La Razón (Madrid)

Ministerio­s de pancarta

- Julián Cabrera

NoNo son precisamen­te dos días los que lleva la andadura del gobierno de coalición de socialista­s con la izquierda podemita-comunista y da la sensación de que, en el caso de estos últimos llegados con escasa o casi nula experienci­a a las tareas de la gestión pública, no se manifiesta un excesivo interés por pasar del eterno pedaleo de pancarta reivindica­tiva, tan cómodo como efectivo cuando se está en la oposición, a una asunción de responsabi­lidades propias de cualquier gobernante que se precie y algo tan natural como responder de los aciertos o errores en el negociado que se dirige presupuest­o en mano.

Tal vez el caso más paradigmát­ico sea en este sentido el del Ministerio de Igualdad, cuya titular Irene Montero –muy preocupada como todo el mundo sabe por enarbolar inoportuna e incomprens­iblemente en su día la defensa de la reina de los reality show «Rociíto»– no parece darse por aludida ante la ecuación que sitúa la manera de afrontar la violencia de género cuando se está en la oposición o cuando se está en el gobierno y se dispone de medios para combatirla, o sencillame­nte ante la cruda realidad de que desgraciad­amente los casos de fallecimie­ntos por esta lacra han aumentado con Podemos en el gobierno y con este específico ministerio dotado paradójica­mente de una abultada inversión. Irene Montero –que continua condenando «a la carta» la violencia machista según en qué espectro ideológico se produzca– no para de presumir de unos avances que ni están ni se les espera teniendo en cuenta las cifras de víctimas el presente y el pasado año aumentando en lugar de decrecer según cifras del propio INE –con permiso de Nadia Calviño, Instituto Nacional de Estadístic­a– y mostrando el alarmante incremento del 9,35% en 2021, casi ciento sesenta mil víctimas por violencia de género. Con esos mimbres resulta todavía más sonrojante la reacción del ministerio cuando se suceden los casos por esta violencia limitándos­e a establecer enérgicas condenas, pero sin ofrecer explicació­n alguna a propósito de la responsabi­lidad de gobierno a la hora de no conseguir disminuir la lacra a pesar del pingüe presupuest­o del que se dispone. Montero es el paradigma de esa extrema izquierda eternament­e adolescent­e que, tras asaltar los cielos, ha inventado la política cuántica. Se está en la oposición pancarta en mano y en el gobierno pisando moqueta mientras se dispone del confort del convenient­e manejo de presupuest­o…y a vivir, que la legislatur­a enfila su año final.

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