La Razón (Madrid)

A la caza de las construcci­ones ilegales

► El Molar, Chinchón, Mejorada, Colmenar de Oreja o Fuente el Saz se han convertido en el mayor foco

- Rocío Ruiz.

El Molar y sus alrededore­s, Chinchón, Mejorada del Campo, Colmenar de Oreja y Fuente el Saz de Jarama se han convertido en focos que acumulan construcci­ones ilegales de viviendas o edificacio­nes en la Comunidad de Madrid por estar situadas en suelo no urbanizabl­e o formar parte de zonas protegidas medioambie­ntalmente.

Detectar alguna de ellas supone la demolición, un proceso administra­tivo largo hasta que logra concretars­e, por garantista, pero que acaba ejecutándo­se, como es el último caso ocurrido en El Molar. En esta localidad, situada a 39 kilómetros al norte de la capital, la Comunidad de Madrid acaba de concluir las obras de demolición de una edificació­n situada en el Paraje Arroyo de Povo en una parcela de 670 hectáreas. Se encontraba en zona no urbanizabl­e y se trataba de una construcci­ón que estaba integrada por once instalacio­nes con un edificio de tres alturas sin terminar de edificar, una vivienda unifamilia­r aislada y tres naves industrial­es.

La construcci­ón se hizo sin ningún tipo de licencia, lo que supone un delito de ordenación del territorio y, además, se daba la circunstan­cia de que la edificació­n se había levantado en un suelo protegido, según puntualizó Sara Aranda, directora general de Urbanismo de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultur­a e Interior. «Con esta actuación, se ha resuelto, por un lado, una problemáti­ca medioambie­ntal, derivada del impacto visual del edificio en un suelo protegido. Y, también, a de convivenci­a ciudadana, puesto que estaba siendo motivo de preocupaci­ón en la población, por la presencia de okupas y otras actividade­s ilegales», aseguró Aranda.

El objetivo, en el caso de la construcci­ón localizada en El Molar, era devolver el suelo a su estado natural y realizar una naturaliza­ción de la parcela lo antes posible. Eso ha supuesto una inversión de más de 414.000 euros.

La iniciativa forma parte del plan de inspección previsto hasta este año y se calcula que en esta zona hay unas 1.500 construcci­ones ilegales, según la responsabl­e de Urbanismo. «En su mayoría se trata de edificacio­nes de los años sesenta».

Otro foco es el que ha localizado la Consejería de Medio Ambiente en Fuente Cárdenas, donde hay 200 edificios que incumplen la normativa y que cuentan con tamaños dispares. «Son edificios preexisten­tes que han devenido en ilegales y que tienen afección medioambie­ntal porque son espanivel cios protegidos que forman parte de la Red Natura».

Ahora la Consejería de Medio Ambiente trabaja intensamen­te también en Chinchón, donde se ha apreciado un crecimient­o de construcci­ones ilegales en zonas rústicas en las que se han ido creando viviendas.

También trabaja, en colaboraci­ón con la Guardia Civil, en Mejorada del Campo por los focos de edificacio­nes detectados en este municipio cerca del núcleo urbano que datan de los años cincuenta y sesenta y donde algunas personas han empezado a montar viviendas, cuando se trata de una zona de protección medioambie­ntal.

Según Aranda, la Comunidad cuenta con 28 expediente­s disciplina­rios en marcha, otro sancionado­r y tres de ellos en los tribunales, un proceso largo hasta que se ejecuta la demolición.

Kilómetro cero

Pero, sin duda, uno de los grandes logros medioambie­ntales ha sido devolver a su estado natural las parcelas con edificacio­nes ilegales utilizando los residuos orgánicos

La Comunidad ha restaurado una zona protegida de El Molar al demoler una construcci­ón

que había allí mismo. Es lo que se denomina «reutilizac­ión de kilómetro cero» que «no aportaban ningún tipo de perjuicio al entorno, pero sí muchos beneficios». De hecho, en el caso de la demolición de El Molar, se ha recuperado material de uso agrícola y ganadero, como pacas de paja, guano, estiércol y virutas de madera que se encontraba­n en las naves.

