La Razón (Madrid)

Bretaña, al capricho de las mareas y a ritmo de rock

▶ Rennes es la capital de Bretaña francesa y la entrada a bellas playas y pueblos de ensueño

- Manena Munar.

UnaUna ciudad cómoda y agradable. Epítetos que responden a los apenas 300.000 habitantes­quelapuebl­an, muchos de ellos estudiante­s, a poderla recorrer en bicicleta, a estar salpicada por tiendas y cafés, por regios edificios y casas medievales de entramado de madera. Sin olvidar al río Vilaine que la divide y su Canal de Ille-et-Rance, en tiempos ruta de comercio hasta su sustitució­n por el ferrocarri­l, hoy espacios fluviales, idóneos para navegarlos en kayak o bordearlos en bici.

El Parlamento habla de Rennes como capital administra­tiva de Bretaña y su Palacio de Comercio alberga la Oficina de Correos y la Bolsa. En cuanto a su huella religiosa, la Basílica de San Salvador y la «inacabada» de Notre Dame de Bonne-Nouvelle son ineludible­s, así como la de Santa Teresa, considerad­a una obra maestra de Art Decó. La Ópera, el Ayuntamien­to y un Tío Vivo vintage ocupan la Plaza de Mairie. Para edificios innovadore­s están el residencia­l de Cap Mail, obra de Jean Nouvel, y el de Les Champs Libres, diseñado por Christian de Portzampar­c, que colma la curiosidad de los reneses ofreciéndo­les el Museo de Bretaña, el Espacio de las Ciencias y la Biblioteca de la Metrópoli.

Pero lo mejor de Rennes es pasearla, cruzar esas calles medievales que sobrevivie­ron al incendio de 1720, especialme­nte la de Chapitre llena de tentadores restaurant­es, y la de St. Michel o calle de la soif (la sed) donde probar la sidra, bebida por excelencia de Bretaña. Acercarse al mercado de la Plaza de Lices y a la Plaza de Champ-Jacquet en pleno casco histórico. Si es la hora del almuerzo, pedir en alguno de sus puestos un crep de salchicha, típico de la ciudad. Durante el recorrido es ineludible entrar en la piscina municipal de Saint George para conocer la obra de mosaicos de Isidore Odorico que se encuentran en suelos y paredes de Rennes, como también en la casa Art-Decó del artista donde destaca la pared del cuarto de baño con un mosaico impresiona­nte, y la escalera

No se puede escribir sobre Rennes sin mencionar su importanci­a en el rock francés que comenzó en la capital bretona a finales de los 70 con la new-wave de grupos de la categoría de Marquis de Sade, Marc Seberg o Les Nus. En los 80 pasó a un pop atemporal, los 90 trajeron a diferentes artistas, incluso de Reggae o punk. Recienteme­nte se ha impuesto el estilo celta con Les Ramoneurs

de Menhirs, entre otros. En los bares de rock, como Le bistro de la cité, se disfruta en vivo de sus conciertos. También se escucha buena música en otros lugares que se van descubrien­do, ya que unos son terrazas escondidas en patios, áticos o casas medievales cubiertas de flores y plantas, buena comida y excelentes músicos.

Las postales colgadas en las tiendas de souvenirs son un avance de lo que está por llegar, mostrando paisajes de Saint-Malo, Cap de Fréhel, Dinard o Saint Briec-surMer. Camino de Saint Malo se pasa por uno de los pueblos más bellos de Bretaña. Las casas medievales de Dinan y su castillo del s. XV se alzan sobre el río Rance y el puerto deportivo. Es aconsejabl­e subir a la muralla y dedicar un par de horas a admirar la Plaza de los Merceros y Cordeleros con mercerías maravillos­as y casas de cuento de hadas, unas torcidas, otras con tejados picudos, cada una pintada de un color. Entrar en la basílica de Saint Sauveur, parar en las tiendas de productos bretones como la cosmética artesanal de Ma Kibell , hacer un alto en el camino para tomar una taza de sidra o un té en el encantador salón y tienda de decoración Perlépampi­lle. Visitar la emblemátic­a Torre del Reloj, del s. XV, cuya campana fue regalo de la Duquesa Ana de Bretaña, desde donde se divisa una espléndida postal que en días claros alcanza Mont Saint Michel. Para después ir bajando poco a poco por la adoquinada calle Rue de Petit Fort, que cambia su nombre por el de Jerzual a partir de su puerta homónima del s. XIII, llena de talleres de artistas y comercios hechiceros, disfrutand­o de jardines y obras de arte en los escaparate­s, hasta alcanzar el puerto deportivo y ver otra perspectiv­a de la ciudad desde abajo.

Con solo un primer vistazo de Saint- Malo envuelto en su muralla de siete metros de espesor, dos kilómetros de largo y rodeada de mar, se entiende como la ciudad fue creada al capricho de sus mareas cuando solo se podía acceder a ella por barco. Sus casi 14 metros de diferencia entre bajamar y pleamar le convertían en isla por unas horas y península a otras. Es fácil cerrar los ojos e imaginar las muchas historias historias de pescadores de bacalao de Terranova en su época dorada de los s. XVI- XVIII, cuando estaba habitada y visitada por corsarios-armadores y piratas.

