«Vamos aceleradamente al colapso de nuestra especie»
El rostro de nuestro antepasado más antiguo de Europa ha sido el último y emocionante hallazgo de este arqueólogo: «Ha sido el más importante de mi vida.Y mira que he participado en muchos...»
EudaldEudald Carbonell (Ribas de Freser, Cataluña, 1953) hace un alto en la excavación para hablar con este periódico. Apenas 30 minutos que dan para mucho. Hace tres semanas pudo mirar a la cara a nuestro pasado más antiguo de Europa y se le oye exultante. Codirector de las excavaciones de Atapuerca junto a Arsuaga y Bermúdez de Castro, planea dejar el cargo («90% de marrones y 10% de disfrute») en 2024. Se va a dedicar «a vivir», dice, pero seguirá pensando, investigando y escribiendo. Hay vida más allá de la arqueología y la va a exprimir.
¿Qué ha supuesto un hallazgo así en el final de su carrera?
Ha sido el más importante de mi vida. Ver la cara de hace un millón y medio de años de nuestros antepasados es muy potente y distinto de una calota o un fragmento de mandíbula. Ha sido una impresión fuerte. Supongo que tendrá que ver con la edad y con que estamos a punto de retirarnos.
Puede ser entonces el último importante.
Seguramente habrá más, pero es muy difícil encontrar cosas de esta antigüedad. Sobre todo fósiles de esta categoría. Esto se encuentra cada 50 años. Atapuerca ha sido una singularidad en ese sentido, el hecho de encontrar primero a Agamenón, luego a Miguelón, la Chica de la Gran Dolina...
¿Por qué se retira?
Bueno, ya sabe eso que dicen de que más vale una retirada a tiempo. Los equipos necesitan renovarse, nosotros estamos acabando un ciclo y el proyecto tiene continuidad. continuidad. Algunos de los que nos van a sustituir llevan con nosotros 25 o 35 años y es el momento de dejar paso a nuevas formas de pensar, organizar y trabajar.
¿Qué le interesa fuera de la arqueología?
Voy a intentar poner una viña y a trabajar en cuestiones como los sistemas de la teoría de la evolución social. También en proyectos relacionados con la alimentación y la evolución... En fin, libros, artículos y también estar con mi familia, que me han visto poco.
Me hubiera encantado vivir en el bar de ‘‘La guerra de las Galaxias’’ por la diversidad»
Y hablando de evolución social, ¿qué dice de nosotros como especie esta ola de incendios?
Las grandes preguntas surgen con las crisis, si no, no aparecen. Ya sabe que mi discurso hace un tiempo es que el Homo Sapiens es una especie imbécil y cada vez hay más imbéciles que tienen poder. Hay algo en la selección cultural que no funciona porque no los elimina. Algo hemos hecho mal para que estemos como estamos, con esta incapacidad de tener una conciencia crítica y de socializar la tecnología. Vamos aceleradamente hacia un colapso como especie, algo obvio que ya nadie cuestiona. No hemos sabido hacer los cambios económicos cuando las sociedades rurales pasaron a sociedades industriales y postindustriales. Hemos contribuido netamente a la tendencia climática al incrementar el metano y la aceleración de los procesos históricos que revierten de forma negativa en nosotros. Por lo tanto, necesitamos otras nuevas maneras de procesar nuestra información y de utilizar la tecnología para mitigar o matizar nuestra relación con la Madre Tierra.
Es muy interesante la diferencia entre la selección natural y la selección tecnológica.
Es la primera vez en la historia humana que hemos conseguido matizar la selección natural. Fíjese que actúa de forma impecable según las leyes de la propia naturaleza, la memoria, el sistema geológico, biológico... En cambio, la selección técnica y cultural puede protegernos a través del descubrimiento. Hablemos, por ejemplo, de la pandemia. Si no hubiera sido por la selección técnica, las capacidades tecnológicas humanas de modificar ARN, habríamos palmado 500 millones o más.
¿Qué lecciones ha extraído de la pandemia?
Nos ha hecho mucho peores. Es lo que tiene un sistema humano que está basado en el egoísmo y la falta constante de complementariedad como especie.
«Hay algo en la selección cultural que no funciona porque cada vez hay más imbéciles»
«En un siglo habrá un cambio fundamental: en la Tierra convivirán distintas subespecies»
«A estas alturas ya deberíamos ser capaces, como mínimo, de matizar la selección natural»
«Estresante debía ser que un Homotherium te respirara en el cogote cuando dormías la siesta»
¿Esperaba otra cosa?
No. Lo avisé desde el principio. Recuerdo haberle contestado a Iñaki Gabilondo que nos enfrentábamos a algo con unos efectos tremendos en las poblaciones, sobre todo entre los mayores, y que aquí se estaba hablando de que si una comunidad autónoma hacía esto o lo otro... En momentos como este es cuando más se tiene que actuar de forma ordenada. No por miedo sino por convicción.
¿No es el miedo la mayor motivación?
Sí, sí, claro. Pero volvemos a la selección natural, eh. Al hipocampo, al hipotálamo. A cosas que tendríamos que ser capaces, como mínimo, de matizar a través del lóbulo frontal y parietal.
Eso de «matizar» la selección natural suena a hackear nuestra esencia de Homo Sapiens.
Es una buena expresión. Siempre se da esta contradicción. Cuando estábamos haciendo el libro Sapiens hace 21 años este era uno de los temas que tocábamos frecuentemente. Estas contradicciones entre el motor animal y la conciencia y la tecnología, que es una parte de la conciencia. Cómo estas dos cosas chocarían si implementábamos exponencialmente nuestras capacidades tecnológicas.
¿Qué otras emociones sirven de motor más allá del miedo?
El miedo es la más importante porque el estrés de cuando éramos cazadores-recolectores ha quedado grabado en la memoria de nuestro sistema. Los homínidos modernos estamos muy estresados por si nos quedamos sin trabajo y tenemos que buscarnos otra forma de sobrevivir, pero imagína
te lo estresante que debía ser que un Homotherium te respirara en el cogote cuando estuvieras durmiendo la siesta aquí en la sierra.
Pero la sensación es la misma.
Sí, porque se ha quedado en este motor. Pienso que a la sensación de miedo se contrapone, por los neurotransmisores y la química del cerebro, la satisfacción. La que conseguimos a nivel biológico con el placer, el sabor o el sexo. Miedo y satisfacción son los dos grandes sentidos que tenemos.
Dice que le hubiera gustado vivir en el bar de «La Guerra de las Galaxias» por la diversidad.
Ja, ja, ja, sí, es algo que tengo muy implantado en la CPU. Mi lucha por la diversidad es fundamental, mantenerla e incrementarla. Si la perdemos, vamos a palmar. Si hay cualquier crisis gorda, tenemos gente que se ha adaptado a vivir en el hielo con técnicas muy básicas y fáciles de llevar a cabo, por ejemplo. Si eliminamos, como está haciendo la globalización, la diversidad, uniformamos nuestra especie. Y la uniformización provoca siempre cambios unidireccionales que en cualquier momento de crisis y de fallo hace que se rompa todo el sistema y haya un cuello de botella importante.
¿No hay ningún aspecto positivo de la globalización?
Muy pocos, es el mayor error de la Humanidad. La extensión del conocimiento se puede hacer de otras formas. Yo contrapongo planetización a globalización. Tendría que ser un ensayo humano contra la uniformización. Cuando decía esto hace 25 años, imagínese, me tachaban de boina atornillado. La diversidad no se admite. Y como humanos evolucionados tendría que ser al revés. Nos choca el color de la piel, el carácter económico de una clase social o de otra... Esto es una prueba de que la humanización está por hacer.
¿Cómo nos ve en un par de siglos?
Uno de los cambios más grandes es que habrá, probablemente en el próximo siglo, mucha diversidad en la Tierra. Habrá humanos que no se habrán dejado modificar, los conservacionistas; aquellos que se habrán editado genéticamente conforme a la evolución; los que serán modificados para sobrevivir a enfermedades. Y luego estarán los ciborgs, que ya existen. Habrá muchas subespecies, como hace 40.000 años.