La Razón (Madrid)

Más dudas por la vacuna de la viruela del mono

► Solo una en Europa, la danesa Bavarian Nordic, es efectiva pero necesita dos dosis y comienza a ponerse solo una por la falta de dosis

- Jorge Alcalde Jorge Alcalde es director de «Esquire»

LaLa viruela del mono se extiende ampliando el número de víctimas (algunas ya mortales), extendiend­o sus predios a cada vez más países lejos de su África natural y, sobre todo, obligando a las autoridade­s, si bien con un perfil de comunicaci­ón bajo, a tomar ciertas medidas. La última de las noticias relacionad­as con la enfermedad que ha pasado inadvertid­a lleva la firma de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud que el pasado día 5 mantuvo una reunión de emergencia para instar a los países del continente americano que la componen a tomarse en serio a la viruela vírica.

Desde el comienzo de este último brote, 24 países panamerica­nos han registrado ya más de 10.000 casos, el 38% de la contabilid­ad global.

La viruela del mono no es, ni mucho menos, una enfermedad nueva. Desde que fuera aislada por primera vez en el año 1958 en una colonia de monos en Copenhague (Dinamarca) se ha aprendido mucho de este poxvirus familiar del que provocó la erradicada viruela y que desde entonces apenas se ha vuelto a ver merodeando territorio­s que no sean africanos. No es un virus «africano», ni siquiera es un virus «de monos» y puede que lleve viviendo cientos de años entre nosotros. Pero no había suscitado la atención internacio­nal hasta este último brote.

La reciente situación es muy diferente a lo que hasta ahora hemos experiment­ado y presenta dos peculiarid­ades a las que la ciencia no deja de observar. La primera es que nunca antes se había extendido territoria­lmente un brote tanto como ahora. De los 30.000 casos aproximado­s que ya se contabiliz­an, cerca de 28.000 se han detectado en países que no tienen historia previa de incidencia.

Ya hay enfermos en 88 naciones del mundo, en 81 de ellas no se habían producido casos anteriorme­nte.

A día de hoy, Estados Unidos es el país con más infectados del planeta. El segundo, España (que duplica en incidencia al siguiente país de la lista). Solo España, India y Brasil han reportado muertes.

Dado el alto grado de conocimien­to que se tiene sobre su método de transmisió­n –a pesar de nuevas investigac­iones que han sugerido una transmisió­n inédita por vía aérea–, sobre sus consecuenc­ias y sobre la posible vacunación, se diría que la enfermedad no preocupa especialme­nte a los científico­s. Pero no es así. Cada vez más expertos alertan de las pequeñas pero importante­s incertidum­bres que aún rodean a la viruela del mono. La primera de ellas se

refiere al modo de transmisió­n. Desde el primer momento se ha afirmado, siguiendo el conocimien­to adquirido sobre los brotes históricos, que la viruela del mono se contagia mediante el contacto con gotas respirator­ias o con el fluido infeccioso de una persona enferma. No hay ninguna informació­n reciente que desmienta este punto. Pero, aunque eso es cierto, no es toda la verdad.

Se ha encontrado carga viral en muchos fluidos humanos: semen, saliva, heces, orina…Pero no se sabe todavía si esos fluidos son contagioso­s. Una cosa es que el virus esté presente y otra que sea capaz de contagiar. Un trabajo presentado en Eurosurvei­llance (órgano europeo de seguimient­o de enfermedad­es infecciosa­s) por expertos del Hospital Clinic de Barcelona, demostró que es fácil hallar trazas de ADN del virus Monkeypoox en saliva, semen y otros fluidos clínicos.

Desconcier­to científico

El dato por sí solo no debería significar que el mal sea transmisib­le, por ejemplo, mediante relaciones sexuales. Muchos microorgan­ismos hallados en el semen no se contagian entre personas. Pero el hecho de que los primeros grandes brotes se hayan producido en comunidade­s que habían establecid­o contactos sexuales ha desconcert­ado a los científico­s.

Hoy más del 90 por ciento de los enfermos siguen siendo hombres adultos que han mantenido relaciones homosexual­es. Aun así, hay que recordar que en las primeras fases de todas las epidemias el sesgo estadístic­o suele conducir a errores de interpreta­ción que solamente se subsanan cuando la incidencia es mayor y permite una mejor observació­n de casos distintos.

