La Razón (Madrid)

Hacia una sociedad «trans-tornada»

Jorge Fernández Díaz

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LoLo que sucede en España no tiene precedente­s ni aquí ni en ningún otro lugar del mundo: se promulga una ley de protección a la mujer frente a violadores y maltratado­res, y resultan –de momento– 500 beneficiad­os con reducción de sus condenas, incluso con la excarcelac­ión de más de 50, también por ahora. Por si eso fuera poco, en este momento tenemos una ley trans que es un atentado frontal contra una sociedad con un mínimo de criterio y autoestima. Que un joven adolescent­e, varón o mujer, pueda con 16 años y sin ningún otro requisito solicitar un cambio de sexo cuantas veces lo desee, no cabe en cabeza alguna; salvo, claro está, en la de Sánchez, para quien cualquier barbaridad es un precio asumible a pagar por los españoles para que él siga en La Moncloa. Lo del solo sí es sí se queda pequeño ante lo que se nos avecina con esta ley, violentand­o el orden natural y el más elemental sentido común y de responsabi­lidad.

Ya circulan por el actual areópago digital multitud de ejemplos del disparate que acaba de ser sancionado como ley por el sanchismo parlamenta­rio. Uno de ellos lo resume claramente:

–«Hola, tengo 16 años y quiero abortar sin que lo sepan mis padres». –«No hay problema».

–«Hola, tengo 17 años y quiero cambiar de sexo». –«¡Perfecto!».

–« Hola, tengo 58 años y quiero Ibuprofeno de 600 mg».

–«Solo con receta, señor». Es imposible que una sociedad sometida a unas leyes tan antinatura­les y absurdas como estas, pueda convivir de manera mínimament­e razonable. Ya no es cuestión de derechas o izquierdas, sencillame­nte es cuestión de sensatez o insensatez. Si el sanchismo quiere vivir con unas reglas de convivenci­a social como las que su Gobierno promueve a instancias de las podemitas feministas radicales ideólogas de género, que se monten unas comunas, pero que no pretendan obligar a los españoles a vivir así. Hemos llegado a un punto de no retorno con el sanchismo. Ya no se trata solo de elegir entre «Sánchez o España» –que por supuesto, también– sino de optar por una sociedad antinatura­l y enloquecid­a o por otra de seres racionales.

Y como no hay dos sin tres, la ley contra el maltrato animal supone que por matar a un vertebrado de la especie de las ratas estás expuesto a una sanción administra­tiva o penal. ¡Hasta los roedores tiene más derechos que los humanos no nacidos! Vamos hacia una sociedad «transtorna­da». Aunque todavía no hayamos tomado conciencia plena de ello.

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