Llegar a la meta
Antonio Pelayo
FranciscoFrancisco ha vuelto muy satisfecho de su visita a Canadá. Y no le faltan razones para pensar que ha logrado el objetivo que se había fijado en su «peregrinación penitencial».
En primer lugar a pesar de, como ha reconocido, sus «limitadas posibilidades físicas» ha conseguido «caminar juntos», que era el lema de su 37º viaje apostólico. Le hemos visto usar una silla de ruedas, pero tambiéncaminar apoyándose en un bastón y cumplir todas las citas de su agenda: participar en numerosos encuentros, presidir celebraciones litúrgicas, realizar viajes en avión o en coche, pronunciar nueve discursos.
Al despedirse de una delegaciónde indígenas en Que becl es confesó que había venido «como peregrino para dar nuevos pasos adelante con ustedes y para ustedes; para que se prosigaen la búsqueda de la verdad, para que se progrese en la promoción de caminos de sanación y reconciliación, para que se siga sembrando esperanza en las futuras generaciones de indígenas y no indígenas, que desean vivir juntos, fraternalmente, en armonía».
El Papa no se ha ido por las ramas refugiándose en un lenguaje diplomático: ha denunciado el desastre producido por el sistema de las escuelas-residencias( auténtico reformatorios)donde decenas de miles de niños y niñas aborígenes han sufrido vejaciones y abusos. Y ha pedido en innumerables ocasiones perdón por la colaboración de las instituciones católicas locales en una política de «asimilación y desvinculación» incompatible con los valores del Evangelio y que ha causado efectos devastador es. En uno de sus discursos más importantes no ha dejado de exigir que el gobierno federal cumpla con todas las recomendaciones de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, y que no se esconda tras las acusaciones a las instituciones cristianas.