Refrescantes imágenes
Obras de Falla y Stravisnki. Dirección: Pablo Heras-Casado. José Antonio López, Airam Hernández, Héctor López de Ayala. Madrid, 18-II-2023
En este año de celebraciones múltiples suscita especial atención el primer cuarto de siglo de la Mahler Chamber Orchestra. El conjunto, poblado de gente joven, conserva sus características primigenias, su coordinación y tímbrica penetrante. Lo integran 45 músicos de 20 países y en sus filas se integran actualmente seis músicos españoles. Daniel Harding es su director honorario. Ha sabido mantener el sonido característico del conjunto -entre agreste y refinado-, que lo ha convertido en una formación de referencia. Cualidades que ha puesto de nuevo de manifiesto en Madrid con tres señeras composiciones relacionadas entre sí al proceder de una misma fuente: la del socorrido neoclasicismo. Es muy relevante la manera en la que Falla supo ahondar en la música de nuestro siglo de oro, tanto en lo que atañe el ascético «Concerto» de cuyo estreno se cumplen 100 años. La versión original de la obra está pensada para marionetas, aunque, sobre todo por problemas de montaje, habitualmente se suele recurrir a interpretaciones concertantes. Como la que en este caso hemos escuchado. Falla quería, desde luego, que los títeres fueran los auténticos protagonistas y por eso no paró hasta que «El retablo» se estrenó de esta guisa en París. En el Retablo, Falla, subraya Ivan Nommick, proyecta hacia dentro de su conciencia el episodio romancesco convirtiéndolo en nueva sustancia poética. Se nos ha ofrecido, bajo el mando seguro y conminante de Heras-Casado, una versión muy fresca, firme en lo rítmico, bien planificada, envuelta en un sano impulso que no desconoció los instantes líricos, como el de la ensoñación de Melisenda. Claridad de líneas, ataques justos sobre el fulcro, fraseo bien delineado, tímbrica adusta, muy bien destacada en busca de resaltar la originalidad de la instrumentación, ascética, con voces determinantes y resolutivas. Magníficos instrumentistas, instrumentistas, con los fagotes Marceau Lefèvre y Chiara Santi, el trompeta Christopher Dicken y las trompas José Vicente Castelló y Jonathan Wegloop a la cabeza. Contribuyó también al buen resultado una cuerda precisa y afinada con el concertino William Hagen a la cabeza. Viveza, rusticidad, ecos de nuestra música antigua bien servidos. Y tres voces muy cumplidoras. El buen barítono que es José Antonio López estuvo en esta ocasión algo menos lucido en una parte como la de Don Quijote que encaja mejor en una voz de bajo. Bien el niño Héctor López de Ayala, aplicado y medido. Más que correcto Hernández, quizá con un timbre en exceso oscuro para Maese Pedro, que parece pedir una voz más aérea y ligera.