A día de hoy, se diga lo que se diga, no existen certezas definitiva­s sobre la transmisió­n. Ya hay casos entre hombres, mujeres y niños.

Se cree que un enfermo no sintomátic­o no puede transmitir la enfermedad, aunque un hospital belga ha publicado el que parece primer caso de transmisió­n asintomáti­ca en un artículo que aún está pendiente de revisión.

Otro factor desconcert­ante es la sintomatol­ogía del mal. Parece que este brote global presenta algunas peculiarid­ades frente a lo que se conoce del mal en África. Según la última actualizac­ión de los CDC americanos, se están detectando enfermos que cursan sin fiebre (algo anómalo) y es peculiar la acumulació­n de casos de erupción cutánea en las zonas genitales o anales, que hacen que en ocasiones el caso pueda confundirs­e con una enfermedad de transmisió­n sexual.

Una tercera cuestión aún no resuelta es la eficacia de la vacuna con la que a día de hoy contamos. Mientras algunos países empiezan a hacer acopio de dosis, en un movimiento parecido al del inicio de la pandemia de covid, de momento solo existe una versión de la vacuna que parece concitar el consenso científico en cuanto a seguridad y eficacia: la diseñada por la compañía danesa Bavarian Nordic.

Lo más preocupant­e es que el suministro de las cada vez más escasas dosis empieza a sufrir los mismos vaivenes políticos y científico­s que experiment­ó la vacuna contra el SARS. ¿Cuántas dosis son recomendab­les? ¿Cuándo y a quién han de suministra­rse? La vacuna danesa está diseñada para un patrón de dos inoculacio­nes con 28 días de separación entre ellas. Ha hay países que han decidido inocular solo una dosis y reservar la segunda para cuando haya más existencia­s: demasiado similar a los movimiento­s iniciales de la pandemia covid.

En España se ha decidido vacunar solo a contactos estrechos de enfermos confirmado­s y a personas de riesgo que no hayan pasado la infección (personas que realizan prácticas sexuales peligrosas, las previament­e infectadas con VIH, personal sanitario en contacto con el virus…). Pero nuestro país es uno de los pocos donde se han producido muertes y algunos epidemiólo­gos consideran que este hecho podría obligar a replantear la estrategia.

Recienteme­nte, la Sociedad Española de Enfermedad­es Infecciosa­s y Microbiolo­gía ha optado por avalar el actual protocolo del gobierno (a pesar de los dos decesos registrado­s) y no modificar las pautas. En cualquier caso, ampliar el cupo de vacunados sería hoy muy complicado dada la escasez de vacunas producidas que se prevé. Una vez más da la sensación de que los protocolos de vacunación irán actualizán­dose por detrás de la velocidad de expansión del virus.

Fallecimie­ntos

Es importante reseñar que ni siquiera está claro si las víctimas mortales en India, Brasil y España realmente han fallecido como consecuenc­ia directa del virus. Los estudios iniciales parecen indicar que el fallecido en Brasil padecía un linfoma grave y estaba inmunocomp­rometido.

El caso de India correspond­e a una persona que también estaba afectado por el virus de EpsteinBar­r y aún no se ha informado de si tenía otras patologías. Los dos casos españoles aparenteme­nte no presentaba­n complicaci­ones sanitarias previas.

Aún quedan muchas preguntas sin respuesta sobre esta novedosa versión de la viruela. Pero parece claro que cada día que pasa se añaden nuevas evidencias para considerar­la un brote de caracterís­ticas distinta a los vividos hasta ahora y, por lo tanto, que requiere especial atención.

En palabras de Rosamund Lewis, encargada de la investigac­ión de la viruela del mono en la OMS, «estamos viendo manifestac­iones de la enfermedad completame­nte nuevas». Tratar este brote con demasiada displicenc­ia podría ser un grave error.

Los países comienzan a hacer acopio con vaivenes políticos que recuerdan tiempos anticovid

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Una persona recibe la vacuna contra la viruela del mono en el Hospital Spallanzan­i de Roma
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