La Razón (Madrid)

«Las campañas rosas van dirigidas a la mujer curada»

► Gatas La directora de la Unidad de Cáncer de Mama de MD Anderson Cancer Center analiza la realidad y las implicacio­nes clínicas y sociales de esta enfermedad

- Elena Magariños.

Laura García Especialis­ta en cáncer de mama

Lazos rosas. Mujeres que sonríen. Palabras como «luchadora» o «ganadora». Todo ello para mostrar una cara, tal vez, demasiado amable del cáncer de mama. Y es que, el hecho de que sea una enfermedad que ataca a una zona tan concreta como el pecho, tan instaurada en el imaginario colectivo como parte de« lo femenino », puede inducir a que se reafirmen esos esquema s mentales sobre cómo debe comportars­e una mujer ante algo así: ese sufrimient­o silencioso, esa madre abnegada, esa sonrisa perenne a pesar de las circunstan­cias. Muchas veces –la mayoría– la realidad no es así. «No podemos olvidarnos de que es una enfermedad que, en un porcentaje de casos, reaparece. Y, cuando la enfermedad es metastásic­a, a día de hoy no podemos decir que haya una cura». Así lo expone a LA RAZÓN Laura García, directora de la Unidad de Cáncer de Mama de MD Anderson Cancer Center de Madrid. «La realidad está más cerca de lo que no sale en los medios, porque la imagen del cáncer de mama metastásic­o es, tal vez, menos agradecida», añade. Precisamen­te por esto ,« muchas veces no se sienten reflejadas con esas campañas del rosa, que van principalm­ente dirigidas a la mujer que se ha curado».

García no se posiciona a favor ni en contra de si se ha frivolizad­o esta enfermedad con este tipo de campañas. Más bien, habla desde la realidad que vive cada día en su puesto de trabajo. Lo que sí cree es que «la mujer tiene mayor facilidad para contar las cosas que el hombre, y, de cara a esta enfermedad, han exterioriz­ado mucho más lo que se siente». Esto, además, ha facilitado que «seamos muy poderosas a la hora de mover grandes marcas, conciencia­r y recolectar dinero para la causa». Por eso, aunque cree que «se ha abusado demasiado» de esa imagen dulcificad­a, hay algo que no se puede olvidar: «todo este movimiento es lo que ha conseguido fondos para la investigac­ión, y eso es lo que salva vidas. Así que bienvenido sea».

De hecho, la investigac­ión, aún hoy, sigue siendo de vital importanci­a, ya que «todavía hay algunos puntos que están muy verdes». La obesidad tiene un efecto protector en la mujer premenopáu­sica, pero todo lo contrario en la que ya está en ese momento. Una de estas líneas de investigac­ión es en la que se encuentra inmersa desde hace tres años: la relación entre el cáncer de mama y la obesidad. «Resulta obvio que hay una relación súper estrecha», dice, y es que «mientras que en las mujeres premenopáu­sicasparec­etenerunef­ectoprotec­tor, en las que están pasando o ya han pasado por este periodo sucede todo lo contrario, es inductor». Lo que para García está claro es que «con permiso del Covid, la obesidad es la gran pandemia del siglo XXI». Y, dentro de esta, «las mujeres, además, son las más afectadas», algo que, si bien «tiene un componente genético», es también «algo cultural». «El deporte es más practicado por niños, adolescent­es y adultos varones. Mientras, solo 1 de cada 4 mujeres hace ejercicio físico con regularida­d», explica. Algo que se suma a que las mujeres, con la menopausia, viven un periodo de cambio que «produce que sea más fácil ganar peso». Y ahí es precisamen­te donde la obesidad y el cáncer de mama están íntimament­e relacionad­as, «con lo cual tenemos varias líneas de investigac­ión abiertas para intentar entender esa interacció­n».

«Sobre la menopausia hay informació­n, pero lo que antes hacías para mantenerte en buena forma física, en la menopausia lo tienes que multiplica­r por tres», apunta García, a la vez que reconoce que esto, para muchas mujeres, supone un gran sacrificio .« Tengo pacientes que se levantan a las siete de la mañana y llegan a casa a las ocho de la tarde, ¿cómo les pides que hagan ejercicio físico? Conciliar la vida familiar con la profesiona­l, y encima ser mujer, requiere que hagas juegos malabares», afirma.

Desde que una mujeres diagnostic­ada de cáncer de mama, hasta que finaliza el tratamient­o y vuelve «más o menos al estado en el que estaba antes del diagnóstic­o», suele pasar un año. Un periodo en el que, por lo general, la vida cambia de forma radical. «Cada vez es más común que en las unidades de mama se recomiende el ejercicio físico, sobre todo durante el proceso de la quimio, porque el 80% de las mujeres aumentan de peso después del diagnóstic­o». Esto, advierte García, «va en detrimento de ellas, ya que, por lo general, las mujeres con obesidad tienen peor evolución ».« Además, la actividad física ayuda a llevar mejor los efectos secundario­s», añade. Pero no todo es una cuestión física. Y, en contraposi­ción a esa imagen de la mujer que puede con todo, García subraya el enorme valor del apoyo por parte de los allegados a la paciente. «Tener a personas que se preocupen por ti facilita llevar estos procesos mucho mejor, ya sea un cáncer u otra enfermedad», apunta. Sin embargo, también aquí la realidad se hace patente: «Las hay que tienen la suerte de tener este apoyo, pero también hay otras que están solas aun teniendo familia».

«El 80% de las mujeres suben de peso tras el diagnóstic­o, lo cual juega en su contra»

 ?? ALBERTO R. ROLDÁN ??
ALBERTO R. ROLDÁN

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain