La Razón (Madrid)

Ginebra, fascinació­n europea

Historia, artesanía, automovili­smo... la ciudad suiza sorprende por las múltiples aventuras que regala

- Maica Rivera.

DeDe todas las ciudades del planeta, de las diversas e íntimas patrias que un hombre va buscando y mereciendo en el decurso de los viajes, Ginebra me parece la más propicia a la felicidad», con esas palabras en el manuscrito de Atlas inmortaliz­ó el escritor argentino Jorge Luis Borges su amor por la capital suiza, una ciudad que lo sedujo tanto que fue allí donde pasó sus últimos años de vida. Con esa descripció­n, se hace muy apetecible viajar a esta urbe que, situada en la orilla del lago de Ginebra y a los pies de los majestuoso­s Alpes suizos, se presenta como una de ciudades más fascinante­s de Europa.

Empezaremo­s por conocer el que es el corazón de Ginebra: el casco antiguo, donde podrá encontrar algunos de los lugares más emblemátic­os de la ciudad. De sus monumentos más destacados podemos mencionar, por ejemplo, la Catedral de San Pedro, una imponente construcci­ón datada en el siglo XII y cuyas transforma­ciones son buen testigo de su larga historia. Como curiosidad, cabe decir que son 157 escalones los que nos separan hasta la cima de la torre, un esfuerzo que merece la pena hacer para poder contemplar las vistas panorámica­s que nos regala. Tras ello, un magnífico plan es detenerse en la plaza Bourg-de-Four, ideal para tomar algo y disfrutar del agradable ambiente del casco antiguo, ideal para contemplar las típicas casas estrechas que caracteriz­an a la ciudad.

Sin abandonar el casco antiguo, en el que también es frecuente encontrars­e encontrars­e con bonitas fuentes adornándol­o, nos adentramos ahora en dos de los atractivos más reseñables de esta ciudad tan fascinante como hermosa: sus galerías de arte y sus museos. Entre otros muchos, podemos destacar el Museo de Arte e Historia, cuya exposición permanente es gratuita para todo el mundo; el Museo Barbier-Mueller, dedicado a la cultura y al arte tribal; el Museo de Arte Moderno y Contemporá­neo (MAMCO); el Museo Internacio­nal de la Reforma; y el Museo Internacio­nal de la Cruz Roja. Y para los amantes de los relojes, imprescind­ible acercarse a La cité du temps y ver su exposición de relojes Swatch, un buen ejemplo de la importanci­a de la industria relojera en esta ciudad. De hecho, otro de los atractivos más llamativos de Ginebra es el Reloj de Flores, una esfera de reloj gigantesca situada en el Jardín Inglés y que está formada por más de 6.500 plantas y flores.

Para concluir nuestro recorrido por el casco antiguo, nada mejor que sumergirse en sus pasajes secretos, aquellos que guardan los misterios de la ciudad medieval que fue Ginebra. El más famoso es el de Monetier, en la rue Perron 19, abierto excepciona­lmente al público durante un fin de semana al año, el de las Fiestas de la Escalada, la cuales se celebran cada diciembre para conmemorar la victoria de Ginebra frente a las tropas del Duque de Saboya en 1602. Una bonita fiesta donde se reúnen en un desfile 800 personas disfrazada­s a pie o a caballo por el casco antiguo de Ginebra; en este festejo también es costumbre que en los hogares de Ginebra el más joven y el más mayor rompan, dándose las manos, una olla llena de verduras de mazapán al grito de «así perecieron los enemigos de la República», y luego disfruten de una marmita de chocolate cantando una conocida canción infantil: «la Cé qu’e lainô».

Interesant­es museos, majestuo

sos monumentos y un casco antiguosor­prendenten­osonlosúni­cos atractivos de Ginebra, una ciudad que tiene la capacidad de sorprender a los viajeros ofreciéndo­les muy variadas experienci­as. Entre los planes más destacados, sobresale el de hacer un crucero por el lago Lemán, que permite al visitante descubrir todo el encanto de Ginebra y sus alrededore­s de otra forma, así como ver de cerca el famoso Jet d’Eau, símbolo de la ciudad desde la creación de su versión decorativa en 1891; esta atracción, probableme­nte la más emblemátic­a, se ilumina al caer la noche, regalando al espectador una imagen tan mágica que es difícil de olvidar. Seguimos con un plan que les encantará también a los amantes del agua: visitar el Bains des Pâquis, un lugar ideal para nadar en pleno corazón de la ciudad y con un ambiente muy agradable y acogedor. Allí también podrá degustar una maravillos­a comida, practicar otras actividade­s náuticas y, por qué no, disfrutar de un masaje relajante.

La ONU y sus zonas verdes

Otros de los imperdible­s en una visita a Ginebra es visitar el Palacio de las Naciones Unidas, una de sus sedes y en el que se organizan a menudo visitas guiadas que nos permitirán conocer más de la historia de esta importante institució­n y de su emblemátic­o edificio. También, y para los que siempre les apetece dar un agradable paseo, muy recomendab­le es la visita guiada al Parque Ariana, la zona verde que rodea al Palacio de Naciones.

Pero si lo que se quiere es disfrutar de la naturaleza en su mayor esplendor, nada mejor que visitar el Jardín Botánico de Ginebra –situado justo entre la sede de la ONU y el lago de Ginebra, encontrará toda una variedad de especies vegetales y hasta un pequeño jardín japonés– y, por supuesto, el Parc de La Grange y Parc des Eaux-vives, considerad­os los jardines públicos más bellos de la ciudad.

Ginebra tiene planes para todo tipo de gustos y prueba de ello es el Salón Internacio­nal del Automóvil de Ginebra, uno de los salones automovilí­sticos más importante­s del mundo y de visita imprescind­ible para los amantes del motor. Y para todos aquellos que deciden no perder la oportunida­d de irse de compras cuando viajan, dos calles esenciales: la Rue de Rive y la Rue du Rhône, dos de las zonas más populares para compras de moda y joyería. Si se dispone de tiempo, es también aconsejabl­e, por lo curioso que resulta, ver el Parc des Bastion, donde se encuentra un ajedrez gigante, y es frecuente ver a gente jugando una partida. Y, por último, resulta muy tentador disfrutar de los alrededore­s de Ginebra con rutas en bicicleta a través de las que podrá conocer los preciosos paisajes que la envuelven.

Ginebra está llena de sorpresas para los viajeros que buscan un destino diferente, y con variados planes. Recogiendo las palabras que ya escribía Borges, Ginebra es, en definitiva, una ciudad propicia a la felicidad.

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Panorámica de Ginebra desde el lago con la famosa fuente al fondo
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Vista aérea de Ginebra desde la torre de la catedral de San Pedro
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FOTOS: DREAMSTIME

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