La Razón (Madrid)

Los socios consideran que el sanchismo es un lastre electoral

ERC y Podemos no garantizan la estabilida­d parlamenta­ria

- Carmen Morodo

El presidente del Gobierno ha comprobado que sus socios no quieren facilitarl­e la estabilida­d parlamenta­ria hasta que pasen las generales, por más cesiones que haga. ERC y Podemos compiten en Cataluña, pero a los dos les suma marcar distancias con el sanchismo. El ciclo electoral pesa más que todos los gestos.

LosLos socios de investidur­a ya no volverán a facilitarl­e a Pedro Sánchez la estabilida­d parlamenta­ria hasta que pasen las generales, por más cesiones que haga. ERC y Podemos compiten en Cataluña, pero a los dos les suma marcar distancias con el «sanchismo». El ciclo electoral pesa más que todos los gestos y concesione­s que realice el presidente del Gobierno, y ya hay voces dentro del socialismo que empiezan a plantearse hasta qué punto puede llegar a compensar al interés del partido el plan de Sánchez de terminar este mandato como presidente de la Unión Europea (UE). El camino que se vislumbra es un fin de Legislatur­a que se anticipa «agónico» e «improducti­vo».

De hecho, en ERC ya están «a otra cosa», su prioridad son las elecciones municipale­s de dentro de un año y, sobre todo, la Alcaldía de Barcelona. Han hecho números y su conclusión es que ya no hay nada que pueda darles Sánchez que valga más que rentabiliz­ar la táctica de marcar distancias con Madrid. Ni siquiera la reunión de la «mesa» bilateral porque, a fin de cuentas, las dos partes siempre han sido consciente­s que de ahí no podían sacar nada más que ganar tiempo, y el tiempo es lo que ya está en modo descuento para el examen electoral.

Las encuestas están confirmand­o en estos últimos días al partido de Oriol Junqueras cuánto les está sumando en su cuenta de resultados la crisis Pegasus, el victimismo y la ofensiva mediática en Cataluña bajo la bandera de que han sido espiados por el Gobierno de Sánchez. TV3 ha puesto todos sus recursos a dar aire a la tesis de la conspiraci­ón, y en Cataluña ha prendido, y así lo confirman los sondeos, la idea de que Sánchez y su equipo estaban espiando a los líderes independen­tistas catalanes mientras, al mismo tiempo, negociaban con ellos sus apoyos políticos. El presidente Sánchez tiene muy difícil anular un clima de opinión en el que se ha impuesto la conclusión de que las órdenes del CNI son políticas, y en el que se considera que no es compatible decir al mismo tiempo que las escuchas estaban autorizada­s judicialme­nte, porque se temía que representa­sen una amenaza para el Estado español, y buscar, a la vez, el apoyo de estos partidos para sostener al Gobierno de España. En esta crisis, el independen­tismo ha ganado por goleada a Sánchez, no al Gobierno de coalición, porque Podemos está en la misma estrategia de ERC de complicarl­e la existencia al PSOE, con la diferencia de que ellos tienen dos «peones», las ministras Irene Montero e Ione Belarra, en el Consejo de Ministros.

En este contexto, la decisión de entregar la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, cada vez se ve como un error más grave, una cesión gratuita, porque ni ese cese ni nada de lo que pueda hacer Sánchez de aquí a las elecciones le va a garantizar la paz que necesita para desplegar al menos su proyecto político más ideológico. Una vez que las previsione­s económicas han saltado por los aires por la invasión de Ucrania.

Esta semana ha estallado la guerra entre Podemos y el PSOE en el debate sobre la abolición de la prostituci­ón. Y también por la visita de Don Juan Carlos a España. Mientras bajo cuerda ha seguido cociéndose el enfrentami­ento por la reforma de las pensiones, que está en el Congreso pendiente de tramitar, y que se ha ido retrasando, semana tras semana, a pesar de que es una exigencia de Bruselas, por la falta de acuerdo entre los socios de investidur­a. Mucho tiene que cambiar la situación para que Sánchez pueda sacarla con el apoyo de Podemos y de ERC, y el centro derecha reclama algún estimulo fiscal, que Moncloa se niega a ofre

cer. Ahora bien, la reforma tiene que ser aprobada porque es una de las condicione­s del grifo de los fondos de reconstruc­ción.

En la gestión del regreso de Don Juan Carlos a España el PSOE también ha hecho alguna cesión, con el deseo de calmar a sus socios, que no ha servido para silenciar el ruido de sables contra la Monarquía y tampoco ha ayudado a gestionar con la máxima eficiencia y racionalid­ad un tema de Estado.

Y, a futuro, lo que se temen en el partido es que los socios entren en la dinámica de aprovechar su debilidad para fortalecer­se ellos. ERC, en su competició­n con Junts. Podemos, dentro de su pulso con la vicepresid­enta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Ahí tiene otro agujero el líder socialista que le obliga a destaparse de un lado para taparse por otro, sin tener asegurado lo único que le preocupa, y es que la plataforma de Yolanda Díaz resista, pero no en los niveles de la vieja Izquierda Unida, sino en los que tuvo en su mejor momento la formación morada. Es condición imprescind­ible para que el PSOE tenga posibilida­des de sumar una mayoría con nacionalis­tas e independen­tistas.

Sánchez puede seguir siendo presidente sin apoyos parlamenta­rios. Pero no puede gobernar, y la imagen de debilidad frente a sus socios conlleva el riesgo de laminar al PSOE en las citas electorale­s que antecederá­n a las generales. Esta semana el Congreso será otro infierno para el jefe del Ejecutivo con la comparecen­cia por Pegasus y la sesión de control antimonárq­uica organizada por sus apoyos.

ERC sube en sus encuestas gracias a la crisis Pegasus y ya «no hay nada» que le interese de Sánchez

Crece la preocupaci­ón en el PSOE por el coste de un fin de Legislatur­a «agónico»

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ALBERTO R. ROLDÁN
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Sánchez, en una de sus comparecen­cias en el Congreso

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