Desigualdades sociales y una ira a punto de estallar
► La obra de Annie Ernaux aborda con crudeza el tema de la grieta social entre el mundo de los trabajadores sin instrucción y el de los instruidos
Entre la necesidad y la cultura. O, mejor dicho, entre la cultura como necesidad y la cultura como prestigio. Así ha sido la vida de la narradora de esta novela, que creció en Normandía, en el seno de una familia trabajadora y cuyos padres, dueños de una taberna y de una tienda de ultramarinos, esta instituciones ban convencidos de que la cultura y el estudio eran la base del progreso. Pero los años han pasado y, ahora, la narradora y protagonista decide rendir cuentas con sus padres y con su vida.
«Los armarios vacíos», de Annie Ernaux, es una novela dura, intensa, que pone en escena una grieta social: la diferencia entre el mundo de los trabajadores sin instrucción y el de los instruidos, especialmente aquellos que no necesitan ganarse la vida con el sudor de la frente. Una diferencia que lleva a la narradora a cuestionarse el papel que han tenido sus padres y las educativas en su formación como persona y como profesional. Con una arquitectura circular, que empieza con el final de la historia y con un aborto recién consumado en la narración, «Los armarios vacíos» se adentra con pelos y señales en un problema social trascendental, pero visto y diseccionado desde la más profunda intimidad y escrito, a su vez, a corazón abierto: sin filtros, con cruel sinceridad y sin remordimientos. El resultado es una novela intensa, despojada en su prosa pero que desprende una violencia asordinada, un resentimiento siempre a punto de estallar.