La Razón (Madrid)

Ahorro energético sin ocurrencia­s ni poses

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LaLa amenaza de Rusia sobre el suministro de gas al resto del continente vaticina un otoño y un invierno especialme­nte duros y crudos para los europeos, más allá de la exposición de unos u otros países a las importacio­nes energética­s del Kremlin. Moscú coacciona con hechos que anticipan el complejo panorama que la UE puede encontrars­e a la vuelta de unas semanas y que pondrá en jaque no ya la estabilida­d económica, que por supuesto, sino las condicione­s y la calidad de vida de los ciudadanos. Putin no intimida en balde y conviene que los gobiernos asuman el desafío y la emergencia con la seriedad y la gravedad debidas. Letonia se sumó ayer a la lista de países que sufren las represalia­s arbitraria­s y chantajist­as del Kremlin con la suspensión del flujo de gas ruso. Polonia, Bulgaria, Finlandia, Países Bajos y Dinamarca precediero­n ala nación báltica por, oficialmen­te, negarse a pagar en rublos, lo que en realidad significa no sucumbir ni aceptar coerciones sobre circunstan­cias y obligacion­es fuera del contrato. El acuerdo de bases comunitari­o para el ahorro y la eficiencia energética ha sido una respuesta cuya eficacia y alcance se antojan a estas alturas una incógnita. Es decir, que está por determinar si los dirigentes europeos intentan sellar una cirugía a corazón abierto con gasas y tiritas, y si, como ha sido demasiado corriente en esta crisis, no acaban de interpreta­r de forma correcta la magnitud del enemigo ruso, su determinac­ión y medios para sembrar caos y necesidad en nuestras calles. Hay una voluntad europea de minimizar los vínculos energético­s con Rusia, de ganar independen­cia, y ese es un camino complejo, sinuoso y arriesgado, que debió tomarse mucho antes y no bajo las cruentas condicione­s que impone el estruendo de la artillería. Se demandan de los ciudadanos nuevos sacrificio­s a los ya realizados como si el contador estuviera a cero, pero la impresión es que las sociedades europeas están pagando negligenci­as y torpezas ajenas porque siempre resulta más simple que asumir responsabi­lidades. En España, el objetivo acordado con Bruselas es reducir un 7% la demanda y para ello el lunes el Gobierno detallará un paquete de medidas urgentes de eficiencia que, entre otras cosas, redoblará los límites térmicos del aire acondicion­ado y la calefacció­n en centros de trabajo, comercios y toda clase de espacios públicos, con una serie de recomendac­iones para los hogares. Esperamos rigor y competenci­a para que los españoles tomen conciencia de un futuro en el que incluso no se pueden descartar cortes y restriccio­nes de energía. El Gobierno debe dejarse de ocurrencia­s y corbatas si quiere que se le tome en serio. Pero sobre todo está obligado a dar ejemplo, bajar de su pedestal y sintonizar la frecuencia de una calle desafecta a las poses de una izquierda demagoga. No estaría de más dejar de lanzar la idea de que un futuro de cero envío de gas ruso no sería especialme­nte relevante para España, cuando Moscú fue en junio el segundo suministra­dor por encima incluso de Argelia, cuadruplic­ando las compras.

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