Las fiestas y los de siempre
PPolicíaPPolicía asesina», «Policía fuera», eran los slogans que inundaron el ambiente sonoro de las fiestasveraniegas en los pueblos vascos y navarros (es decir, en territorio ETA) durante los años 80-90. Las fiestas, el tumulto, la utilización de la pasividad de la mayoría de los jóvenes, fueron uno de los espacios estratégicamente elegidos por el entorno pro etarra para, sobre todo, «marcar territorio». Que quedara claro que no todo el mundo era bien recibido en las zonas festivas del «Pueblo», que había personas o representantes de instituciones que no solo no eran gratas, sino que podían correr peligro. Y los demás, a callar.
En las fiestas de Bilbao de 1993, en plena mañana soleada, elertzai na Su saeta fue apaleado por 26« jóvenes» abertz al es mientras paseaba de paisano. No hubo quien le defendiera. Todo fue grabado al detalle por una cámara situada en una de las farolas de la zona. El debate que se suscitó a partir de ese día no fue en torno a la brutal agresión, que podría haber terminado mucho peor, sino sobre qué hacían unas cámaras grabando en el «espacio festivo».
Si la víctima hubiera sido una persona decolora paleada por jóvenes blancos, el vídeo habría dado la vuelta al mundo.
Desde entonces, esto no ha cambiadodemasiado. Las fiestas siguen siendo su coto privado para actividades insultantes contra España o la policía, para reivindicación pública de sus asesinos favoritos y, si es menester, para« pequeños» actos de persecución o exclusión. No hay que perder la costumbre.
El reciente acoso a una joven mujer ertzaina en las fiestas de Mutriku es más de lo mismo. En otros casos «solo» son insultos, «peleas de bar», «riñas de fiestas» provocadas por «grupos minoritarios », y así. No solo contra policías, claro. Han mama do la mayor enseñanza de E TA: la coacción funciona. Sobretodo cuando, como en el presente, les favorecen oportunista se in decentes coyunturas políticas para lasque estos hechos son« puntual es y pasajeros ».
Ojo, que tampoco faltará el político de Bildu que condene teatralmente los hechos: ya se sabe, son contrarios a todo tipo de violencia.
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Puede que la Ertzaintza, al final, acabe como «un cuerpo domado»
elegido y la televisión pública vasca hizo una serie relativizando la agresión de los agresores. La Guardia Civil dejó de pisar Navarra. El principio del fin. O el fin que se busca.
Es posible que los ertzainas dejen de aparecer en las fiestas de sus pueblos porque quizás sus mandos se lo insinúen. O porque prefieran evitar pasar un mal rato con su pareja o hijos. Y que prefieran seguir viviendo en tranquilos pueblos de Cantabria o Burgos o puede ser que la Ertzaintza termine siendo transformada en un cuerpo domado por instructores ex etarras que la conviertan en una amable policía foral de tráfico.