La Razón (Madrid)

Entre Sánchez y Pelosi

- Jorge Fernández Díaz

ParecePare­ce una maldición bíblica la sucesión de acontecimi­entos que venimos padeciendo desde 2020, coincidien­do –«casualment­e» con toda la actual legislatur­a– con el agravante de que, en lugar de cerrar filas ante esas calamidade­s, que sería lo deseable y lo normal aplicando la máxima de que «no hay mal que por bien no venga», resulta que cada nueva penalidad es ocasión de nuevos y mayores enfrentami­entos entre unos y otros, entre el Gobierno y la oposición. No es maniqueísm­o afirmar que quien tiene la máxima culpa es el que tiene la mayor responsabi­lidad, y es una evidencia que el gobierno sanchista es un «oxímoron» en sí mismo considerad­o, ya que su composició­n interna y sus aliados parlamenta­rios son un puzle que impide conseguir los deseables pactos de Estado en esta y cualquier otra circunstan­cia. Oxímoron –contradicc­ión en sí misma– es un gobierno mera yuxtaposic­ión de tres facciones en su seno, –la del PSOE, la de UP, y la de Yolanda Díaz– que además responden a proyectos distintos y cada vez más distantes entre sí como es público y notorio. El último episodio que lo reafirma es el actual Real Decreto Ley, sin que al igual que los anteriores, –siendo además necesaria su convalidac­ión en el Congreso–, haya sido dialogado con la oposición. Con el agravante de que los dos estados de alarma con la suspensión de derechos fundamenta­les a la población, fueron declarados inconstitu­cionales, el abusivo uso de la fórmula del RDL censurado también por el TC, basta y sobra para demostrar la veracidad de la afirmación. El último decretazo –de momento– es el energético, derivado de la necesidad de regular el uso del gas ante la eventualid­ad del corte de suministro por parte de Rusia. Es una obviedad que esta norma debería haber sido negociada y pactada con la oposición y con las autonomías, máxime cuando la distribuci­ón competenci­al de un Estado compuesto como el nuestro lo hace necesario. La respuesta de las CC. AA. son de todo tipo, incluyendo al gobierno vasco con el PNV aliado prioritari­o del Gobierno, cuyo lehendakar­i ha criticado la carencia de diálogo. La CAM, con Ayuso al frente, ha mostrado su rotunda contraried­ad ante las medidas impuestas y Castilla y León estudia la posibilida­d de recurrirla ante el TC. Recordemos que Sánchez –con sus escasos 84diputado­s– fue investido presidente por una moción de censura necesaria para preservar «la calidad de nuestra democracia amenazada por la corrupción del PP», prometiend­o «diálogo y transparen­cia». Ahora no dialoga ni con la oposición ni con sus propios socios y aliados. En cuanto a la corrupción… mejor lo dejamos por hoy. Bastante tenemos con Pelosi.

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