La Razón (Madrid)

Netrebko y Cia: éxito rotundo en el Real

- Gonzalo ALONSO

Obras: Donizetti, Verdi, Offenbach, Gounod, Bizet y Chaikovski. Intérprete­s: Anna Netrebko, Yisif Eyvazov, Elchin Azizov, Gemma Coma-Alabert. Orquesta Titular del Teatro Real. Director: Michelange­lo Mazza. Teatro Real. Madrid, 25-VII-2022

Netrebko, que se presentó con dos impresiona­ntes vestidos, ha perdido algunos kilos, pero afortunada­mente, no en la voz. De hecho, se mostró más consistent­e, sólida y segura que en un periodo cercano. Justificó, sin dudas, el lugar que ocupa en el mundo lírico. Se planteó un programa muy atractivo y, a la vez, exigente, con piezas populares junto a otras menos conocidas y con la compañía de un barítono, Elchin Azizov, de voz contundent­e y una mezzo, Gemma Coma-Alabert, de medios más discretos. Era, en principio sorprenden­te que empezasen por las páginas más exigentes, los miuras al principio, con las voces frescas aún sin calentar. Nada menos que el final de «Anna Bolena» de Donizetti y la gran escena del tenor en «Il Trovatore». Sin embargo, existía otra razón: finalizar con la última escena del acto I de «La dama de picas».

Deslumbró en el «Piangete voi?». La voz fresca, de amplio caudal, homogénea en toda su amplia extensión, con agudos firmes, con un control total de las dinámicas, fraseo impoluto, pianos, filados y medias voces de exhibición y, además, expresando. Sólo esta aria mereció toda la velada, pero hubo más en solitario, la escena del «Romeo y Juliette» de Gounod, dramática y entregada. Luego la barcarola de los «Cuentos de Hoffmann» junto a la citada Coma-Alabert y el dúo de soprano-barítono «Mira di acerbe lagrime» de «Trovatore», en el que Elchin Azizov mostró un centrado timbre baritonal, una voz potente y una línea de canto contundent­e. Otro tanto hizo en la «Canción del torero» de «Carmen».

Yusif Eyvazov es a Netrebko como Bernabé Martí era a Caballé, aunque hay que reconocer que con mucha más voz, pero la diferencia entre soprano y tenor es muy notable. Timbre no especialme­nte bello, línea canora lejana a la exquisitez y de contada facilidad para legar y apianar, agudos firmes y un amplísimo caudal, que trata de exhibir exageradam­ente sin necesidad son armas de un tenor que de verdad es un tenor. Lo demostró en el «Ah si, ben mio», en el que exageró el «precederti» y la «Pira», sin claridad verdianas en las notas picadas, pero expuestos con arrebato. La pareja también se lució en un compenetra­do dúo final de «Aida», ópera que acaban de cantar en Verona con la polémica del «blackface».

La parte oficial terminó con la última escena del primer acto de «La dama de picas» de Chaikovski, siendo un auténtico placer escucharlo con tal intensidad. No será fácil volverlo a oír de forma similar. Luego, con un público entusiasma­do y con muchas caras conocidas que no ocupaban todas las carísimas entradas del patio de butacas, pero si las de las alturas, tres bises. Netrebko entonó un aria de «La princesa gitana» de Kálman, Eyvazov el inevitable «Nessun dorma» pucciniano y todos los participan­tes la napolitana «Non ti scordar di me». La pareja estará encantada de volver en noviembre al Real para «Aida». Una mujer, mostrando carteles, la llamaba «asesina» a gritos a las puertas del teatro. Los de dentro lo pasamos en grande sin mezclar churros con merinas.

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Anna Netrebko entre Elchin Azizov, a su derecha, y Michelange­lo Mazza

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