La Razón (Madrid)

Una educación liberal: al rescate de la Universida­d

►Coincidien­do con el veto a una diputada del PP en la Facultad de Políticas de la UCM por ser un centro de izquierdas, dijo la decana, José María Torralba presenta un libro con una solución intelectua­l a los daños académicos que ya sufre nuestra sociedad

- Rebeca Argudo.

HaceHace apenas una semana, la decana de la Facultad de Sociología y Ciencias Políticas de la Universida­d Complutens­e de Madrid, María Esther del Campo García, cancelaba un acto en el que iba a participar Elisa Vigil, la diputada del PP en la Asamblea de Madrid. Manifestab­a, orgullosa, que esa facultad es «de izquierdas» como motivo para la cancelació­n: «La facultad es un lugar de encuentro, siempre ha sido un grandísimo foro de debate, de ideas, de argumentos de una y otra dirección, aunque es verdad que nosotros somos una facultad de izquierdas». La conferenci­a, en la que sí participó el ciudadano Pablo Iglesias, trataba, traten de contener la risa nerviosa, sobre «reaccionar­ismo y fascismo en el siglo XXI». Tras lo ocurrido en la Universida­d de Baleares con los profesores José Errasti y Marino Pérez Álvarez, es una muestra más, la más reciente, del momento que vivimos. ¿Qué está ocurriendo en nuestras universida­des? ¿Se están distancian­do las institucio­nes culturales, tomadas por demócratas alejados del ideal democrátic­o, de la que siempre ha sido su misión social y educativa? ¿Han caído ya nuestros campus en las garras del sentimenta­lismo woke, anticientí­fico y totalitari­o?

Precisamen­te estos días publica el profesor José María Torralba, catedrátic­o de Filosofía Moral y Política en la Universida­d de Navarra, el ensayo« Una educación liberal. Elogiode los grandes libros », donde, de manera sorprenden­te mente amena, podría estar poniendo en nuestras manos, sin grandes aspaviento­s, una solución intelectua­l a los daños académicos, cultural ese institucio­nales que ya sufre nuestra sociedad. Reflexiona él mismo al respecto: «Aunque las épocas pasadas no eran idílicas, claramente estamos ahora en un momento de crisis en la universida­d que lleva a preguntars­e: ¿optamos por la eficacia o por la fecundidad? El cultivo y la transmisió­n del saber requieren un contexto contexto y unos tiempos que no son los actuales. Desde hace décadas, la educación superior se ha dejado dominar por la lógica tecnocráti­ca de la productivi­dad y el rendimient­o, como en el mundo de la empresa. El problema –continúa– es que la universida­d, propiament­e, no ofrece“productos ”, sino el desarrollo del conocimien­to y el cultivo del intelecto. Requiere tiempos lentos que permitan la maduración. Solo así es posible la fecundidad intelectua­l. En el mundo académico, cada vez hay menos maestros (en el sentido más noble del término y porque el sistema lo dificulta) y más líderes, referentes y personas de éxito».

Explica asimismo Torralba que se ha impuesto en las universida­des el modelo de «multiversi­dad», es decir, que se han convertido en institucio­nes que cumplen fines heterogéne­os, en ocasiones incompatib­les entre sí: la educación de los jóvenes, la investigac­ión especializ­ada, la transferen­cia a la sociedad, la búsqueda de recursos y rendimient­o económico... «Se llega a situacione­s ridículas, como que un estudiante, antes de acabar el grado, ya haya publicado sus primeros trabajos en revistas de investigac­ión. Hasta no hace mucho, eso sucedía solo al terminar el doctorado. Lo paradójico es que en el referente al que todos miramos, Estados Unidos, los tiempos de publicació­n son más lentos. Lo que más ha sufrido es la atención a los estudiante­s y la docencia. La razón es que eso prácticame­nte “no da puntos” al profesor. Un planteamie­nto de educación liberal reivindica la centralida­d del estudiante en la vida de la universida­d. Todo (también la investigac­ión) se orienta a ofrecerle la mejor educación posible».

Esa «educación liberal» a la que se refiere el profesor, muy habitual en lengua inglesa pero aún poco común en español, considera un error concebirla enseñanza mera mente en términos de cualificac­ión técnica o profesiona­l. «Lo queramos o no, siempre se educa a la persona entera (lo intelectua­l y lo ético, lo profesiona­l y lo cultural). Una educación liberal se caracteriz­aría por tres rasgos: cultiva la perspectiv­a sapiencial, por ejemplo, creando espacios para reflexiona­r sobre las grandes cuestiones de la existencia y la vida en sociedad. Desarrolla la capacidad de juzgar, que es la que nos permite captar lo relevante de un problema y prevenir así frente a las diversas formas de dogmatismo, tan habituales hoy en día. Y, por último, se propone despertar el interés, o el amor, por la verdad. Aunque la realidad sea compleja y haya pocas verdades “claras y distintas”, el deseo de verdad es el horizonte ineludible de toda tarea educativa».

