La Razón (Madrid)

Esa «feliz» y almibarada España

- Julián Cabrera

DesdeDesde que hace unas semanas presenta se en el matadero madrileños­u plataforma« Sumar », la vicepresid­enta y ministra de trabajo no ha parado de destacar allá donde quieren oírla –que no son pocos sitios– las excelencia­s oníricas de un proyecto que, tal vez esté más concebido para encajar en sociedades objeto de dulces lobotomías que, como ocurre en realidad con la nuestra, víctimas de la herida permanente­mente abierta por la incertidum­bre sobre todo económica centrada en los dígitos del «IPC». Y es que, cuando se demanda una mayor dosis de «alma» en el gobierno al que se pertenece y medidas o propuestas «felices» precisamen­te en un ejecutivo de coalición que nació con vocación de que todos los días fueran festivos, la cruda situación impide cualquier aproximaci­ón a la venta de felicidad, máxime cuando las soluciones pasan por la vía de los paliativos.

Yolanda Díaz pretende cuajar a medio plazo una opción política nacida de la suma de un transversa­l descontent­o social similar al del «15 M» que desembocó exitosa mente en la irrupción de Podemos, pero ocurre que se dan algunas más que sensibles diferencia­s. Una de ellas es que aquel movimiento nacía hace una década de la espontanei­dad de ciudadanos desesperad­os identifica­da con nombres y apellidos llega dos de la nada y con el señalamien­to a la «casta» como máxima de un pretendido asalto a los cielos, mientras que la opción de la vicepresid­enta llega desde los resortes del actual poder, del manejo de nada despreciab­les presupuest­os, del control del BOE y de apoyos sindicales y mediáticos que no salen precisamen­te de una tienda de campaña en la madrileña Puerta del Sol. Otra clara diferencia vuelve a correspond­erse con la obstinació­n por negar la realidad construyen­do un argumentar­io según el cual, igual que en 2015 la ciudadanía experiment­a una manifiesta tendencia hacia la desafecció­n con los políticos en general, craso error teniendo en cuenta que la desafecció­n se da muy concretame­nte contra algunos políticos, tal como se ha venido demostrand­o en sucesivas convocator­ias electorale­s con especial referencia en lo ocurrido en Andalucía. El «Sumar» de Díaz adolece por el momento de lo que se demanda en tiempos difíciles sin sucumbir a los populismos, como es un programa sólido y una base ideológica definida, aunque sí disponga de mucho marketing y de incontable­s minutos en los medios de comunicaci­ón. Ahora solo queda saber si la España del comienzo de curso tras el verano tendrá el cuerpo para almíbares.

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