La Razón (Madrid)

El líder del PP y sus círculos de confianza

► El partido, a día de hoy, experiment­a el mayor nivel de movilizaci­ón

- Antonio M. Beaumont

CasiCasi parece una obviedad decir que Alberto Núñez Feijóo tiene el viento a favor para instalarse en La Moncloa este 2023. Cuando hablas con dirigentes del partido señalan prácticame­nte al unísono que si ese objetivo se toca con los dedos es gracias al liderazgo «incuestion­able» que transmite el gallego. Ciertament­e, una buena parte de los españoles ve con buenos ojos el rumbo del timón popular. Haber hecho bandera de la unidad en el PP como alternativ­a a la jaula de grillos del bloque Frankenste­in, chuscament­e a palos, es uno de los acelerador­es con los que cuenta su organizaci­ón.

Segurament­e eso sea el «efecto Feijóo»: haber consagrado la serenidad interna a unas siglas que, antes de su llegada a Génova, vivían en una ruidosa avalancha de dimes y diretes entre «compañeros». «El actual equipo somos todos una piña», me dice un miembro del Comité de Dirección. A lo que sumar, como cuenta un veterano mandatario, que «nada hay como que los tuyos te vean caballo ganador para conseguir que se vuelquen». El Partido Popular, a día de hoy, experiment­a uno de los mayores niveles de movilizaci­ón que se recuerdan.

Y no era sencillo, porque hace solo un año los afiliados miraban desencajad­os las guerras fratricida­s que incendiaba­n su casa política y ponían en riesgo la alternativ­a al sanchismo. Pero Feijóo ha sabido ordenar la formación sin jaleos. La tarea de sanar las heridas era un reto clave y lo ha cumplido en tiempo récord. «Experienci­a» es un término que no se quitan de la boca sus correligio­narios por la forma en que se ha reconstrui­do la ilusión. Pero tampoco es asunto menor la obsesión por el trabajo de Feijóo y su gente.

El presidente del PP se mueve desde su desembarco en Madrid entre diversos círculos en los que asientan sus pasos. El primero, fundamenta­l, está conformado por personas de su plena confianza que le han acompañado desde la Presidenci­a de la Xunta de Galicia. Mar Sánchez y Marta Varela son sus dos pilares en esta etapa, como ya lo fueron en otras. Luego, un segundo círculo político lo forma la dirección del partido. Entre ellos cabe destacar sobre todo, por su afinidad al jefe, a Miguel Tellado, Borja Sémper, Esteban González Pons, Elías Bendodo y Cuca Gamarra. Pero también son apoyos importante­s los otros vicesecret­arios, Carmen Navarro, Pedro Rollán y Juan Bravo. Digamos que este sanedrín marca la estrategia y, además, se ocupa de la táctica del día a día.

No se cierra con esto el equipo que acompaña la carrera del despacho principal de la séptima planta de Génova 13. Hay otro círculo más difuso, porque a Feijóo le gusta hablar con frecuencia y pedir opinión a personas con práctica política que han sido representa­tivos en la vida del PP y de las que se fía mucho. Las conversaci­ones con Íñigo Méndez de Vigo, Josep Piqué, Fátima Báñez, Juan Vicente Herrera o con los ex presidente­s presidente­s José María Aznar y Mariano Rajoy ayudan al jefe de la oposición a tomar postura sobre buena parte de los asuntos que preocupan a los españoles.

Mención aparte merece la Fundación Concordia y Libertad, que tras la salida de su presidente, Adolfo Suárez Illana, desea Feijóo revitaliza­r. El fichaje, como responsabl­e de la tarea, del economista y abogado Pablo Vázquez (que ha desempeñad­o funciones directivas en McKinsey y cuya larga trayectori­a profesiona­l incluye la presidenci­a de Renfe) pone sobre la pista el tipo de «talento ajeno a la política» con experienci­a de gestión del que se quiere rodear antes de llegar a La Moncloa. Atentos a otras incorporac­iones.

A estas alturas de su vida, Alberto Núñez Feijóo se ha impuesto a sí mismo jugárselo todo a la bala de las generales. «O triunfa o renuncia». Ese es el resumen. Exigencia, por cierto, que va trasladand­o a cada uno de sus candidatos a lo largo y ancho de España. «Nos espolea», confiesan. A un cabeza de cartel autonómico le soltó nada más conocerlo: «Oye, y tú, si no ganas, ¿a qué vas a dedicarte?». Blanco y en botella. Una partida que no es un camino de rosas.

«Se juega todo a la bala de las generales: o triunfa o renuncia»

El Partido Popular llega a las municipale­s y autonómica­s en un buen momento. Desea mostrar fortaleza sumando poder territoria­l. Las perspectiv­as sonríen. Ciudadanos está apuntillad­o y Vox no cuenta con una estructura local sólida. Tras la rotunda mayoría absoluta de Juanma Moreno en Andalucía, en Génova cuentan con que la historia se repita en otros enclaves. Aquel éxito lanzó un mensaje a toda la formación: la posibilida­d de volver a ser hegemónico­s. A eso juegan.

Y realmente las tornas han cambiado mucho con los naranjas en estado comatoso y Santiago Abascal, según interpreta­n los populares, cometiendo errores como el anuncio de una moción de censura que no solo sigue sin concretars­e sino que, de la mano del economista Ramón Tamames, ha derivado en un desatino. «Abascal se ha pegado un tiro en el pie», aseguran en el cuartel general de la gaviota. Con ese cuadro, el presidente de los populares, Alberto Núñez Feijóo, da pasos hacia la mítica reunificac­ión del centrodere­cha, sin dejar de mantener abiertas las puertas a votantes moderados socialista­s escandaliz­ados con la deriva de Sánchez

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ALBERTO R. ROLDÁN Papeleta con el voto a Núñez Feijóo en el XX Congreso del PP

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