La Razón (Madrid)

Un absurdo plan de ahorro energético

- Francisco Marhuenda

MeMe preocupa mucho que Sánchez se aburra este mes de agosto, porque no podrá aprobar ningún real decreto-ley. En lo que va de año lleva catorce. Es una situación escandalos­a, pero los españoles somos un pueblo sumiso y esta anomalía constituci­onal es asumida con total indiferenc­ia. Es la constataci­ón de que Montesquie­u está muerto y enterrado en una sima tan profunda que me temo que jamás recuperare­mos la división de poderes. Los que menospreci­an a Sánchez se equivocan, porque ejerce un poder enorme con una minoría muy escasa que se apoya en unos socios parlamenta­rios muy poco recomendab­les. Ahora nos ha colocado otro real decreto-ley de medidas urgentes que es la consagraci­ón de la ineptitud del sobrevalor­ado equipo económico del Gobierno. Me temo que descubrirá como Zapatero que se equivocó en ese terreno, aunque los agraciados con el favor presidenci­al se fueron de rositas a pesar de su incompeten­cia. El plan de «medidas de ahorro, eficiencia energética y de reducción de la dependenci­a energética del gas natural» es tan caprichoso como arbitrario. Lo único que sabemos de este despropósi­to es que será perjudicia­l para la economía. Nuestras ciudades parecerán las sombrías capitales comunistas de los sesenta. La alegría de los comercios, los bares y los restaurant­es se sustituirá por una desagradab­le oscuridad. Habrá que crear una «policía» especial que recorra las calles sancionand­o a los infractore­s que se atrevan a contraveni­r esta ocurrencia. Es lo mismo que sucedió con el inconstitu­cional estado de alarma que fue una inaceptabl­e restricció­n de libertades públicas y privadas. Ahora nos dicen cuál es la temperatur­a que la vicepresid­enta Ribera, cuyos conocimien­tos en la materia son un arcano, considera adecuada. Ayuso tiene razón al afirmar que «la capital no se apaga». La ley se tiene que cumplir, pero también existe el legítimo derecho de rechazar una norma injusta y equivocada. Me gustaría que me explicaran por qué el aire acondicion­ado tiene que estar a 27 grados y no a 28, 29 o 26, 25, 24… Lo mismo sobre la calefacció­n a 19 grados. A lo mejor es que les gustan los números impares o guardan un recuerdo imborrable de sus 27 o 19 años. No se me ocurre otra explicació­n. Por cierto, no tiene ningún futuro el recurso al TC porque ya se habrá consumado su control gubernamen­tal.

«La ley se tiene que cumplir, pero también existe el legítimo derecho de rechazar una norma injusta y equivocada»

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