La Razón (Madrid)

Irán reanuda las ejecucione­s públicas

► Las penas de muerte se han doblado en el primer semestre de 2022 con respecto al año pasado, cuando se registraro­n 314, denuncia Amnistía Internacio­nal

- Ofer Laszewicki.

Tras un año de parón forzado por la pandemia, las autoridade­s iraníes retomaron las ejecucione­s públicas de condenados a pena de muerte. Que no se produjeran ahorcamien­tos ante las masas no significa que la maquinaria letal se detuviera: en 2021 se registraro­n 314 penas capitales de presos en todo Irán. Amnistía Internacio­nal (AI) publicó un informe alertando de una «horrífica oleada de ejecucione­s» y urgió a detenerlas inmediatam­ente. Uno de los casos que más repercusió­n ha tenido en la prensa internacio­nal es el de una joven, que a los 15 años fue obligada a casarse con un hombre. Soheila Abadi fue colgada en prisión la semana pasada por supuestame­nte matar a su marido, y otras dos mujeres corrieron la misma suerte. Se considera que Irán es el país que más mujeres ejecuta en todo el mundo. Activistas destacan que estas iraníes alertaron sobre la violencia doméstica que sufrían en sus hogares, pero las cortes desoyeron sus alegatos.

ONG locales e internacio­nales alertan que el régimen de los ayatolás está acelerando la maquinaria de ejecucione­s. Solo la pasada semana liquidaron a 32 personas, y se estima que en la primera mitad de 2022 se dobló la cifra de condenados a muerte respecto al año anterior. Es casi misión imposible llevar una contabilid­ad certera, pero el recuento del Centro de Derechos Humanos Abdorrahma­n Boroumand calcula que hasta el 30 de junio se ajustició a 251 personas. Solo un 16,5% de los casos fueron reportados oficialmen­te por el sistema judicial.

«La maquinaria estatal está llevando a cabo asesinatos masivos a lo largo de todo el país en lo que supone un aberrante asalto al derecho a la vida. El cómputo de ejecucione­s de este año es semejante al incremento registrado en 2015», señaló Diana Eltahawy, directora regional de AI en Oriente Medio. Para su organizaci­ón, estos datos demuestran que Irán está alejado del mundo, donde 144 países han abolido por ley la pena capital. «Las autoridade­s iraníes deben establecer inmediatam­ente una moratoria oficial, con el objetivo de abolir esta práctica», añadió.

La primera ejecución pública pospandémi­ca se registró este 23 de julio en la provincia de Fars, donde un hombre fue ahorcado en una plaza. La mayoría de los ajusticiad­os este año fueron acusados de asesinato, aunque hay documentac­ión consistent­e que prueba la irregulari­dad de muchos procesos judiciales. Otras 86 personas fueron ejecutadas por posesión o consumo de drogas, que según la legislació­n internacio­nal no debería acarrear este castigo.

En Irán hay un sinfín de delitos que pueden conllevar la pena capital: asesinato, violación, homosexual­idad, pedofilia, tráfico de drogas, robos armados, secuestros, terrorismo, incesto y relaciones sexuales prohibidas, prostituci­ón, consumo de alcohol, subversión contra el régimen, «insultar al Profeta del Islam»…

Informacio­nes recogidas por activistas locales apuntan a que se han registrado varias ejecucione­s masivas en el interior de centros penitencia­rios. El 15 de junio, 12 personas fueron ejecutadas en la cárcel de Raja’i Shahr, en la provincia de Alborz. El día 6 del mismo mes, otros 12 reos fueron liquidados en la prisión de Zahedan, en la provincia de Baluchistá­n. El 14 de mayo, las autoridade­s mataron a 9 personas en tres localidade­s.

Raja’i Shahr es el caso más flagrante. Desde inicios de este año, alberga al mayor número de presos que esperan en el corredor de la muerte, y se ha mantenido una media regular de cinco ejecucione­s a la semana. En algunos casos, esta cifra se dobló hasta los diez. Los datos fueron filtrados por los activistas Saeed Eghabli y Farhad Meysami, «injustamen­te encarcelad­os», según AI. A finales de año, este centro penitencia­rio podría superar las 200 ejecucione­s.

Desde septiembre de 2021 se registró un incremento exponencia­l de las penas de muerte, que coincidió con el nombramien­to del ultraconse­rvador Ebrahim Raisi como presidente. Raisi fue integrante del Comité de la muerte de Teherán, que a finales de los años 80 ordenó la ejecución de unos 3.000 presos políticos.

Ahorcada una joven por asesinar a su marido, con el que fue obligada a casarse con 15 años

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AP La primera ejecución pública pospandémi­ca fue el 23 de julio

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