¿Por qué nos cuesta recitar el alfabeto hacia atrás?
Aunque no resulta difícil contar del 10 al 1, sí lo es recitarlo desde la «Z» hasta la «A»... Hoy explicamos las razones de ello
LaLa memoria es extraña. Se trata de una herramienta tremendamente útil, solo que no siempre hace lo que queremos. Podríamos compararla a una navaja multiusos que, en ocasiones, se opone a que la despleguemos. No necesita ser perfecta, solo lo suficientemente buena, y en esa imperfección se encuentran algunas de las claves para comprender las peculiaridades de la memoria. Pongamos un ejemplo: ¿por qué tenemos que recitar el abecedario entero siempre que queremos encontrar qué letra va antes de otra? ¿Por qué nos cuesta tanto recitarlo de atrás hacia delante?
La respuesta inmediata es relativamente sencilla, pero a medida que profundizamos en las causas más fundamentales, la explicación se enmaraña. Para resumirlo mucho, podríamos decir que existen dos maneras de almacenar algo en nuestro cerebro: por un lado, está la opción de registrar el dato por sí solo, como si fuera una tarjeta aislada que podemos evocar cuando queramos para obtener toda la información vinculada con ella, cómo se relaciona con otras tarjetas, etc. Por otro, está la posibilidad de almacenar series de tarjetas todas juntas que, por lo tanto, necesitamos repasar en ese mismo orden para encontrar y evocar la que queremos en concreto. Sería el equivalente a memorizar el número de una página o tener que hojear (por orden) un libro con la intención de encontrar un dato concreto.
La propia vida o datos teóricos
En realidad, existen muchas otras clasificaciones de la memoria según cuánto durarán esos recuerdos, si se trata de información sobre la propia vida o sobre datos teóricos... en definitiva: distinciones que hemos encontrado en la práctica, ya sea mediante técnicas de imagen que nos permiten ver qué partes del cerebro se activan activan con cada una de ellas, o mediante el estudio de pacientes con alteraciones de unos tipos mientras que otros permanecían intactos. No obstante, la clave de lo que estábamos comentando es, posiblemente, la manera en que podemos evocar recuerdos.
Hemos de entender, pues, cómo funciona la memoria, aunque sea de manera muy simplificada. El cerebro está compuesto de unas células llamadas neuronas (no son las únicas, pero son las que nos interesan ahora). En principio, los estudios parecen apuntar a que los recuerdos se almacenan en grupos de neuronas conectados entre sí de una manera concreta y que, a su vez, están unidos con otros grupos o forman parte de redes más amplias. Por ejemplo: grosso modo podríamos decir que la red de neuronas que almacena el concepto «abuela» tendrá conexiones con palabras relacionadas, como «persona», «familiar», así como conceptos que nosotros relacionemos, por ejemplo, si nuestra abuela hacía lanzamiento de hacha, posiblemente esté relacionada con el conjunto de neuronas que suelen activarse al pensar en hachas. Para evocar un recuerdo hemos de lograr que esas neuronas se activen y algo que puede ocurrir es que, pensando en esas hachas, sea más fácil que sea activen las neuronas relacionadas, puede que, por ejemplo, con las de esa red que almacena el recuerdo de tu abuela.
Impulso eléctrico
Sabemos que las neuronas transmiten su impulso eléctrico en una dirección (o al menos así lo hace la mayoría de ellas en condiciones normales). En teoría, eso significa que dos recuerdos, por decirlo así, pueden estar conectados más en una dirección que en la contraria, haciendo difícil que pasemos de uno a otro, pero fácil que vayamos del otro al uno. Esa es una de las hipótesis que explican, más o menos, por qué nos cuesta tanto decir qué letra viene antes de la «K», pero no es un problema recordar que, tras ella, va la «L».
No obstante, todo se entrena y si nos acostumbramos a leer el abecedario hacia atrás se reforzarán esas conexiones que nos permiten seguir dicha secuencia, como hacemos con las cuentas atrás, a las que estamos tan acostumbrados. Por supuesto, todo esto resulta infinitamente más complejo y hay lagunas en nuestra comprensión, por lo que el motivo podría, quizá, ser otro.
Los recuerdos se almacenan en grupos de neuronas conectados entre sí de forma concreta
Dos de ellos, por decirlo así, pueden estar más conectados en una dirección que en la contraria