Argentina, rumbo al carajo
Humberto Montero
NadieNadie se fía del Gobierno argentino. Lo dicen los mercados, el mejor termómetro que existe para calibrar la temperatura económica de un país. Cierto es que cualquiera puede sufrir el ataque de los especuladores especuladores que, como los buitres sobrevuelan la carroña, pero también que cuanto más débil es la presa con mayor certeza acabará despellejada. Sin embargo, en el caso de Argentina no hace ni dos años desde que se enfrentó a otro «default», en la jerga económica, la falta a la palabra dada.
Los bonos argentinos vencen y nadie quiere renovarlos ante la incapacidad del presidente Alberto Fernández y de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, enredada en frentes judiciales acusada de «asociación ilícita» junto a su difunto esposo Néstor. Pero no es la corrupción del justicialismo el principal problema. Los inversores de aquí y de allá están más que acostumbrados a ella. El verdadero problema es que, la mayor parte de los bonos están indexados a la inflación, la única forma que los inversores aceptan para no perder valor ante las gigantescas subidas de precios que vive desde 1945 el país austral. Así, la explosión mundial de la inflación, no ha hecho más que aumentar la factura. Y con el IPC superando el 64% anual, uno de los mayores niveles del planeta, la rentabilidad exigida a sus bonos supone una auténtica sangría. Normal que la prima de riesgo supere los 2.600 puntos básicos. Mientras, el peso se hunde por la inflación y la expectativa de un salto del tipo de cambio oficial, no solo por la escasez de reservas y la falta de financiamiento financiamiento del déficit fiscal, sino por la incertidumbre en la resolución de los desequilibrios.
Ante esa expectativa, los argentinos que ya huelen que su dinero no valdrá nada en poco tiempo se lo gastan en masa. Automóviles, electrodomésticos, viajes, casas... Todo con tal de quitarse de encima los pesos. El problema es que los vendedores no quieren pesos y por eso los precios no dejan de subir, al igual que el cambio oficial y paralelo con el dólar, la otra tabla de salvación para sortear la marejada. Argentina se va otra vez al carajo a las primeras de cambio con los mismos de siempre al frente. Otro triunfo de CFK y de sus secuaces.