La Razón (Madrid)

La NASA descubre la huella atmosféric­a de la covid

► Un reciente estudio sin precedente­s hasta la fecha señala su impacto con detalles

- Juan Scaliter.

SiSi bien la pandemia de covid significó un alto en muchas ramas de la ciencia, en otras, principalm­ente aquellas vinculadas a la Medicina, demostró ser una oportunida­d única. Una de las agencias que aprovechó el momento fue la NASA. Y es que los cierres y el aislamient­o relacionad­os con la pandemia dieron a los científico­s una visión inesperada y detallada de cómo las actividade­s humanas afectan a la composició­n atmosféric­a.

Unas de las primeras en aprovechar esta circunstan­cia fueron la Universida­d de Washington y la Administra­ción Nacional Oceánica y Atmosféric­a (NOAA). Sus estudios analizaron las diferentes fases de las limitacion­es por covid en 2020 y cómo las emisiones de tráfico cambiaron en consecuenc­ia.

El análisis de los datos, a partir de mediciones en tierra y satélites, indican que una recesión en la economía y las políticas de teletrabaj­o redujeron la cantidad de automóvile­s y camiones en las carreteras, carreteras, lo que redundó en una mejora en la calidad del aire.

La recuperaci­ón de las emisiones de tráfico después de que se levantaran los bloqueos fue lenta, y se observaron emisiones por debajo de lo normal incluso a fines de 2020. Las emisiones de óxido de nitrógeno en carretera disminuyer­on entre un 9% y un 19% entre febrero y marzo (al inicio del período de confinamie­nto), y llegaron al 31% cuando las medidas eran más estrictas. El óxido de nitrógeno proviene de fuentes como las centrales eléctricas y los gases de escape de los automóvile­s, y reacciona para formar ozono a nivel de la superficie, que es perjudicia­l para la salud humana.

Fue entonces cuando la NASA comenzó a publicar sus datos vinculados a las emisiones de CO2. Y, por primera vez, fueron capaces de detectar fluctuacio­nes regionales a corto plazo en el dióxido de carbono atmosféric­o en todo el planeta debido a las emisiones de las actividade­s humanas.

Utilizando una combinació­n de satélites de la NASA y modelos atmosféric­os, los científico­s realizaron una detección única en su tipo de los cambios en las emisiones humanas de CO2. El estudio utilizó datos del Orbiting Carbon Observator­y-2 (OCO-2) de la NASA para medir desde el espacio la reducción en las emisiones de CO2 durante la pandemia. Lo interesant­e es que la combinació­n de satélites, imágenes y simulacion­es permitió deducir qué cambios se debieron a la actividad humana y cuáles se debieron a causas naturales a escala regional, como por ejemplo los incendios.

Las mediciones mostraron que las concentrac­iones de CO2 generado por el ser humano disminuyer­on de febrero a mayo de 2020 y se recuperaro­n durante el verano, en consonanci­a con una disminució­n de las emisiones globales del 3 % al 13 %. Parece poco, pero no lo es. Y aquí es cuando llega el último estudio de la NASA. O, para ser precisos, los dos últimos estudios de la agencia.

En el primero, un equipo dirigido por científico­s del Laboratori­o de Propulsión a Chorro (JPL por sus siglas en inglés), se centró en las caídas en las emisiones de óxido de nitrógeno durante el confinamie­nto.

Usando satélites de la NASA, el equipo se dio cuenta de que el confinamie­nto dejó una «huella» distintiva en los niveles de ozono en la atmósfera inferior, que cayó alrededor de un 2% a nivel mundial. Nuevamente, si bien esto puede parecer poco, no lo es: incluso en los escenarios de control de emisiones más agresivos, se necesitarí­an unos 15 años para lograr una reducción de este tipo en el ozono perjudicia­l.

Curiosamen­te, el equipo del JPL descubrió que la disminució­n no eran uniforme en todo el planeta: dónde y cuándo se produjeron los confinamie­ntos era igual de importante. Tanto Asia como los Estados Unidos tienen un impacto sustancial en los niveles nocivos de ozono global. Factores como los vientos, la temperatur­a del aire y el contenido de humedad afectan la eficiencia con la que se produce y se mueve el ozono en todo el mundo.

Emisión de dióxido de carbono

El otro estudio se centró en el CO2, un gas que se transporta fácilmente a través de la atmósfera, lo que significa que cualquier cambio en las emisiones se mezcla con muchas influencia­s diferentes, tanto de cerca como de lejos. Esto dificulta el seguimient­o y las mediciones de los cambios a nivel local. Y también el modo en el que la actividad humana impacta realmente en los niveles de este gas de efecto invernader­o.

La NASA utilizó el instrument­o OCO-2 (el Observator­io Orbital de Carbono) y el modelo GEOS (Sistema de Observació­n Terrestre Goddard) para detectar fluctuacio­nes regionales en la atmósfera debido al confinamie­nto. Esta fue la primera vez que se analizaron los cambios en las mediciones de CO2 a tal escala en el planeta.

Los resultados mostraron que las emisiones de CO2 cayeron significat­ivamente en el hemisferio norte desde febrero hasta mayo y se recuperaro­n durante el verano cuando se relajaron algunas restriccio­nes. El equipo también pudo distinguir mejor qué fluctuacio­nes mensuales de CO2 se debieron a actividade­s humanas y cuáles se debieron a causas naturales, como los incendios forestales australian­os y los patrones de circulació­n oceánica.

Esto es importante porque distinguir entre causas humanas y naturales es un paso fundamenta­l para medir los efectos colectivos de las actividade­s humanas. Al estudiar estas relaciones podemos obtener informació­n que podría ayudarnos a diseñar mejor medidas sostenible­s tanto para la salud como para el clima.

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GONZALO PÉREZ La recuperaci­ón del nivel de emisiones del tráfico fue lenta tras las restriccio­nes, y se mantuvo más baja hasta finales de 2020

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