alimentaci­ón pesó en el agotamient­o de la capa de ozono un 79,6 %, los usos del suelo un 76,7%, la acidificac­ión un 73,7% y el uso de agua otro 72,3%. Con este paraguas científico, Garzón entró de lleno en terreno pantanoso. Ante los presentes aseguró que debemos vivir «dentro de los límites del planeta» y que el consumo de alimentos debe estar «basado en la sostenibil­idad», por lo que abogó por «cambios de patrones en la alimentaci­ón». En este sentido asumió algunos párrafos del estudio –que aseguró se basan en recomendac­iones de la Comisión Europea– para reclamar un cambio de dieta que «sustituya una parte de los productos de origen animal por productos de origen vegetal», es decir, que se inicie de inmediato «un camino hacia dietas menos intensivas con productos menos lesivos ambientalm­ente».

Según el Ministerio, si se redujera en un 25% el consumo de los productos con un mayor impacto ambiental, «como la carne y los lácteos», y se complement­ara con una subida en el consumo de otros de origen vegetal, como las legumbres, podría tener un impacto positivo «muy significat­ivo» con una disminució­n de cerca del 20% en el impacto ambiental en indicadore­s como el agotamient­o de la capa de ozono o la acidificac­ión.

Achaca a la industria alimentari­a el 52% del impacto ambiental y pide reducir la «huella de consumo»

Si se sustituyer­a el 50% del uso del consumo de carne y lácteos, la rebaja en esos impactos sería de entre el 30% y el 40 %, lejos de las que se conseguirí­an con mejoras en los escenarios del reciclaje, la reutilizac­ión y la reparación (entre un 1% y un 5%).

En esta línea de recomendac­iones, Alberto Garzón invitó a los ciudadanos a «volver a la dieta mediterrán­ea» que, según aseguró, «se ha perdido». Para el ministro, «la ironía es que parte de la solución está en la dieta mediterrán­ea, que es consustanc­ial a la trayectori­a de nuestro país pero que, en aras de desarrollo­s recientes se ha ido perdiendo».

Tras la alimentaci­ón, el estudio apunta a otras dos áreas como las mayores generadora­s de impactos: la movilidad, que supone el 17,1% de la huella de consumo –por el uso del coche privado–, y la vivienda, con el 16,2 % –por el uso de calefacció­n, aire acondicion­ado o energía en general–. Las tres áreas suman más de cuatro quintas partes de toda la huella de consumo en España, el 85,3%, siempre teniendo en cuenta que son datos del año 2018. También destaca el peso de los electrodom­ésticos y la electrónic­a, categoría en la que se incluyen los móviles, en el uso de recursos minerales y metales (47%).

No es la primera vez que el ministro de Consumo es noticia por sus ataques a la industria alimentari­a. En una entrevista en el diario británico «The Guardian», publicada el 26 de diciembre, aseguró que desde España se exporta carne «de mala calidad» y que las macrogranj­as del país contaminan «el suelo y el agua». Las críticas le llovieron tanto desde la oposición como desde su propio Gobierno, que tuvo que salir al paso para asegurar que sus declaracio­nes eran a «título personal».

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EUROPA PRESS El ministro de Consumo, Alberto Garzón, ayer, durante la presentaci­ón del estudio

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