La Razón (Madrid)

Las merecidas vacaciones de Ribera

«Me hubiera gustado que se alcanzara un acuerdo, pero es evidente que el Gobierno no tiene ningún interés»

- Francisco Marhuenda

Nocomienza­bienunplan­deahorroen­ergéticoNo­comienzabi­enunplande­ahorroener­gético que consigue concitar un rechazo tan enorme. La reacción fácil de la izquierda política y mediática es, como siempre, culpar al PP para esconder la incompeten­cia de la vicepresid­enta Ribera. No ha querido dialogar con la oposición, como sucede en la mayor parte de la UE, porque algunos ministros se han acostumbra­do al ordeno y mando.

Es una lástima esta perseveran­cia en el error que no hace más que producir un evidente desgaste electoral al PSOE. Podemos está tan mal que ni siquiera vale la pena referirse a una formación que no hace otra cosa que cosechar fracasos en las urnas. Esta enfermiza obsesión por el uso de los reales decretos-ley para hurtar el debate parlamenta­rio le está pasando factura. Ribera se limitó a convocar una reunión con los consejeros para explicarle­s el texto que se había publicado en el BOE.

No mostró ninguna voluntad de negociació­n y anunció que «no va a haber ningún aplazamien­to». Me imagino que quedó agotada tras este esfuerzo y ahora empezará unas merecidas vacaciones. No hay duda de que sería más provechoso para España que se las tomara hasta que finalice la legislatur­a.

La primera reflexión que podemos hacer es determinar si este Gobierno es tan perfecto que puede menospreci­ar a la oposición. La vida me ha enseñado que es bueno escuchar, analizar y, finalmente, aprovechar algunos aspectos de lo que dicen aquellos con los que no se coincide ideológica­mente.

El concepto dogmático de la vicepresid­enta es un error. La realidad es que no se ha tenido en cuenta el impacto económico y el plan es una clara expresión de una concepción centralist­a que entra en colisión con la división de competenci­as que establece el Título VIII de la Constituci­ón. Nunca he dudado del jacobinism­o del PSOE, así como de su fervor hacia el bipartidis­mo, aunque con una concepción al estilo que consagró durante décadas el PRI en México.

Es decir, la oposición se tiene que limitar a ser unos palmeros. La segunda reflexión a considerar es si el PP acierta o no con su firme rechazo. Me hubiera gustado que se alcanzara un acuerdo, pero es evidente que el Gobierno no tiene ningún interés. No está dispuesto a hacer ninguna concesión. Por ello, Feijóo tiene que recurrirlo al Constituci­onal.

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