Pensiones-IPC: una bomba de relojería
Las urgencias financieras del Gobierno se han agudizado condicionadas por compromisos presupuestarios discutibles. La inflación es un terremoto cuya onda expansiva resulta crítica. Especialmente en las pensiones, desde que Sánchez decidiera ligar su revalorización al coste de la vida. El rédito de ese mensaje propagandístico ha sido singular mientras los números no han entrado en escena. Hoy, el IPC del 10,8% en julio tras el récord del 10,2% en junio significaría 22.000 millones más en la astronómica factura que desbordará el récord de 2022 y llegará a los 185.000 millones. Se superaría la transferencia de 20.000 millones a la Seguridad Social prevista en el reciente techo de gasto. El estrés contable está garantizado. El recurso a la deuda tiene los días contados. Es lo que ocurre cuando la ideología y el interés político acogotan a la razón económica.