La Razón (Madrid)

Mérida, un festival que ya lo es de manera plena

La incorporac­ión del Teatro María Luisa ha abierto la programaci­ón a otras apuestas

- Raúl Losánez.

El Festival de Mérida ha tenido, al menos durante los últimos 20 años, una particular­idad con respecto a otras citas veraniegas de índole parecida: su programaci­ón está supeditada a un solo espacio y todo lo que queda fuera de él es anecdótico. Sí, de acuerdo, no se trata de un espacio cualquiera, sino del imponente Teatro romano; pero lo cierto es que este tiene unas caracterís­ticas muy determinad­as por su monumental­idad, que condiciona el estilo a la hora de idear propuestas, y por las cerca de 3.000 personas que es capaz de albergar y a las que van dirigidas esas propuestas. El espacio obliga a que todos los montajes sean grandiosos y, a ser posible, comerciale­s, para rentabiliz­ar esa grandiosid­ad. Además de esta «semejanza artística» de los proyectos que aquí se estrenan hay, o había, otra peculiarid­ad en el festival que lo hacía menos interesant­e que otros para el público más teatrero y especializ­ado: al estar su programaci­ón concentrad­a en torno a ese único espacio, los montajes se suceden a uno cada semana, después de tres, cuatro o cinco días de representa­ción, sin que la oferta llegue nunca a solaparse. Esto quiere decir que alguien que viajase a Mérida interesado en el festival solo podía ver un montaje, salvo que se quedase allí indefinida­mente para ver uno cada semana. Lo lógico sería, como ocurre en otros festivales, que el espectador pudiera ir varios días seguidos para ver, al menos, una función cada día.

Hermoso y colosal

Consciente de estos obstáculos, la dirección de Mérida ha tomado la inteligent­e decisión de incorporar el Teatro María Luisa –inaugurado en el marco de esta edición del festival tras su reforma– como espacio de programaci­ón. Esto ha permitido, y ojalá lo siga permitiend­o, que este fin de semana muchos hayamos disfrutado de lo que ha de ser un gran festival. En solo tres días se han podido ver tres interesant­ísimos montajes de estilos diferentes. El primero ha sido «De Sheherazad­e». Poco importa que su dramaturgi­a sea un poco confusa –no queda bien explicada ni en el programa de mano– para apreciar el hermosísim­o y colosal trabajo de María Pagés y su compañía. Especial mención merece la primera parte del espectácul­o, que vuela grácil hacia a un flamenco más fusionado y se percibe, desde la cávea, hermosísim­a y evocadora tanto en la composició­n musical como en el deslumbran­te diseño de la coreografí­a. Y todo, con un primoroso cuidado del vestuario y la iluminació­n.

El sábado llegaron «Las niñas de Cádiz» a un abarrotado Teatro María Luisa para demostrar, con «Las bingueras» de Eurípides, que algunos montajes menos fastuosos como este pueden y deben estar también presentes en el Festival de Mérida, y que el arte no es mejor ni peor por el lujo en el diseño de la producción, sino porque ese diseño se adecúe bien a las caracterís­ticas de cada propuesta, como aquí ocurre. Dirigida en esta ocasión por José Troncoso, que también está presente como actor, la compañía vuelve a tomar elementos de la cultura clásica –en esta ocasión parte de la tragedia de Eurípides «Las bacantes»– para tender un puente, construido siempre con el humor y la parodia, hacia esa otra cultura más popular, actual y cotidiana que tanto, y tan bien, se han ocupado de reflejar las chirigotas de Cádiz. Sin llegar a ser tan brillante como «El viento es salvaje», la función tiene momentos delirantes, repletos de ingenio, que el público puesto unánimemen­te en pie supo agradecer.

Para rematar el estupendo fin de semana, la histórica compañía catalana Els Joglars tomó el domingo el relevo de «Las niñas de Cádiz» en un María Luisa igualmente atestado con su montaje «¡Qué salga Aristófane­s!» La corrección política, tan preocupant­e en los últimos tiempos, es el blanco en esta ocasión de una sátira tremendame­nte perspicaz que, no obstante, se desarrolla en el escenario de manera un tanto arrítmica y lánguida.

El último trabajo de María Pagés es deslumbran­te por su diseño, coreografí­a y vestuario

Els Joglars ha hecho una perspicaz sátira de la corrección política en su último montaje

 ?? FESTIVAL DE MÉRIDA ?? María Pagés, en el centro de la imagen, con su compañía, en Mérida, donde triunfó
FESTIVAL DE MÉRIDA María Pagés, en el centro de la imagen, con su compañía, en Mérida, donde triunfó

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