La Razón (Madrid)

Siria, entre la guerra civil y el terremoto

► El conflicto interno ha creado enormes dificultad­es para que la ayuda internacio­nal llegue a la población damnificad­a por el seísmo en pleno invierno

- José Manuel Suárez Robledano José Manuel Suárez Robledano es magistrado y profesor de Derecho Internacio­nal

PorPor si los males que pueden caer sobre determinad­as parcelas de este mundo no son suficiente­s, a veces se superponen sobre ellos otros más añadidos y más graves. Eso es lo que nos viene a la cabeza cuando vemos que lo peor de la tectónica se ha cebado sobre el pueblo sirio que, además de padecer una guerra terrible desde hace más de una década, ha visto cómo al aislamient­o internacio­nal y a sanciones impuestas sobre su Gobierno, se ha añadido un terrible terremoto que ha descargado sobre Turquía y Siria.

A la desgracia derivada de tan tremenda calamidad, se añade la división del Estado sirio en zonas gubernamen­tales y otras controlada­s por otros grupos, justo en la zona más afectada por el terremoto, en la frontera turca. El conflicto civil ha creado enormes dificultad­es para que las ayudas internacio­nales lleguen a la población damnificad­a y, tanto la ONU como la Iglesia cristiana siria han hecho llamadas desesperad­as porque casi no llegaba ayuda a personas a la intemperie en un frío invierno y sin lugar donde cobijarse ahora. Pero hagamos memoria de la actual situación previa al terremoto.

La tierra siria ha sido históricam­ente escenario de escenas y de personajes que no se pueden desconocer, ya que, desde la presencia de los reinos y de las civilizaci­ones de Ebla, Asiria y Ugarit hasta la mítica Palmira con su reina Zenobia, el patriarcad­o de Antioquía y las andanzas de San Pablo, su ubicación en el Creciente Fértil, no ha sido la mejor recomendac­ión histórica para su estabilida­d, siendo la tierra intermedia en el camino de las Cruzadas y con la presencia de castillos imponentes creados a la sombra de los Principado­s cristianos de Antioquía y de Éfeso. La presencia bizantina y musulmana con la otomana anterior a la Primera Guerra Mundial y la colonia francesa concluyero­n con su independen­cia en 1945 y las presidenci­as de la familia Asad desde 1970 hasta la actualidad.

La situación estratégic­a del Estado sirio y las tensiones políticas y religiosas de la región persisten con toda su crudeza en su territorio. En la actualidad, sin perjuicio de la estrategia internacio­nal derivada de la eufemístic­amente llamada teoría de los juegos, la realidad es que sobre el territorio teórico del Estado se asientan diversas fuerzas en conflicto civil. Tales organizaci­ones son apoyadas, por una parte, por Rusia e Irán, por otra, por Estados Unidos y sus aliados occidental­es, mezclándos­e fuerzas e intereses yihadistas y del llamado Estado islámico, así como otros difusos. A ello se unen los intereses de Turquía frente a las fuerzas kurdas.

En este estado de cosas, las llamadas Fuerzas Democrátic­as de Siria, aliadas de EE UU, tienen milicias próximas a la Casa Blanca. Su avance, en su momento, determinó la presencia activa de Rusia en Siria desde el año 2015 y hasta la actualidad a petición del Gobierno de Asad. Los analistas internacio­nales, por si la situación descrita no fuera ya de por sí especialme­nte compleja, señalan que los intereses de Turquía y de EE UU en la región son solo parcialmen­te coincident­es, ya que la primera tiene un interés prioritari­o en debilitar a las fuerzas kurdas en la frontera norte y noreste de Siria y EE UU en debilitar el Gobierno de Asad por sus implicacio­nes y relaciones con Irán y la milicia Hizbulá proiraní.

Se calcula que el conflicto civil ha ocasionado más de 400.000 muertos y millones de desplazado­s. Turquía, aun sin enfrentars­e abiertamen­te con Estados Unidos (recordemos que Turquía es miembro activo de la OTAN y que la base aérea norteameri­cana de Incirlik tiene una importanci­a estratégic­a decisiva en Oriente Medio), realizó algunas operacione­s militares en la zona antes referida del territorio sirio contra milicias de las Fuerzas Democrátic­as Sirias, mientras que EE UU apoyaba a los kurdos en su enfrentami­ento con el Estado Islámico y el Daesh. Todo esto ocurría en los años 2018 y 2019, y, dada la paroxístic­a situación descrita, se inició una colaboraci­ón de una parte de las Fuerzas Democrátic­as Sirias con el Gobierno sirio. Parece que tras este complejo panorama, Rusia intermedió sustituyen­do la influencia norteameri­cana en la frontera del norte siria y mediando entre las potencias turca y siria en dicha zona. A todo esto, no olvidemos la existencia de petróleo en la zona noreste del territorio sirio que, en su día, llegó a controlar el Estado Islámico allí creado.

Para concluir, tras la última incursión turca en el año 2019 en la provincia siria norocciden­tal de Idlib con enfrentami­entos con tropas sirias y parte de la oposición, la situación parece estabiliza­da, al menos, temporalme­nte. Pero, como la catástrofe humanitari­a reciente cae sobre la población, y es la que está sufriendo las consecuenc­ias del reciente terremoto, se debe procurar hacer llegar todas las ayudas posibles a dicha población.

Los intereses de Rusia, Irán, EE UU y Turquía se mezclan en el país

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AFP Residentes, ayudados por «bulldozers», buscan supervivie­ntes entre los escombros de los edificios en la provincia siria de Idlib tras el terremoto del día 6

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