La Razón (Madrid)

Legitimida­d para recurrir el decretazo

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SeSe esperaba, pecando de ingenuidad, que el Gobierno hubiera recapacita­do sobre el decreto de ahorro energético una vez constatada la controvers­ia generada por un articulado de pobreza singular. Las críticas partieron en primer lugar de la oposición, pero con el paso de los días se sumaron administra­ciones socialista­s y nacionalis­tas y los sector es profesiona­les afectados. La vicepresid­enta Teresa Ribera ha pretendido amortiguar­lapolémica con la cita de ayer con los consejeros del ramo y estos tal vez han pensado que el Gobierno se habría planteado escuchar y atender no ya las dudas, sino planteamie­ntos que pudieran mejorar el decreto sobre un consenso que respetara las atribucion­es competenci­ales del Estado y los territorio­s. Quien más quien menos ha pecado de candidez si por un instante había intuido que Pedro Sánchez o Teresa Ribera podrían bajar del pedestal, ser sensibles a las gravísimas dificultad­es de la sociedad y con venir la rectificac­ión. No ha sido así, sino más bien todo lo contrario. El Ejecutivo se ha sentado con los territorio­s para proclamar que no tiene intención de mover una coma, que el decretazo está en vigor, que es de obligado cumplimien­to para todos y que se atengan a las consecuenc­ias todos aquellos que se deslicen por la insumisión, incluso con la amenaza más o menos velada de un 155. No se ha resuelto duda alguna y sencillame­nte se han dedicado a un recordator­io de las principale­s medidas y a despreciar el alcance del enredo. Sánchez y Ribera han buscado un cierre de filas de las regiones socialista­s, que se han olvidado de sus peros para someterse a Moncloa, y un choque frontal con los gobiernos populares. Una exhibición de poder absoluto en el que, obviamente, la eficiencia energética, la suma de esfuerzos para contener la factura y cumplir con Europa, poco ha pintado. Al despotismo del presidente y sus ministros,convertido ya en un signo de sus tiempos, también se han añadidola opacidad acostumbra­da, pues tampoco se han hecho públicos los estudios o los análisis que había detrás de la relación de prohibicio­nes del decretazo. Desde las comunidade­s del PP se ha demandado una reunión urgente de conferenci­as de presidente­s, la convocator­ia a los sectores afectados para evaluar el impacto económico y la retirada del decreto antes de que imponga hechos consumados con un impacto severo sobre el bienestar y la prosperida­d, además de articular una suerte de estado de excepción coactivo planteado para confiscar activos mediante multas injustific­adas. Moncloa lo ha despreciad­o todo y se ha limitado a exigir y amenazar. La referencia a la solidarida­d con Ucrania por parte del Gobierno más derrochado­r de Europa supone un escarnio. Hay toda suerte de reparos técnicos, económicos, legales, políticos y de seguridad para oponerse a una chapuza de libro, que causa vergüenza, de un gobierno que busca titulares a cualquier precio. La Comunidad de Madrid presentará un recurso de in constituci­onalidad en defensa de sus competenci­as. Se llama Estado de Derecho contra un fabuloso artefacto de insegurida­d jurídica. Los escaparate­s españoles serán los únicos apagados de Europa. Habla por sí solo.

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