Los dilemas de la inflación
Eduard Saura
AfaltaAfalta de conocer los componentes del último dato de inflación, parece que lo que hasta ahora era una inflación de origen exógeno –ruptura de la cadena de suministros, precios internacionales de la energía– causado por elementos extraordinarios –cierre de puertos en China, guerra en Ucrania– se está contagiando a los factores de producción domésticos. El problema no es solo español, sino europeo e incluso occidental. Sin embargo, los desafíos son diferentes según de un lado y otro del Atlántico: en EE UU, el foco inflacionista está en el mercado laboral, en pleno empleo: la política monetaria y fiscal están alineadas y buscan ralentizar la economía para rebajar la tensión de los salarios y por esa vía reducir la inflación. En Europa, el escenario es diferente: a la inflación por la guerra, la dependencia energética y los problemas de suministro se le ha sumado la inflación por la devaluación del euro, lo que se está trasladando a la producción doméstica. Dada esta inercia, ¿qué puede hacer Europa para evitar la cronificación de la inflación? En primer lugar, debe resolver la contradicción entre la política monetaria y la fiscal: seguimos estimulando la economía por medio de subvenciones y fondos europeos mientras que el BCE ha iniciado una senda de política monetaria restrictiva. No podemos frenar y acelerar a la vez. En segundo lugar, Europa debe conseguir bajar el coste energético, en particular las facturas más tangibles por el consumidor: la percepción de inflación es tan o más peligrosa que la inflación en sí. En tercer y último lugar, Europa debe destensar el mercado laboral, y es en este aspecto donde los Gobiernos nacionales tienen la responsabilidad de adaptar su política a su realidad nacional: en los países del norte con tasas de desempleo muy bajas, la tentación será de enfriar la economía. En los países del sur y en particular en España debemos superar la contradic
ción de tener una tasa de desempleo del 13% y al mismo tiempo dificultades para encontrar trabajadores en algunos sectores. Los agentes sociales y el Gobierno deben enfocar sus negociaciones a mejorar la flexibilidad y la formación. Contribuiríamos así a amortiguar la inflación reduciendo el paro en lugar de aceptar que el único freno a la inflación es una recesión.