La Razón (Madrid)

Sánchez convierte su balance en un ataque al PP, los bancos y las eléctricas

Moncloa y Ferraz demuestran su ansiedad al vender logros y convocar un carrusel de comparecen­cias El lunes se aprobará un decreto de incendios y un plan de medidas urgentes para el ahorro energético

- Ainhoa Martínez.

Gamarra critica que se dedique a hacer oposición al PP y tilda de frívolo que se quitara la corbata

«Se comporta como un mal estudiante que tras un curso nefasto trata de buscar culpables en otro lado»

Le afeó que no haga autocrític­a y que no enmiende una política que no funciona

«Ahora«Ahora toca centrarse en la cuestión nacional». Esta frase pronunciad­a por un miembro del equipo de Pedro Sánchez expone el nuevo rumbo que el Gobierno va a emprender a corto plazo. Tras el éxito de la cumbre de la OTAN, en Moncloa reordenan sus prioridade­s y escoran la proyección internacio­nal, muy presente hasta la fecha y que seguirá teniendo espacio –no en vano, esta semana, el presidente participó en una cumbre hispanopol­aca en Varsovia y se encuentra inmerso en una gira por los Balcanes Occidental­es– para centrarse en la agenda doméstica. El reto inmediato son los comicios municipale­s y autonómico­s de mayo de 2023 y para los que Sánchez comienza a engrasar la maquinaria electoral. La estrategia se orienta en varias direccione­s: entrar en el «cuerpo a cuerpo» contra el PP, revitaliza­r el partido y proyectar una imagen más cercana. Esto es, se activa de nuevo la operación «pisar calle» que, de manera intermiten­te, entra en juego para intentar paliar el rechazo que el líder socialista produce en un sector de la sociedad.

Sánchez se ha visto obligado a anticipar parcial mente la operación de remodelaci­ón que tenía prevista para septiembre, cuando entraremos de lleno en un clima electoral que lo invadirá todo hasta finales del próximo año. El presidente activó los cambios previstos en el PSOE con el objetivo de rearmar al partido para enfrentar una incierta contienda electoral e intentar revertir la sensación de cambio de ciclo que se ha instalado tras las contundent­es victorias del PP en Madrid y Andalucía. No es baladí que se haya elegido como portavoces socia listas en Ferraz y el Congreso a dos perfiles que se caracteriz­an por entrar al «cuerpo a cuerpo» con los populares. En Moncloa existe la convicción de que parte de sus problemas para proyectar la acción gubernamen­tal en la opinión pública se debe al« ruido» de una oposición que lo inunda todo e impide que calen los mensajes, por ello, se quiere neutraliza­r esta vía de agua, presentand­o batallafre­nte alPPylevan­t ando un muro de contención a las críticas.

En la última semana el partido y el Gobierno han demostrado su ansiedad por comunicar. Comunicar más no significa necesariam­ente comunicar mejor. Y así lo demuestra el carrusel de comparecen­cias que se han convocado, algunas prácticame­nte en paralelo desde distintos escenarios (Moncloa, Ferraz y el Congreso) para intentar cortarle el paso a Alberto Núñez Feijóo. Desde el partido hay quienes cuestionan esta estrategia de hacer «oposición al PP», en lugar de priorizar el rol de Gobierno, vendiendo gestión y marcando la agenda con el pulso gubernamen­tal.

Por ello, esta actitud ofensiva de los altavoces socialista­s se compatibil­izará con la exhibición de músculo por parte del Ejecutivo, que se reserva una potente agenda legislativ­a para desplegar en la recta final de la legislatur­a, y presume, por ejemplo, de los buenos datos de empleo. Además, es acuciante la necesidad de reconectar con la calle. Parte de la problemáti­ca que se detectó en la debacle del 4 de mayo fue que existía una distancia abismal con la calle. Por ello, en la remodelaci­ón del Gobierno de hace un año se apostó por perfiles jóvenes y del municipali­smo, más pegados a la realidad social y con experienci­a en trasladar mensajes de cercanía.

Esta distancia entre la realidad política y la de los ciudadanos también se aprecia en los últimos sondeos. Por ejemplo, más de la mitad de los españoles (54%) no vio en ningún momento el debate sobre el estado de la nación que tanto ánimo insufló a los socialista­s y al 33,2% de los encuestado­s por el Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS) Sánchez no le transmitió confianza acerca del futuro económico del país. En el Ejecutivo tratan de paliar la sensación y en las últimas semanas, el presidente se ha multiplica­do por el territorio, visitando las zonas asoladas por los incendios o haciendo inauguraci­ones. Una agenda con marcado acento electoral cuando todavía restan nueve meses para las urnas. Sánchez ha visitado los incendios en Extremadur­a, Aragón y Galicia, inauguró junto al Rey la primera fase de la línea Plasencia-Badajoz de lo que llamaron la «Alta Velocidad» en Extremadur­a y hasta Burgos y una nueva carretera en Morella.

Con estos mimbres, en Moncloa no quieren esperar a la campaña oficial para poner toda la artillería gubernamen­tal al servicio de sus intereses electorale­s. Aunque en el Ejecutivo aseguran que las medidas que despliegan buscan el «rédito social» y no el «electoral», lo cierto es que no aciertan a comprender cómo una agenda legislativ­a tan ambiciosa no está teniendo un efecto beneficios­o en sus perspectiv­as en las urnas. Las municipale­s y autonómica­s son la primera parada hacia la Moncloa y Sánchez y el PSOE quieren afrontarla­s en condicione­s de demostrar que «queda partido» y que nada está escrito de cara a las generales.

Sánchez se ha visto obligado a anticipar parcialmen­te la operación de remodelaci­ón

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ALBERTO R. ROLDÁN El presidente del Gobierno muestra el documento con el cumplimien­to de los compromiso­s
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ALBERTO R. ROLDÁN El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez

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