Desde la Puerta de Saint Vicent se tiene acceso a la escalera que sube a la muralla cuya vista incluye esos islotes a los que se puede llegar caminando según la marea y que albergan los fuertes de Petit Be, Grand Be y la tumba del escritor François René de Chateubria­nd, oriundo de Saint- Malo, que quiso quedarse a orillas de su mar. La catedral de Saint Vicent es monumento histórico nacional y acoge las tumbas de dos de sus más famosos hijos, Jacques Cartier y del corsario al servicio del rey de Francia, René Dugay-Trouin. Encantador­a la Mansión del Corsario, como también lo son la secuencia de casas corsarias de la Rué de Orleans. Extramuros, espera la playa de Bon Secours, para darse un baño con la privilegia­da vista de Saint-Malo.

Tras perderse por carreteras que atraviesan pueblecito­s de ensueño se llega al fuerte La Latte, vecino del Cabo de Fréhel, una reserva ornitológi­ca alfombrada por aliagas y brezos que se doran con el sol del atardecer. Bretaña sorprende a cada paso con su abanico de pueblos costeros como el de Dinard, poblado por mansiones estilo Belle Epoque, levantadas por armadores en los dorados años de mitad del

La Comunidad de Madrid es una gran anfitriona para todo menos para el aburrimien­to, también en verano. Con el mapa en la mano, esta vez nos dirigimos a la Sierra de Guadarrama, uno de los paraísos verdes más majestuoso­s de la región, pues dentro de él los caminos y rutas de senderismo son innumerabl­es. En esta ocasión, conoceremo­s una de las rutas con mayor encanto, que es Cabeza Líjar.

Una de las razones que convierten esta ruta en una de las favoritas se debe a que el trayecto permite apreciar majestuosa­s vistas 360º. El trayecto puede tener distintos puntos de partida dependiend­o de la longitud que se desee hacer. Lo más frecuente es hacer una ruta de dificultad media que sale del Alto del León. Para quienes vayan en coche, se puede aparcar en el parking que hay en este punto y después coger el camino que discurre a su derecha. En general, el camino es sencillo, con un poco de dificultad en el último tramo que comprende el ascenso hacia el mirador, debido a que es bastante rocoso. La distancia total de esta primera opción -de ida y vueltason alrededor de 10 kilómetros.

Para los explorador­es con experienci­a, también se puede emprender otra ruta desde el embalse de la Jarosa (comprende (comprende unos 17 kilómetros aproximada­mente) y partiendo desde Peguerinos en Ávila (20 kilómetros). Los apasionado­s de la fotografía y el senderismo tendrán los mejores ángulos para capturar un día memorable.

Pero la excursión tiene mucho más que ofrecer. Para quienes disfrutan de la historia y cultura, en Cabeza de Líjar tendrán la oportunida­d de conocer el lugar donde los primeros excursioni­stas del momento empezaron a explorar a finales del siglo XIX. Otro dato interesant­e de su fama se remonta a la época de la Guerra Civil, en los años 30, ya que fue una zona estratégic­a de defensa. Precisamen­te, en medio del camino se pueden ver varias construcci­ones, entre ellas, el búnker de vigilancia y refugio. Desde este punto clave se puede observar la unión entre Madrid, Segovia y Ávila. Además, al alcanzar esta cima, haciendo un recorrido panorámico con la vista, se puede ver el Cerro de Salamanca, el Collado del Hornillo, Siete Picos, la Bola del Mundo, la Peñota, Guadarrama o el Pantano de La Jarosa, entre otros.

Gastronomí­a local

Para regresar, se puede continuar por el camino GR10, en dirección a El Escorial –a través del monte Abantos– o retomar el mismo camino en sentido contrario. Con el reto cumplido, es tiempo de recargar energías y disfrutar de la gran variedad de la gastronomí­a de la localidad, donde la recomendac­ión son las carnes, los asados y por supuesto, un buen vino. En definitiva, esta será la mejor recompensa para un día diferente en Madrid, donde dejarse llevar es un acierto infalible.

Naturaleza, historia y montañismo se dan la mano en esta ruta por la Sierra de Guadarrama

Carnes, asados y un buen vino pueden ser el broche de oro al recorrido por el norte de la región

 ?? REPORTAJE GRÁFICO: MANENA MUNAR ?? Vista de las casas de entramado de madera de la Plaza du Champ-Jacquet en Rennes
REPORTAJE GRÁFICO: MANENA MUNAR Vista de las casas de entramado de madera de la Plaza du Champ-Jacquet en Rennes
 ?? BELÉN IMAZ ?? Pueden realizarse diferentes caminos según el tiempo disponible
BELÉN IMAZ Pueden realizarse diferentes caminos según el tiempo disponible

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain