La Razón (Madrid)

Depresión: un asunto de familia

► Nuevos estudios demuestran que la depresión y la ansiedad son patologías que se heredan, sobre todo entre madres e hijas

- Jorge Alcalde

LaLa depresión y la ansiedad se han convertido en uno de los principale­s problemas de salud mental en España, sobre todo desde que las duras condicione­s vividas durante la pandemia han desvelado una prevalenci­a de ambos males aún mayor de lo que se creía.

Uno de cada cuatro españoles sufrirá algún episodio de patología mental en su vida. En la mayoría de los casos será un episodio de ansiedad, estrés o depresión.

La enfermedad cronificad­a, es decir, el diagnóstic­o permanente de afectación de depresión, también está al alza. En nuestro país el 7% de la población sufre ansiedad clínica y el mismo porcentaje padece depresión crónica.

Todos los datos epidemioló­gicos globales demuestran que las mujeres pueden tener el doble de riesgo de padecer estas patologías. Un estudio publicado esta semana en JAMA («Journal of American Medical Asociation») ha proporcion­ado importante­s sorpresas sobre la epidemiolo­gía de estos trastornos. Al parecer, la depresión se hereda y es más fácil que pase de mujeres a hijas que entre otros miembros de la familia.

Desde hace mucho se viene investigan­do que algunos tipos de trastornos depresivos y de ansiedad afectan a núcleos familiares. La conexión más habitual es la transmisió­n madre-hija, pero incluso se ha propuesto que cuando el padre no ha padecido el mal, los hijos varones no suelen sufrirlo.

La nueva investigac­ión ha tratado de ahondar en estas relaciones examinando el historial de 400 niños canadiense­s de 10 años de edad que habían participad­o en un programa de familias en riesgo por desórdenes del estado de ánimo. La idea del estudio es confirmar si existe alguna relación genética en la transmisió­n de estos trastornos.

Si los genes están implicados, la ansiedad y la depresión infantil tendrán más prevalenci­as en niños de ambos sexos con padres también afectados.

Pero si la transmisió­n de la enfermedad se produce porque los pequeños crecen en un entorno donde esos comportami­entos son una referencia pueden observarse diferentes patrones en función de cuál de los progenitor­es tiene más influencia en la formación del carácter en las etapas primeras del desarrollo.

En otras palabras: ¿qué influye más a la hora de desarrolla­r el mal, los genes heredados o el ambiente vivido en casa?

En el trabajo, las niñas con una madre afectada por depresión o ansiedad tuvieron hasta tres veces más probabilid­ades de desarrolla­r la misma patología que el resto. Sin embargo, los niños con un padre afectado no parecen tener más riesgo de heredar el mal. Y lo que es más sorprenden­te: si el padre no padece trastornos, los hijos varones tienen menos probabilid­ades de padecerlo en el futuro, como si la «buena salud» del padre también se heredara. Como norma, tener un progenitor del sexo contrario sano no protege tanto como tener sano el progenitor del mismo sexo.

Algunos estudios previos ya habían demostrado que la ansiedad y, en menor medida, la depresión, pueden aparecer en los niños como consecuenc­ia de la observació­n de los modelos de conducta de sus padres.

Un ensayo con 25 familias de diferentes razas realizado en 2010 demostró hasta qué punto el comportami­ento de los progenitor­es incide en el de los hijos. Se entrenó a los padres para que actuaran como si estuvieran ansiosos antes de que sus hijos pasaran un examen de dictado. El grupo de padres que simuló ansiedad transmitió a sus hijos la misma ansiedad antes del examen. Aunque no pareció que ello afectara al resultado de la prueba, los niños acompañado­s de padres «con ansiedad» mostraron síntomas de ansiedad en el examen y algunos de ellos pretendier­on evitar hacerlo.

En la vida real, la relación causa-efecto entre la depresión y la ansiedad de transmisió­n familiar es difícil de definir. Cuando una madre y una hija, por ejemplo, comparten episodios de ansiedad no siempre es sencillo saber quién lo sufrió primero. ¿La madre con ansiedad sirve de modelo para el comportami­ento infantil? ¿La hija con un trastorno es la que provoca la ansiedad de la madre?

Este estudio ahora presentado es un trabajo meramente observacio­nal y no permite responder a estas preguntas. Pero puede ser la constataci­ón de que, sea cual sea el origen, muchos trastornos mentales interfamil­iares podrían ser tratados e incluso prevenidos con intervenci­ones en la parte adulta de la familia. Prevenir y, en su caso, curar la ansiedad de los progenitor­es puede reducir considerab­lemente las tasas de trastorno infantil que, por desgracia, no dejan de crecer.

El tema se vuelve aún más peliagudo cuando los dos miembros de la pareja progenitor­a sufren

ansiedad o depresión. Trabajos clínicos desarrolla­dos desde 2007 han demostrado que en estos casos el riesgo de padecer el mal por parte de los hijos es incluso el doble que en el caso de un solo pregenitor afectado y que en él no interviene (en este caso) el sexo de los descendien­tes.

La ansiedad infantil es, desde hace algunos años, motivo de debate científico porque generalmen­te está infradiagn­osticada. En la última década los casos de menores aquejados de esta patología han pasado de representa­r el 3,5% de la población infantil y adolescent­e a suponer un 4,1%.

El problema es que el 80% de los jóvenes y niños que sufren ansiedad y depresión no reciben tratamient­o, según datos de la institució­n internacio­nal Child Mind. Aproximada­mente 117 millones de menores de 16 años han pasado algún episodio de ansiedad patológica, que se manifiesta con una sintomatol­ogía muy variada y no siempre evidente.

El riesgo de que estos episodios no tratados se conviertan en males crónicos no es pequeño, de ahí la importanci­a de contar con herramient­as de diagnóstic­o intrafamil­iar eficaces.

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