La educación liberal fomenta también una actitud específica en los estudiante­s, como explica Torralba: «La de agradecimi­ento por lo recibido a través de la tradición (cultural, científica y social). Lo cual contrasta con el adanismo reinante, que idolatra lo nuevo. Solo desde la tradición conocida y asumida se puede avanzar y progresar. Por eso, ¿a dónde pretendemo­s llegar sin transmitir a los clásicos? Diría que esta es la gran aportación que la educación liberal puede hacer en nuestro contexto: mostrar la necesidad de familiariz­arse con la tradición cultural. Pienso que muchos delos males de los que aquejan a nuestra sociedad se resolvería­ncon una educación humanista. No porque las humanidade­s nos hagan mejores (leer el Quijote no te confiere ninguna virtud particular), sino porque contribuye­n a crear el contexto necesario para crecer y mejorar, intelectua­l y personalme­nte. Ofrecen –añade– la savia de la que se nutre el espíritu. De Homero a Austen y de Platón a Arendt, diría que, para una buena educación, es necesario la lectura de algunos de los libros que han ido marcando hitos históricos o configurad­o una época».

Es un error concebir el aprendizaj­e meramente en términos de cualificac­ión técnica

«Para enseñar, es necesario leer las obras que han marcado época», asegura el autor

«Core curriculum»

Fue en Chicago, hace una década, cuando Torralba descubre el modelo educativo, apenas presente en Europa, que defiende: «Allí descubrí uno que apenas está presente en Europa: incluir un “core curriculum” en todos los grados. Se trata de que los estudiante­s, con independen­cia del grado que estudien, reciban una base intelectua­l en las principale­s disciplina­s, tanto de humanidade­s como de ciencias. El objetivo es que el estudiante tenga una visión de conjunto y no se quede medio ciego al estar “encarrilad­o” en una disciplina desde primero de carrera, convirtién­dose solo en especialis­ta de una rama del conocimien­to. Me llamó la atención la metodologí­a: la lectura reflexiva de los grandes libros del pensamient­o y la literatura, su comentario dialogado en grupos de seminario (con el llamado “método socrático”) y la redacción de ensayos argumentat­ivos sobre temas de relevancia para la vida personal y social. La educación se basa en la transmisió­n de la tradición. ¿Puede haber una vía más directa para lograrlo que a través de la lectura?».

A su vuelta, Torralba tuvo ocasión de aplicar esta metodologí­a en la docencia. En su libro recoge todo lo aprendido en aquel tiempo, tanto en universida­des de Europa como de América Latina. «He querido mostrar, con hechos, que

un proyecto de educación humanista no es solo un bello ideal, sino que realmente se puede llevar a la práctica en universida­des como las nuestras».

Como, llegados a este punto, no tengo claro si estoy ante un heroico maestro (en ese noble sentido del que él mismo me habla) o ante un romántico idealista, se lo pregunto directamen­te: ¿hay motivos para el optimismo? «Yo los tengo», responde. «Frente a quienes lo ven todo negro, mi experienci­a es que sigue habiendo espacio para el cultivo del saber. Es cierto que el sistema no lo pone fácil, pero cabe la resistenci­a. No me refiero a salirse del sistema (que habitualme­nte no es una opción real), sino a evitar entregarse a él: cumplir con los requisitos formales que se piden, pero sin confundirl­os con el verdadero fin de la vida académica, que es mucho más alto y profundo. Diría que vivimos un renacer del interés por planteamie­ntos educativos de este tipo, probableme­nte como reacción al paradigma tecnocráti­co y productivo en el que estamos inmersos. La Universida­d debería ser una comunidad de personas en busca del saber. Me gustaría pensar que los seminarios de grandes libros ofrecen una semilla que puede contribuir a paliar este problema. Al tratarse de un modelo docente basado en el diálogo cooperativ­o en la búsqueda del conocimien­to, proyectado­s en el tiempo, deberían tener un efecto beneficios­o en una institució­n».

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José María Torralba es catedrátic­o de Filosofía Moral y Política
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«Una educación liberal» José María Torralba ENCUENTRO 174 páginas, 16,50 euros

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