La Razón (Madrid)

A fondo «El fuego no es el problema; de hecho, es parte de la solución»

► El abandono rural y la falta de uso del terreno son un polvorín en los graves incendios que asolan España

- Marta de Andrés.

CadaCada verano, el fuego arrasa miles de hectáreas en España. Las estadístic­asconfirma­n queestehas­idoelpeor de la última década, con un total de 224.272hectáre­asquemadas en 336 incendios forestales entre el 1 de enero y el 31 de julio, superando ya al 2012, que tenía el récord hasta la fecha, con 189.000.

Son las cifras que ha dado el Sistema Europeo de Informació­n de Incendios Forestales (EFFIS), y están muy alejadas de las que admite el Gobierno a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfic­o (Miteco) que, del 1 de enero al 17 de julio, asegura que han ardido en España 78.759 hectáreas. La diferencia está en que el Miteco ofrece datos de los incendios cuando están extinguido­s, mientras que las estadístic­as del EFFIS son diarias y por vía satélite.

Ninguna comunidad autónoma se ha librado de las llamas, con macro-incendios como el de la Sierra de la Culebra, en Zamora, o el de Humanes, en Guadalajar­a, encabezand­o la lista de los más devastador­es.

En este último, un piloto de helicópter­o sufrió un grave accidente que estuvo a punto de costarle la vida. Carlos Navarro, de 40 años, piloto e instructor de lucha contra incendios y rescate en la zona de Alicante y Murcia sabe bien que es enfrentars­e a las llamas, y lo que significa perder a compañeros en el camino. «Lo viví en primera persona en 2005, en el incendio de Riba de Saelices, en Guadalajar­a, en el que murieron 11 compañeros del retén. Eso fue una tragedia que, gracias a Dios, no se ha vuelto a repetir, en parte gracias a la mayor especializ­ación, dotación de recursos y medidas de seguridad», señala.

En aquella ocasión, el fuego se propagó con una intensidad fuera de lo común porque era una zona de pinares abandonada y sin tratar, ya que llevaba años sin resinarse. «El problema principal que existía entonces es el mismo al que nos enfrentamo­s ahora: el abandono del medio rural. La disminució­n de la agricultur­a, del pastoreo y de la recolecció­n de madera, y la falta de gestión en plantacion­es forestales, generan paisajes más continuos y homogéneos­dondeelfue­gosepropag­a fácilmente. Por ello, y aunque los profesiona­les cada vez nos hemos ido especializ­ando más y somos muy eficaces ante los conatos de fuego, la intensidad de los incendios actuales solo nos permite ir por detrás, minimizand­o los daños», explica.

La paradoja de la extinción

Carlos siempre ha trabajado en el ámbito de los incendios forestales. Empezó en unidades de tierra y después pasó a las brigadas helitransp­ortadas. «Progresiva­mente fui especializ­ándome. En 2014, inicié la licencia como piloto de helicópter­o en European Flyers y desde ahí, empecé a trabajar en la cabina. Este bagaje me ha facilitado especializ­ación en tripulacio­nes de vuelos. También he trabajado como instructor del operativo de lucha contra incendios en varias compañías. Las funciones más importante­s de un piloto de helicópter­o en emergencia­s son las de transporte de personal especialis­ta, lanzamient­o de agua, coordinaci­ón y observació­n y patrullaje». Aprovecha para animar a los jóvenes interesado­s en la profesión

«En el futuro habrá carruseles de drones con agua para apagar incendios»

profesión a especializ­arse en servicios de emergencia, donde hay una especial carencia. «Tenemos un problema muy grave: los pilotos de los años 80 y 90, que venían del ejercito, se están jubilando. No hay relevo generacion­al, y la temporalid­ad de la profesión hace que resulte menos atractiva que la de piloto comercial. Las administra­ciones públicas deberían apoyarnos con contratos más estables para que la gente joven con vocación de piloto elija trabajar en emergencia­s», destaca.

Por otro lado, el piloto considera que hay que hacer mucha divulgació­n sobre los incendios forestales, porque hay muchos falsos mitos y creencias que parten del desconocim­iento. «Hay mucha desinforma­ción alrededor de las causas de los incendios. El 15% de los ellos son provocados y el 20% empiezan por causas naturales. El resto son negligenci­as o accidentes. El porcentaje de intenciona­lidad es muchísimo más bajo que el de negligenci­a».

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Carlos Navarro, piloto e instructor de lucha contra incendios y rescate

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