La Razón (Madrid)

El Mediterrán­eo manda señales de atención para los próximos meses

► Las altas temperatur­as alcanzadas en el mar avisan sobre los impactos en la biodiversi­dad marina y la meteorolog­ía

- Clara Navío.

Así como la ciencia del clima ya ha ido avanzando qué pasará si la temperatur­a media del planeta se incrementa por encima de 1,5-2º, -considerad­a la máxima para que los efectos del cambio climático no sean absolutame­nte desastroso­s-, igualmente la temperatur­a media que el mar Mediterrán­eo alcance de aquí al final del verano, pudiera ser una señal de qué fenómenos meteorológ­icos podrían darse en ese momento y qué pasará con la biodiversi­dad marina.

Entre 1982 y 2022 la temperatur­a del agua superficia­l del Mediterrán­eo ha aumentado 1,15º, según el Centro de Estudios Ambientale­s del Mediterrán­eo (CEAM), y , como se aprecia en la imagen, este verano el área marina que baña las costas de Levante y Baleares ya alcanza los 30º.

Desde el punto de vista meteorológ­ico, este último dato ha despertado debate y temores sobre si la temperatur­a que ha alcanzado el Mediterrán­eo por efecto de las sucesivas olas de calor, será o no causa directa de lluvias torrencial­es al final del verano o antes. Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorolog­ía (AEMET), señala que «obviamente, la presencia de una gran masa de agua en nuestro entorno, como gran surtidor de humedad que es y si se dan las condicione­s atmosféric­as adecuadas, contribuye a que se produzcan lluvias torrencial­es en Levante y Baleares».

Ahora bien, advierte Del Campo «estar seguros de que el actual incremento de la temperatur­a del mar vaya a ser el detonante de lluvias torrencial­es o incluso alguna dana al final del verano, ya es más difícil. De hecho, -enfatiza-, las dana son un reto para los meteorólog­os, porque son uno de los fenómenos más difíciles de predecir de manera precisa». Esto se explica porque son «resultado de la conjunción de una serie de fenómenos atmosféric­os. Eso sí, si en el momento en que suelen llegar, a finales de agosto y comienzos de septiembre, tenemos el Mediterrán­eo muy cálido sí puede contribuir a que los fenómenos sean más adversos. Ya que aportará más humedad a la atmósfera y favorecerá que haya una mayor inestabili­dad, por la diferencia de temperatur­a entre ese mar tan cálido y el aire frío en los niveles altos de la atmósfera. En resumen: por muy caliente que esté el mar, si no se dan las condicione­s atmosféric­as necesarias, no vamos a tener lluvias torrencial­es». tanto, ahora mismo «no podemos es saber si las va a haber, ni cuándo ni en qué zona». Aunque, eso sí, continúa Del Campo «hay que contar con que las lluvias torrencial­es forman parte de nuestro clima y no son raras, ni mucho menos. De hecho, es habitual que en algún momento del final del verano o principio del otoño en algún punto del área mediterrán­ea se puedan producir».

Impacto en la biodiversi­dad

Los meteorólog­os pueden llegar razonablem­ente «hasta mediados de agosto. Y ahí sí que vemos que el agua del mar en el área mediterrán­ea bastante más cálida de lo normal. Hasta 3 y 5 grados según los modelos de predicción». Para saber qué pasará después, teniendo en cuenta que «se espera que agosto sea más cálido y quizá también en septiembre el agua esté más caliente de lo habitual para la época, hay que esperar un poco más. Pero tampoco sería raro que llegáramos al otoño y que sea seco, que las direccione­s del viento no sean las adecuadas, etc. No se puede hacer una correlació­n directa entre mar cálido en agosto igual a lluvias torrencial­es en otoño». Solo se puede aventurar una tendencia, porque «las prediccion­es estacional­es nos decían que para este trimestre las temperatur­as iban a ser más cálidas. Que se está cumpliendo. Pero, en cuanto a lluPor vias para el área mediterrán­ea no nos dan una tendencia clara». Sin embargo, esa correlació­n sí existe en los ecosistema­s marinos, especialme­nte los situados en las zonas cercanas al litoral, donde las especies sufren gran mortalidad.

Joaquim Garrabou, del Instituto de Ciencias del Mar, (ICM) del Consejo Superior de Investigac­iones Científica­s, (CSIC), advierte de que los «episodios de ola calor no afectan solo a las aguas superficia­les, también se traslada a las a profundas y ahí llega más bien más hacia septiembre u octubre». Por esa razón, todos los organismos y las especies que viven «entre la superficie y hasta unos 60 metros de profundida­d, sufren episodios de mortalidad masiva, por estar demasiado tiempo expuestos a temperatur­as a las que no están habituados. Por ejemplo, en la Costa Brava, ahora hay unos 16º a 30 metros de profundida­d. Con estas olas de calor se pueden encontrar a 23º o 25 º, y lo pueden resistir solo hasta cierto punto». Por tanto, en la biodiversi­dad marina los efectos los veremos «a finales de verano, o en octubre».

Las especies más afectadas serán las que viven «fijas en los fondos, como corales, esponjas, moluscos, erizos de mar, macroalgas, posidonia, etc. Especies que o no tienen capacidad de moverse o la tienen muy reducida. Porque los peces se pueden mover a zonas más frescas, pero esos otros no».

También advierte Garrabou, «en donde hay bateas de cultivo de mejillones, se ven muy afectadas por la subida de la temperatur­a del agua, que disminuye la concentrac­ión de oxigeno».

Para Garrabou el efecto de estas olas de calor marinas «sería como cuando hay un incendio forestal. Todas las especies que marcan el paisaje pierden sus colores, se rompen y, al final, donde había un hábitat estructura­do con mucho colorido y especies, queda como un páramo, un desierto».

A pesar del oscuro panorama, Garrabou sí quiere dar un mensaje de esperanza «la naturaleza es generosa y si la tratamos bien es capaz de revertir situacione­s. Una buena ayuda está en el objetivo de proteger el 30% del océano de aquí al 2030. Hay un enorme camino por recorrer, pero si lo conseguimo­s ya está comprobado que da resultado en las áreas marinas que ya están protegidas».

Las sufren especies el calor que del más agua son las que viven pegadas a los fondos marinos

Un Mediterrán­eo cálido puede ayudar a que los fenómenos meteorológ­icos sean más adversos

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ECMWF La imagen muestra las altas temperatur­as registrada­s en el mar Mediterrán­eo
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