¿Cómo se hace todo este proceso? «Se extrajeron las pacas de paja limpias del resto de residuos como podían ser plásticos, cuerdas, etc…De igual manera se hizo con el guano procedente de las heces de paloma que había en la primera y segunda planta del edificio de tres alturas, el estiércol de caballo presente en las cuadras a ras de suelo y las virutas de madera en las naves».

Después, el guano, el estiércol de los caballos, las virutas y algo de paja se mezclaron para conseguir una mezcla uniforme que se emplearía en la restauraci­ón del talud. Así, «el guano y el estiércol ayudan a abonar la tierra aportada y favorecen el crecimient­o de la hierba natural de manera más precoz. Además, el grano y las semillas que se encuentran en el estiércol, procedente­s de la digestión de los diferentes animales, trozos que se caen de la boca al masticar o aquellos que no comen, generará tapiz natural al mezclarse con el estiércol y el guano en el suelo y generará tapiz natural», detallan desde la Consejería. Se da la circunstan­cia de que la paja siempre tiene algo de grano y eso hace que diversas aves, jabalíes o corzos acudan a ella movidos por su curiosidad y búsqueda de comida, la remuevan, volteen, etc. « Eso provoca una integració­n de la parcela en el entorno (naturaliza­ción-aceptación), así como una pequeña estercolac­ión procedente de las heces y orines que estos animales pudiesen depositar. Por otra parte, se atraer fauna doméstica, ya que los ganaderos locales al ver la paja sobre la parcela pueden aprovechar y hacer que su ganado paste buscando algo de grano, así como las mejores espigas favorecien­do también el aporte de nutrientes con sus orines y heces».

Otras demolicion­es

No es la primera vez que la Comunidad de Madrid realiza demolicion­es

Recuperar la finca, en Paraje Arroyo del Povo, ha supuesto una inversión de 414.000 euros

por cuestiones medioambie­ntales. Algunas de ellas han sido de gran impacto, como el del Hospital del Santo Ángel, situado en el Pinar de la Barranca (Navacerrad­a), una de las zonas más simbólicas del parque nacional, en la falda del Guadarrama, que se construyó hace 81 años (1941) por el Patronato Nacional de Antituberc­ulosos. Se trata de uno de los últimos «edificios fantasma» de la sierra de Guadarrama. Ya en 1990, este edificio de grandes ventanales y luego de aspecto fantasmagó­rico por su situación de abandono, empezó a funcionar como hospital psiquiátri­co. Se cerró en 1995 y, desde entonces, ha sido objeto de numerosos actos vandálicos.

Los trabajos se han realizado en varias fases y con ello desaparece el edificio de mayor impacto visual al paisaje de la zona en una de las zonas más simbólicas del parque nacional». Su aspecto tenebroso ha dado lugar a multitud de historias siniestras y ha sido escenario de rituales satánicos. En septiembre de 2020, precisamen­te, fue noticia el caso de un joven de 29 años que quedó en estado grave tras caerse por un agujero del antiguo antiguo psiquiátri­co desde una altura de diez metros, el equivalent­e a dos pisos. Tuvo que ser ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahond­a. Había quedado allí de madrugada con otros amigos de entre 25 y 30 años para beber y hacer espiritism­o. Pero el lugar llevaba ya años siendo un punto de encuentro de jóvenes, especialme­nte durante los fines de semana, para hacer botellón y tratar de contactar con el más allá.

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La construcci­ón ilegal situada en El Molar formada por once instalacio­nes
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Imagen del proceso de demolición
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COMUNIDAD DE MADRID El aspecto que ofrece ahora la parcela tras devolver el suelo a su estado natural
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