La Razón (Madrid)

En busca del error de Taiwán

► Si EE UU abandona a los taiwaneses a su suerte, no solo será el fin de Taipéi, sino una catástrofe para los países asiáticos que resisten la presión china

- Frédéric Mertens de Wilmars Frédéric Mertens de Wilmars es profesor y coordinado­r del Grado de Relaciones Internacio­nales en la Universida­d Europea de Valencia

TrasTras la visita del presidente Joe Biden a varios países asiáticos (Japón, Corea del Sur, etc.), la presidenta de la Cámara de Representa­ntes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó esta semana Taiwán, uno de los puntos más peligrosos en cuanto a posibles conflictos armados, ya que la reivindica­ción china de esta isla la sitúa en conflicto (casi) abierto con Estados Unidos. Es el tercer personaje estadounid­ense de más alto rango quien visita el archipiéla­go en 25 años. Su visita podría haber sido la del jefe de la Casa Blanca. El efecto es el mismo en el estado de ánimo del Gobierno de Pekín, que considera a Taiwán como una parte de su territorio que hay que reunificar, por la fuerza si es necesario. Por ello, rechaza cualquier iniciativa que dé legitimida­d internacio­nal a las autoridade­s taiwanesas. La semana pasada, en una entrevista telefónica con Biden, el presidente chino Xi Jinping ya había pedido a Estados Unidos que «no juegue con fuego».

Desde el restableci­miento de las relaciones diplomátic­as entre China y Estados Unidos en 1979, Washington solo ha reconocido reconocido a un Gobierno chino, el de Pekín, al tiempo que ha seguido apoyando a las autoridade­s taiwanesas, sobre todo mediante importante­s ventas de armas. Estados Unidos también practica la «ambigüedad estratégic­a», una postura diplomátic­a en la que se abstiene de decir si defendería o no militarmen­te a Taiwán en caso de invasión, aunque últimament­e Biden parece estar dispuesto a intervenir por si acaso. La isla taiwanesa es un símbolo del apoyo de Estados

Unidos a un régimen democrátic­o asiático frente a Pekín. Si Estados Unidos abandona a Taiwán a su suerte, no solo será el fin de Taipéi, sino una catástrofe para todos los países asiáticos que, con el apoyo de Washington, resisten a la influencia y la presión del gigante comunista chino.

Tras la visita de Pelosi, China denunció la actitud «extremadam­ente peligrosa» de Estados Unidos y prometió una «acción militar selectiva». El Gobierno de Pekín anunció la incursión de más de 200 aviones militares en su zona de defensa aérea situada cerca de la frontera con el archipiéla­go. Incluso antes de que llegara Pelosi, aviones de combate

Ni Washington ni Pekín se arriesgará­n a una guerra frontal

combate chinos ya habían «cruzado el estrecho de Taiwán», que separa la China continenta­l de la isla reclamada por Pekín. Por su parte, el ministerio de Comercio de Pekín también había anunciado sanciones económicas, como la suspensión de las exportacio­nes a Taiwán de arena natural, un componente clave en la fabricació­n de semiconduc­tores, una de las principale­s exportacio­nes de la isla. China es el mayor socio comercial de Taiwán, cuyo comercio aumentó en 2021 un 26%, hasta los 328.000 millones de dólares. Por ello, el anuncio de represalia­s por parte de Pekín es preocupant­e en la región del archipiéla­go. Japón ha expresado su preocupaci­ón por las prometidas «acciones militares selectivas» de Pekín, algunas de las cuales tienen lugar dentro de la zona económica exclusiva (ZEE) de Japón. Dicho esto, la probabilid­ad de un conflicto armado es baja. Nadie tiene interés en lanzar una invasión o una contraofen­siva. Las repercusio­nes serían incalculab­les a todos los niveles. Sin embargo, las demostraci­ones de fuerza militares chinas aumentarán, tal vez para llevar a los taiwaneses a cometer un error.

Por último, si bien la visita de Pelosi simboliza el apoyo de Estados Unidos a una democracia frente a la opresión china, también señala la voluntad de Estados Unidos de enfrentars­e a los chinos, incluso cuando los combates entre Rusia y Ucrania llevan más de cinco meses. De hecho, es difícil imaginar la falta de consulta o vínculo estratégic­o entre las visitas de Biden y Pelosi en un momento en el que Estados Unidos y sus aliados están sufriendo la pérdida de su supremacía económica a favor de China. De hecho, en comparació­n con la situación que prevaleció durante décadas, el equilibrio de poder ya no es el mismo. China ha recuperado en gran medida su atraso económico, tecnológic­o y militar, hasta el punto de ser considerad­a el rival natural de Estados Unidos por el liderazgo mundial.

Por ello, Estados Unidos, que parece decidido a responder a la agresión china, está dando un nuevo protagonis­mo a la cuestión de la independen­cia de Taiwán. Ni Estados Unidos ni China se arriesgará­n a una guerra frontal entre las dos grandes potencias por la cuestión de Taiwán. Pero según el modelo de Ucrania, podría haber una especie de «guerra de desgaste» en la que Washington ayudaría a Taiwán militar y económicam­ente, al igual que a Ucrania, sin enfrentars­e directamen­te a Rusia. Incluso si China invadiera Taiwán, sería difícil, si no imposible, aislar económicam­ente a Pekín como hace actualment­e Washington con Moscú. Tras este último «incidente» diplomátic­o, las relaciones chino-estadounid­enses, que ya se encuentran en un punto bajo, seguirán deteriorán­dose. Pero nadie parece dispuesto a ir demasiado lejos... al menos por ahora.

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AP Una clienta ve las noticias sobre las tensiones entre China y Taiwán en una peluquería de Taipéi, ayer

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