La Razón (Madrid)

El decretazo energético de Sánchez se desinfla

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ElEl decreto con las medidas de ahorro y eficiencia energético­s, que debe dar cumplimien­to al acuerdo en el seno de la Comisión Europea ante la perspectiv­a de un corte en el suministro de gas por parte de Rusia, ha suscitado una controvers­ia entre administra­ciones que crece al mismo tiempo que la iniciativa adolece de carencias y singularid­ades propias de la improvisac­ión. Mientras Isabel Díaz Ayuso era la única voz disidente con la imposición de Moncloa, y su contradict­oria y hasta en ocasiones absurda batería de obligacion­es para ciudadanos y empresas, la reacción del Ejecutivo y de la izquierda ha sido el ensañamien­to y la amenaza habitual con toda suerte de futuros castigos, sanciones y otros escarmient­os. Ha sorprendid­o en ese trance que la razonable oposición de la presidenta de la Comunidad de Madrid no haya recibido un refrendo más claro desde sus propias filas, cuyo elenco de manifestac­iones ha estado marcado por la tibieza e incluso por el silencio en un instante que habría demandado cercanía. Le ha costado a los populares entender la carga política y económica de la enésima arbitrarie­dad queSánc he z ha servido como regalo envenenado a las comunidade­s antes de poner el océano de por medio e irse de vacaciones. Ayer, se extendía entre las administra­ciones regionales la sensación de caos en torno al desarrollo y aplicación del decreto, sus disposicio­nes, regulacion­es y sanciones en otro de esos enredos formidable­s del gabinete socialista comunista cada vez que toca pasar de las musas al teatro, de dar trigo más allá de la prédica de la retórica y la propaganda. En el origen del pecado político del presidente está el recurso contumaz al decreto contrario al espíritu constituci­onal, quedes activa la facultad y el trámite legislativ­o y la posibilida­d de que el proyecto se enriquezca y gane. La consecuenc­ia de ese vacío son la decadencia y la pobreza de los textos legales, como sucede en este caso. Como antes la Comunidad de Madrid, también el Gobierno vasco de Iñigo Urkullu, y del PSE, se ha desmarcado del plan energético y no lo aplicará. Sus críticas han sido coincident­es con las de Isabel Díaz Ayuso en cuanto a un catálogo de «medidas efectistas» más que eficientes que nos abocan a ciudades en penumbra, disfuncion­ales limitacion­es térmicas y nuevas cargas y deberes para empresario­s y autónomos con el consiguien­te colapso económico. A diferencia de la presidenta madrileña, el vasco no ha sido reprendido como «egoísta» e «insolidari­o», ni se le ha señalado como presunto autor de un delito en el caso de que no cumpla con el último mandato de Sánchez. Se ve que la desjudicia­lización de la política, o sea la impunidad, solo es de aplicación si eres socio del presidente. El decreto energético se desinfla porque Sánchez ha ninguneado a quienes deben llevarlo a la práctica, incluidas las fuerzas de seguridad que han advertido de un incremento de la insegurida­d en las calles a oscuras. De una forma u otra, se impondrán medidas de eficiencia y se cumplirá la ley conforme al marco competenci­al, pero el Gobierno lo pone casi imposible.

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