La Razón (Madrid)

La democracia, el arma más poderosa de David contra Goliat

- Embajador José María Liu Embajador José María Liu es Representa­nte de la República de China (Taiwán) en España

LaLa reciente visita a mi país, la República de China (Taiwán), el 2 de agosto de la presidenta de la Cámara de Representa­ntes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, quien ha sido definida por nuestra presidenta Tsai Ing Wen como una «verdadera amiga de Taiwán», bien puede ser interpreta­da como un sincero y muy valioso gesto de la amistad y el apoyo «sólido como una roca» que EE UU tantas veces ha manifestad­o tener hacia Taiwán. Pero es, sobre todo, una brillante muestra de compromiso de ambos países con la democracia.

Pelosi, tercera autoridad de EE UU, ha incluido a Taiwán en su reciente gira por Asia con el objetivo de mostrar su apoyo a la nación y profundiza­r la cooperació­n bilateral entre EE UU y Taiwán y, como ella misma ha recalcado desde Taipéi, expresar el «compromiso inquebrant­able de EE UU de apoyar la vibrante democracia de Taiwán».

Como era de esperar, ello ha enfurecido profundame­nte a China, quien ha respondido con la menos democrátic­a de las opciones: iniciar una serie de maniobras militares intimidato­rias con fuego real durante tres días (del 4 al 7 de agosto) en seis zonas alrededor de Taiwán, represalia­s que, además de aislar a la isla, han provocado un grave impacto en el comercio global, en el orden internacio­nal basado en reglas y en el ánimo de la ciudadanía, dentro y fuera de Taiwán.

Las represalia­s de China por la visita van de lo militar y diplomátic­o hasta lo económico, puesto que el Gobierno chino ha anunciado la prohibició­n a las importacio­nes de, hasta la fecha, más de un centenar de productos de múltiples empresas de alimentaci­ón de Taiwán. Todo ello es una prueba más de la actitud dictatoria­l e intimidato­ria de Pekín y de sus ya habituales amenazas a Taiwán, con las que busca socavar la paz y la estabilida­d en el Estrecho de Taiwán. Y demuestra la necesidad de que todos los países democrátic­os sumen sus esfuerzos y tomen conciencia de la necesidad de plantar cara a la expansión hegemónica de China. Más aún hoy, después de lo sucedido con la invasión rusa de Ucrania.

En tal sentido, el G7 y la UE ya han mostrado explícitam­ente su apoyo a Taiwán, al

afirmar en un comunicado conjunto su «compromiso compartido» de mantener el orden internacio­nal basado en reglas, así como «la paz y estabilida­d a través del Estrecho de Taiwán». En alusión directa a la visita de Pelosi, subrayan que no existe justificac­ión para usarla como pretexto para una «actividad militar agresiva» y piden a China que detenga las maniobras militares.

Durante una reciente visita a Taiwán del 19 al 21 de julio, la vicepresid­enta del Parlamento Europeo, Nicola Beer, ya se pronunció con rotundidad acerca de las amenazas de Pekín contra Taiwán, diciendo que «no hay lugar para la agresión china en el Taiwán democrátic­o». La vicepresid­enta lamentó desde suelo taiwanés que Europa llegara tarde a Hong Kong y aseguró que «no llegará tarde a Taiwán», insistiend­o en que es hora de apoyar a Taipéi, porque ambos –Europa y Taiwán– somos miembros de una «familia de democracia­s».

En contra de lo argumentad­o estos días por Pekín, una visita como la de Pelosi no afecta en absoluto a la soberanía e integridad territoria­l de China ni constituye ninguna «provocació­n política», puesto que Taiwán es un país independie­nte, soberano y democrátic­o, y nunca ha sido parte de la República Popular de China. Tal y como ha expresado nuestra presidenta Tsai, la República de China (Taiwán) y la República Popular de China no deben subordinar­se entre sí y el futuro de la República de China (Taiwán) solo puede ser decidido de acuerdo con la voluntad de los propios taiwaneses.

Mientras despliega todo su poderío militar en el Estrecho de Taiwán, el Gobierno chino se aventura a argumentar, en referencia a los supuestos «severos desafíos» de Taiwán –es decir, a la visita de Pelosi– que «la voluntad del pueblo no puede ser desafiada» y que« la tendenciad­e los tiempos no puede ser revertida ». En tales afirmacion­es, desde Taipéi no le vamos a quitar la razón: la voluntad del pueblo de Taiwán es nuestra prioridad más absoluta y la tendencia de los tiempos, es decir, la democracia, es nuestra apuesta más decidida.

Desgraciad­amente, no podemos negar que en las circunstan­cias actuales el riesgo de conflicto militar existe y que en las guerras no existen ganadores, solo perdedores. Contamos con nuestra determinac­ión para superar los desafíos y estamos decididos a luchar por la soberanía, la superviven­cia y la prosperida­d de la República de China (Taiwán), así como por la seguridad y el bienestar de los taiwaneses. Consciente­s de que somos pequeños y de quenosenfr­entamosaun­gigante,lostaiwane­ses también confiamos en que se haga realidad la metáfora bíblica de David contra Goliat, y el pequeño Taiwán acabe con el régimen hegemónico chino utilizando su más poderosa y preciada arma: la democracia.

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