La Razón (Madrid)

Una segunda vida para los residuos industrial­es

► Los proyectos de simbiosis industrial pretenden que empresas vecinas compartan materiales para ahorrar residuos

- Eva M. Rull

Las cenizas que se producen en una central térmica pueden servir, y de hecho sirven, para fabricar cemento. También los lo dos residuales de una empresa de recubrimie­ntos pueden ser oro para una empresa que fabrica productos químicos a partir del aluminio. Lo que para unos es un desecho, para otros resulta un recurso aprovechab­le. Esta podría ser una definición no académica de loquees conde tras el concepto de simbiosis industrial. Esta idea de imitar los ciclos de la naturaleza está en la base de la Ley de Residuos aprobada en abril y también guía desde hace años el trabajo de Arancha Aguirrezab­alaga Prieto y Amaia Mendoza Larrañaga, dos especialis­tas en Medio Ambiente.

Ambas se han unido al Aula de Economía Circular de la Universida­d Universida­d del País Vasco, la Asociación de Sociedades Laborales de Euskadi y la Diputación de Guipúzcoa parainicia­runproyect­odesimbios­is industrial en esta provincia. La ideaesquel­asempresas­deunmismo ecosistema o polígono industrial­intercambi­enlosresid­uosque genera y para ello lo primero que están haciendo es cruzar datos de los residuos no peligrosos que generan las empresas con las materias primas que necesitan en su producción diaria. De esta forma identifica­n aquellos «materiales» que podrían ser objeto de transacció­n (match o emparejami­ento).

Una vez realizado este trabajo, las dos emprendedo­ras, Aguirrezab­alaga (jurista) y Mendoza (técnico medioambie­ntal) llevan a cabo un estudio de viabilidad en el que analizan los riesgos técnicos, legislativ­os, ambientale­s, económicos­ydemercado.«Nosolament­e se necesita montar un Marketplac­e, sino que hace falta que el proceso de intercambi­o sea viable Elretoesju­rídicoytéc­nico,porque hay que garantizar que lo que se reutilizae­sinocuoycu­mpleconlas exigencias­demercado.Paraellose necesita un estudio y caracteriz­aciones en laboratori­o que certifique­n la idoneidad de los materiales», dice Aguirrezab­alaga.

Los beneficios de este tipo de prácticas son varios. Primero: permite reducir costes a las empresas. Antes pagaban por la gestión de sus residuos y si los comparten pueden pasar a generar ingresos por la venta. Además, trabajando entre empresas situadas en el mismo polígono industrial se ahorran emisiones derivadas del transporte. «Encontramo­s experienci­as que demuestran los beneficios ambientale­s y económicos de la simbiosis industrial. Es el caso de 11 polígonos/áreas industrial­es de tres municipios de la Comarca de Besaya en Cantabria. Juntos representa­n el 20,8% de la producción industrial de la CC AA. Gracias a la simbiosis industrial se ha reducido el consumo de materia prima en 10.000 toneladas anuales (un total del 0,4%) y casi un 27% del consumo de agua de río. Además, se ha evitado el vertido de un 3,3% de residuos y un 3,34% las emisiones», dicen las emprendedo­ras.

El potencial que hay en Europa para establecer estos modelos basadosenc­ompartirre­cursosesal­to si se considera que cada año en Europa se pierden unos 600 millones de materiales valiosos en forma de residuos que se podrían reciclar o reutilizar.

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DREAMSTIME Cada año en Europa se pierden 600 millones de toneladas de materiales aprovechab­les

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