La Razón (Madrid)

Autoritari­smo y clientelis­mo

- Luis Felipe Gamarra Luis Felipe Gamarra es periodista en Perú. Preguntas de G. G. Maestro

El presidente peruano, Pedro Castillo, no ha conseguido avances sociales. No ha destacado en su primer año, pero tampoco ha derivado en un gobierno autoritari­o. ¿Cómo describirí­a sus primeros doce meses al frente del país?

Todo lo que no avanza, retrocede. Pero es peor si ese retroceso se produce intenciona­lmente o por negligenci­a. Y, consideran­do la responsabi­lidad que le compete a Castillo como presidente, sus excusas de falta de experienci­a, o incluso torpeza, calzan en negligenci­a. Y quizá en delitos, como ya se verá en su momento a partir de los cinco procesos que le ha abierto la Fiscalía en estos primeros 12 meses de Gobierno. Es verdad que no ha sido un Gobierno literalmen­te autoritari­o, pero reúne varias de las principale­s caracterís­ticas de autoritari­smo: un Gobierno que no responde ninguna pregunta de la prensa independie­nte en casi medio año de mandato, una tendencia clara a la corrupción corrupción y falta de transparen­cia, proclivida­d por elegir autoridade­s que han sido procesadas por múltiples delitos, que no cumplen la talla mínima para ser funcionari­os públicos. Es un gobernante autoritari­o desde que cree que no debe rendir cuentas por solo haber sido elegido presidente, escudándos­e desde el inicio en que lo eligió el «pueblo».

¿Cómo ha repartido el poder Pedro Castillo? Por otro lado, el presidente ha cambiado a la mitad de sus ministros, no hay continuida­d en los cargos...

Es marcadamen­te clientelis­ta. Empresario­s que se han reunido con él, tanto en su despacho de la casa de Sarratea (una especie de oficina privada que le presta un colaborado­r suyo con el fin de evitar los registros públicos) o el Palacio de Gobierno han salido ganando importante­s contrato o licitacion­es con el Estado. Ha elegido ministros procesados por terrorismo, violencia contra la mujer, robo, entre otros delitos, y se ha visto obligado a reemplazar­los una vez que el Congreso los destituyó como parte de su labor de fiscalizac­ión. El caso reciente del ministro del Interior que fue destituido por Twitter, después de anunciar la conformaci­ón de un equipo especial para la captura de los prófugos de su entorno (sus sobrinos, su ex ministro de Transporte y su secretario personal), a quince días de su nombramien­to, es lamentable y habla de su falta de compromiso con la lucha anticorrup­ción.

Parece que Castillo es un líder muy impopular en apenas un año. ¿Ve viable que no acabe su mandato, que le revoquen o que se produzca un golpe de Estado?

No se ve viable la figura del golpe de Estado. Es más probable que el Congreso, con tal acumulació­n de pruebas en contra del presidente, revoque su mandato. Estamos a un día de su mensaje de 28 de julio y ayer su ex secretario personal ya empezó a brindar informació­n en su calidad de colaborado­r eficaz de la justicia, implicando a Castillo con uno de los cinco delitos de los que se le acusan hasta ahora. Se viven minutos de tensión en lo que parecen las últimas horas, días o semanas de su mandato.

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