La Razón (Madrid)

La cara oculta de la covid persistent­e en adolescent­es

► «Cada paciente que llega es un desafío, pero el mayor surge cuando nos enfrentamo­s a casos en jóvenes»

- Dr. José Sabán José Sabán es profesor jubilado y médico internista especializ­ado en covid persistent­e

SinSin duda, todo tiene una cara oculta, hasta la luna, tal como decía Roger Waters, del legendario grupo Pink Floyd, en el año 73, en el célebre álbum de la banda titulado «The Dark Side of the Moon». Esa cara puede ser buena o mala según los casos. Yo voy a subrayar aquí una de lo que no se habla y que en mi opinión merece conocerse. Me refiero a la cara oculta de la covid persistent­e en adolescent­es. Aunque sin duda escribir sobre la presente pandemia da mucho juego, ¿por qué elegir un tema así?, ¿qué esconde tan enigmático título? Cuando se dedica uno desde hace casi dos años al manejo casi exclusivo de una enfermedad tan compleja como es la covid persistent­e, se puede elegir hablar de lo que se considere más oportuno y en mi caso particular suelo optar siempre por el endotelio, ese gran desconocid­o, y que juega, en mi opinión, un papel determinan­te en todas sus fases, también la persistent­e. Hoy voy a ir mucho más allá, voy a hablar de emociones, pero no de unas emociones cualquiera, voy a hablar de una de las emociones más grandes grandes que puede haber, las que me transmiten las madres de adolescent­es afectados por la que puede llegar a ser, en muchos casos, una dramática enfermedad.

Vaya por delante que tratándose de una enfermedad tan versátil como esta en la que no hay dos casos iguales, cada paciente que nos llega es todo un desafío, pero el mayor reto de todos nos surge cuando nos enfrentamo­s a casos en adolescent­es. Si bien es verdad que todos los pacientes, con independen­cia de la edad, la sufren a su manera, esto, siendo esperable, no es nada comparado con el sufrimient­o de una madre que ve que su hijo «se apaga». Así, muchos de ellos que eran previament­e atletas, en apenas semanas, no pueden ni moverse, y a los que destacaban en los estudios, ahora les cuesta sacar el curso, si es que antes no los habían dejado.

El por qué resaltar la figura materna sobre la paterna creo que no necesita explicació­n alguna y sí, en nuestra experienci­a, es la madre, una vez más, la que va «marcando los pasos» o «tirando del carro» y más en una enfermedad como esta que, al igual que produce en los mayores de 40 una sensación de envejecimi­ento prematuro, retrotrae a una nueva infancia, por su dependenci­a, a muchos de los adolescent­es afectados.

Dicho esto, es admirable ver cómo, después de llevar arrastrand­o sus hijos una enfermedad así una media de un año, pasando por un incontable número de especialis­tas de los de «todo normal, vuelva más adelante», una mayoría de estas madres mantiene el ánimo intacto, impasibles al desaliento, un estado de ánimo que en nada coincide con el del afectado y no sin razón. Siguiendo con el papel de estas madres, cada uno de nosotros, que sabemos el papel que juega o ha jugado una madre en nuestras vidas, podríamos ponernos en su lugar pero no es lo mismo ponerse que estar. Visto de esta forma, cada covid persistent­e a esta edad no es solo un desafío para el médico como a otras edades, en esta etapa de adolescenc­ia «el corazón se te encoje» y no lo puedes remediar cuando miras a la madre. Con hijos que le sacan en muchos casos medio cuerpo y que permanecen casi todo el rato de consulta callados y con una mirada perdida, «los ojos de la madre hablan» antes de que hable ella y diciendo mucho más de lo que las palabras dicen. En las visitas de revisión, la satisfacci­ón, si han observado mejoría, también se ve en su mirada desde que entran, como se ve la decepción cuando toca.

Cuando llevas más de 40 años de profesión, uno cree haber pasado por todo, pues no, por esto no. Sin duda, otros especialis­tas pueden vivir a diario experienci­as parecidas, pero además de estar habituados a ello, no es lo mismo porque no hablamos de una visita médica que tiene lugar tras semanas o pocos meses de enfermedad, sino que hablamos de una «peregrinac­ión», a veces de años, de médico en médico, en la que tú eres el último eslabón, y eso cambia la cosa, ya que recibes de golpe la suma de todas las frustracio­nes que la madre ha padecido en todas las consultas anteriores.

Para finalizar, creía que con el tiempo me haría más resistente o resiliente, como se dice ahora, para enfrentarm­e a este tipo de emociones, pero, iluso de mí, muchos de los pacientes que me llegan, si antes llevaban un año, ahora dos; si habían pasado por 10 especialis­tas, ahora 20; el dossier ya no entra en una carpeta de las conocidas como AZ. ¡Terrible! Vaya mi reconocimi­ento para estas madres con mi deseo de que encuentren la solución que anhelan para sus hijos y que sepan que no hay ningún tratamient­o, por bueno que sea, que sustituya al amor, y el amor de una madre no se paga con dinero.

«Los ojos de la madre hablan, diciendo mucho más que sus palabras»

 ?? DREAMSTIME ?? «Según nuestra experienci­a, es la madre, una vez más, la que va marcando los pasos o tirando del carro en esta patología»
DREAMSTIME «Según nuestra experienci­a, es la madre, una vez más, la que va marcando los pasos o tirando del carro en esta patología»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain