Él salvará Sodoma y Gomorra por dos justos
Nada más descender del Sinaí de la Moncloa con las nuevas Tablas de la Ley tronó su voz en referencia a Chaves y Griñán: «Están pagando justos por pecadores». Así desautorizaba Él a la justicia de los hombres y anticipaba, dicen, el indulto a los justos, y en su bondad olvidaba señalar qué castigo imponer a los pecadores, quizá porque éstos también son hijos de su tribu. Él, que escucha su propio discurso con oídos enamorados, nunca se equivoca y decide con su infinita sabiduría quiénes son los justos y quiénes los pecadores. Ya lo dijo Tezanos, autor de la hagiografía del juez entre los jueces: «No se me ocurre nada que Sánchez haya hecho mal». Hubo corrupción y se concedieron casi 700 millones en ayudas fraudulentas, gastaron dinero público en puticlubs y cocaína, pero, como en Sodoma y Gomorra, Él está dispuesto a que se olvide todo por la existencia de dos hombres justos, limpios de polvo y paja, exentos de pecado, fieles a Él y a su doctrina.
No solo la teología sanchista y el «Manual de resistencia» le amparan, también parece que la física cuántica está de su lado. Dicen que, según un reciente experimento, «la realidad no existe hasta que es observada», así que la realidad no existe si no la observa nadie. A Él, demostrado está, le cuesta observar la realidad: desde la altura del Falcon o del Puma todo se reduce a átomos y moléculas que solo pueden detectarse y manipularse mediante la nanotecnología. Su equipo científico, después de estudiar lo enano, le traslada qué es y no es real, y luego Él decide qué realidad le viene bien.
También estará amparado por el Papa Francisco, que se fue a Canadá a besar indígenas y pedirles perdón por los abusos. Le solicitará a través de Yolanda Díaz que venga a España a orar por los justos que pagan por pecadores. Faltaría más.